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Salir de Chávez ¿Para qué? (II) - Los intereses internacionales

Desde hace cientos de años, los monopolistas han empleado el discurso liberal -sobre la libertad del llamado por ello “mercado”- para conducir aquellas políticas mercantiles que les permitieran mayor acumulación de capitales, las cuales fueron fundamentadas en varias acciones, tales como el régimen de asalariado y la esclavitud laboral, así como por la recolonización ejercida mediante el control político – militar y la ocupación del territorio.

Una forma de lograr –aparentemente- dichos propósitos “con las manos limpias” puede expresarse en la metáfora de la Araña y las moscas: una araña que teje su red de telaraña con miel de azúcar refinada, tratando de atraer y atrapar en la misma a aquellas moscas que no sepan distinguir una genuina miel de abejas de una miel “artificial”. Por ello, la colaboración “local” ha sido requerida para que se “difuminen” las responsabilidades del caso, en espacial las foráneas. Tal estrategia imperial requiere una lógica de codicia y competencia, donde la “necesidad” de miel –o de bienes, riquezas, estatus- permita el intercambio de “Oro por espejitos”. La idea de Imperio (véase el análisis de prensa del 02-06-2003 llamado “¿Quién dijo que el imperialismo es una idea "trasnochada"? en http://www.gobiernoenlinea.ve/) ya está en el tapete de las reflexiones de los países soberanos que no quieren caer en la red de las “arañas” trasnacionales.

¿Cómo se ha tejido la Red? Desde 1778, un Estado -nación situado al norte del Continente buscó unir a sus 13 Estados para lograr superar comercialmente a su patria de origen. Luego asumió como Destino Manifiesto de su ambición monopolista la expansión territorial – comercial mediante la conquista política- militar de otras regiones del mismo Continente, para lo cual puso a su servicio el monopolio de la Ley. De tal manera que en 1823, “dividió para vencer”: “Los continentes americanos... no podrán considerarse ya como campo de futura colonización por ninguna potencia europea” (Monroe). Además puso condiciones a tal intervención conquistadora “en el Hemisferio Occidental”: “si una nación muestra que sabe cómo actuar con decencia en materia industrial y política, si mantiene el orden y cumple con sus obligaciones” (corolario Roosevelt, 1904).
Posteriormente buscaron la plena “soberanía sobre este continente”, ya que impusieron que “sus determinaciones son ley en los asuntos a los cuales confía su interposición” (Olmey, 1895).

Era la época en que la expansión del Capital requería atrapar los territorios y sus riquezas, para lo cual la Estrategia económica era la exportación de capital mercantilista, y su estrategia política el Panamericanismo (según la Doctrina Monroe). Pero durante un siglo -desde 1880 a 1980- las huellas de estas llamadas “inversiones extranjeras directas” (IED) inspiraron rebeliones, posturas nacionalistas y revoluciones. Su “estrategia para un mundo libre” (Rostow, 1966) actualizó el Panamericanismo bajo un nuevo enfoque de las relaciones entre la estrategia diplomática (de acuerdos) y militar (de intervenciones).

Atrapados por la Deuda Externa

Pero hacer tan evidente sus estrategia no era para ellos conveniente, así que la lógica de lo “confidencial y secreto“ fue su nuevo paso: camuflando las IED, en los años 70 ofrecieron prestamos para que tanto países empobrecidos como países con grandes ingresos se endeudaran (ya algo similar sucedió en la época colonial durante el régimen esclavista de las Encomiendas: prestar a los “libertos” -amerindios o afrodescendientes- para luego subir los intereses hasta que tuvieran que pagar sus deudas “con la vida”). Con ello, el préstamo comercial o multilateral otorgado a empresas públicas / privadas latinoamericanas -con aval estatal- fue luego convertido en capital trasnacional por la vía de la privatización de las empresas estratégicas. Fue el desmantelamiento del aparato industrial y productivo de cada Estado latinoamericano y caribeño, ya que los Estados endeudados recurrieron a vender sus activos económicos estratégicos. El resultado fue en la mayoría de los casos que la banca comercial internacional y los organismos multilaterales pasaron a dictar las políticas económicas de cada país, usurpando la soberanía –en especial, económica- de los pueblos y de sus Estados.

