Antes la Iglesia en Semana Santa nos pedía recogimiento, ¿ahora nos pide degeneración?

Ni en Semana Santa le dan descanso a la insidia ni dejan tranquilidad a la lengua. Recordemos que esta Cúpula no se detiene en ninguna clase de escrúpulos. Recordemos el diciembre de 2002 cuando le cerraron las puertas de la Iglesia a los feligreses