El caso más evidente del desastre causado por las políticas imperialistas neoliberales, fue el de Argentina. Los pagos de la deuda argentina fueron un mecanismo de transferencia de riqueza producida por los asalariados hacia los dueños del Capital (local o residentes de países ya industrializados), pues el Estado consagró una partida de ingresos fiscales (de los impuestos pagados por el pueblo) al reembolso de la deuda externa –ya que capitalistas argentinos se endeudaron alegremente durante la dictadura, colocando buena parte del mismo en el extranjero vía fuga de capitales-, recibiendo tales pagos las grandes instituciones financieras internacionales, las cuales terminaron poseyendo más del 80% de la deuda externa argentina (algunos capitalistas argentinos compraron títulos de la deuda de su propio país con el dinero que habían sacado del mismo y recibieron una parte de los reembolsos, vía los mercados financieros norteamericanos y europeos sobre los que se emiten los préstamos). A causa del pago, el pueblo argentino debía en el 2001 cerca de 20 veces lo que debía a principios de la Dictadura, pues los préstamos servían para refinanciar deudas anteriores vencidas o aseguraban el pago de próximos vencimientos. La deuda del Estado se agrandó con el peso de la deuda de las empresas privadas -ya que el mismo Estado asumió el compromiso frente a los acreedores-, y los capitalistas argentinos mantuvieron una “política de evasión de capitales” como si se tratara de un deporte nacional.

Las deudas de las empresas públicas que aumentaron por decisión de la Dictadura no fueron canceladas -salvo cuando se emprendió su privatización-, y los gobiernos post -dictadura usaron el pretexto del endeudamiento de las empresas públicas para privatizarlas, tomando la "precaución" de que el Estado asuma sus deudas antes (el régimen de Menem lanzó en una política generalizada de privatizaciones, liquidando gran parte de su patrimonio nacional, con una pérdida de 60.000 millones $), mientras sectores de la dirigencia sindical local no jugaron a fondo la batalla en pro de sus derechos fundamentales. El contribuyente argentino pagó la deuda contraída por las filiales de las Multinacionales (o Trasnacionales) con sus casas matrices o con los banqueros internacionales (incluso estos crearon una deuda de sus filiales argentinas por un simple juego de contratos). A causa de esta Estrategia, los salarios y los beneficios sociales cayeron; el desempleo ascendió; los servicios públicos empeoraron; la pobreza se extendió a cada vez mayores sectores poblacionales; las cajas del Estado fueron vaciadas; gran parte del aparato productivo quedó abandonado, y el resto quedó en manos extranjeras.

El Nuevo ORDEN Económico:

Ya en los años 90 un intento de gran alcance por diseñar y “ratificar” –en secretas negociaciones- una especie de “Constitución Mundial” para un nuevo Orden económico fue el llamado “Acuerdo Multilateral de Inversiones” (AMI -en ingles MAI), el cual fue paralizado gracias a una inmensa y organizada resistencia popular mundial que, mediante sus redes informativas de “monitoreo y contraloría”, dio a conocer el documento “secreto”. Sin embargo, la Estrategia y Lógica básica del AMI tuvo sus sucesores en otras negociaciones en el GATT –que derivó en la Organización Mundial del Comercio (OMC)-, en negociaciones Bilaterales con los países Imperiales, en acuerdos Sub – regionales, tales como los Tratados de Libre Comercio (TLC) y en ampliaciones de tales “tratados”, como al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Como resultado de ello, surgieron diferentes “Cumbres Hemisféricas” que generalmente han dictado las líneas de las políticas económicas de los diferentes gobiernos.

Otro ejemplo del cumplimiento de tales políticas imperiales, fue el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, establecido entre EEUU, México y Canadá (TLCAN, en ingles NAFTA). Buscando la “Integración Hemisférica de mercados de capital”, la “araña imperial” persuadió a los demás países de establecer una política de tratados para liberalizar las inversiones extranjeras, como otorgar medidas “no discriminatorias” a inversionistas extranjeros (a los que se les brindaron beneficios de tratamiento nacional), o eliminar los “requisitos de desempeño” que beneficiaban a la economía y a los trabajadores locales (subsidios, aranceles o tributos) pues son “asumidas” como barreras al comercio. Tales tratados buscan proteger a perpetuidad y con garantías a los capitalistas extranjeros que colocan localmente sus inversiones, extendiendo territorialmente nuevos –y amplios- derechos a las Empresas Trans -Nacionales (ETN), y los mismos son continuidad del modelo de liberalización del comercio y de las inversiones del Ajuste estructural impuesto (mediante “recomendaciones”) por instituciones foráneas como las de “Bretón Woods” (Banco Mundial –BM- y Fondo Monetario Internacional –FMI-), basado en el abandono de la industria nacional o en la incapacidad de establecerle políticas propias nacionales; el uso exclusivo de las mejores tierras para cultivos de exportación, recorte del gasto público de los programas como la seguridad social, la salud, la educación, etc.-, privatización de sectores estratégicos protegidos, como la energía, electricidad, trasporte, servicios y recursos naturales.

Particularmente notable es mostrado el fundamento político de la estrategia neoliberal en el capitulo 11 del TLCAN, con el cual las ETN pueden enjuiciar directamente y a su favor a los Gobiernos por las ganancias –presentes o especulativamente futuras- que puedan perder si los Estados hacen cumplir sus Constituciones y leyes. Es decir, dicho acuerdo (o tratado) otorga a un Interés privado empresarial el Poder para pasar por encima de un gobierno –de su país o cualquier otro-, si se ve afectado de alguna forma por prácticas, políticas o leyes gubernamentales que busquen proteger áreas nacionales indispensables, pagando así el pueblo un alto costo. Esta Doctrina ya ha sido ejecutada en México y en Canadá por ETN que trasfieren o venden productos (algunos ambientalmente tóxicos como el PBC, MMT, Metanol, incluso en exceso), o haciendo “dumping” comercial de algún bien social, como el agua o el gas, con lo que lograron “arrodillar” al Estado al que demandaron luego de “achicarlo” en su jurisdicción, hasta hacerle modificar sus Leyes internas y pagar con expropiaciones o con millonarias “indemnizaciones”.

El TLCAN no estableció normas laborales comunes (aunque de 1980 a 1988 el gobierno de México firmó 150 acuerdos con EEUU), pues EEUU no tolera el costo económico del libre movimiento de trabajadores(as) nacionales sobre su mercado laboral norteño. De allí que a través de las ETN hubo explotación laboral con escuálidos salarios- que no cubrían la canasta básica-, cuyos esfuerzos económicos totales estaban orientados desde y hacia el exterior (tanto la materia prima con el que se hacía, como el producto “inacabado” resultante eran importados y comercializados en el exterior). Con más poderes que el fallido AMI (pero con menos poder y trascendencia que el ALCA), dicho Tratado fue un experimento “a largo plazo” de las ideologías neoliberales basadas ahora en la homogeneidad técnica resultante de una “Integración Regional”, y en modificación del Derecho Internacional a favor de la nueva “Regulación Comercial”. Sin considerar el impacto negativo sobre el ámbito laboral, la redistribución de la riqueza y los derechos humanos, la capacidad productiva que pasó al “mercado” y las políticas tarifarías al servicio público influyeron en el “crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)” (evaluado en términos de equilibrio del déficit de balanza comercial, control de cambio para estabilizar la moneda y menor inflación). Con el TLCAN, lo que era un bien y un servicio público, social y patrimonial pasó a ser “convertido” (mensuras y codificado) en algo mercantilizable, fue reducido a mera “mercancía”. Ello fue posible cuando una amplia Ley gubernamental quedó “cocinada” (“igualada”, o peor, reducida) por grupos de presión a un acuerdo específico, a un contrato exclusivamente comercial (aunque tales grupos Trasnacionales mantienen para sí medidas proteccionistas).

Un último ejemplo de TLC es el Acuerdo Bilateral que fue firmado por el Estado chilenocon EEUU –luego de suscribir 11 acuerdos de libre comercio durante los años 90-, el cual busca la liberalización inmediata y total del mercado de bienes, servicios y capitales, así como “blindar” la estrategia neoliberal en dicho país, dividiendo las alianzas en pro de otras formas de Integración regional genuinamente alternativas. Es notable que este acuerdo impedirá a dicho gobierno la utilización de controles a los capitales especulativos previo a una situación de crisis o emergencia económica, paralizará la producción de medicamentos genéricos (menos costosos), profundizará aún más la precarización del llamado “mercado” laboral y la destrucción de empleo –no habrá libre movilidad laboral-, aumentará el comercio intra –firma al mismo tiempo que los unilaterales flujos de inversión y financieros del Norte al Sur por encima de los flujos comerciales, sobre todo en el sector servicios el cual demanda divisas, monopolizando y extranjerizando la economía, disminuyendo los lazos nacionales con sectores estratégicos (minero, forestal y agropecuario), al reforzar los niveles de concentración foránea en el sector exportador, reforzando al mismo tiempo una ola de importaciones, aumentando el déficit comercial.

Ojo pelao... Mosca con las telarañas

Con todas estas Estrategias, mediante una firma gubernamental es “asegurada” para el gran Capital internacional una mayor concentración de sus beneficios, cuyo costo es el incremento de la desigualdad socioeconómica en el Continente y a nivel Mundial: al gran Capital ya no le es rentable asalariar, educar o alimentar al pueblo: a muchos los considera “gente innecesaria”, inútil para la rentabilidad, sobrante en términos de ventajas comparativas y de costo – beneficio (sólo quedan las estadísticas de “consumidores” de aquellos excedentes de lo que masivamente producen, así sean “chatarras y desechos”).

El mundo de la desigualdad e injusticia pasó al de la exclusión y segregación, en una Ola Neoconservadora que recorre al mundo, donde el afán imperialista está sediento de “recursos” para anexionar y explotar. El Imperialismo de nuevo cuño -en un discurso que incluso ahora es empleado explícitamente por sus grupos de presión- anhela un dominio global, para lo cual monopolizarían recursos a cualquier costo, en un claro programa político de élites poderosas que sería implementado “localmente”, descalificando toda posición social alternativa y antiimperialista que la denuncie y la contraponga. Prosiguiendo los Intereses capitalistas sus intereses bajo “nuevas” estrategias, la “Campaña Hemisférica Neoliberal” actual esta siendo aplicada a todos los países con recursos estratégicos, entre ellos la República Bolivariana de Venezuela.

También quieren los “designios imperiales” acabar con todo aquello que revalorice y actualice el legado del padre Libertador de 5 naciones, Simón Bolívar, pues en su pensamiento ya había predicho con clara lucidez: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria a nombre de la Libertad”. La avanzada concepción política logró anticipar las estrategias políticas imperiales, pues en su concepto: “El ejercicio de la justicia es el ejercicio de la Libertad”, por lo que su lucha combinaba la lucha por la libertad e independencia políticas con establecimiento de la Justicia Social y el diseño de un nuevo Continente, la Gran Colombia, la Patria Grande de América, pensamiento unitario que luego fue llamado Bolivarianismo.

Esta política Estratégica soberana e independiente es divergente de la Estrategia capitalista –ahora en su fase neoliberal e imperialista-, lo que ha ocasionado que los sectores elitescos en Venezuela y el resto del Continente, testaferros e intermediarios de las ETN, quieran “salir de Chávez” a como de lugar, pues ven en el proceso igualitario de Justicia Social una amenaza para los “privilegios” que han logrado acumular y monopolizar tanto ellos como sus ancestros.

Sin embargo, nuestros pueblo han despertado de su falsa “Luna de Miel”, pues artificialmente “embadurnados” de falsa miel, comprendieron que no son moscas, sino pueblos de alto vuelo inspirado en dignos(as), igualitarios(as) y libertarios(as) ancestros(as), de los cuales han heredado la cautela y la visión telúrica y trascendente de convivir continental y planetario. Por eso, son pueblos que desde lo más abajo y profundo nos recuerdan: “Ojo pelao... Mosca con las telarañas”


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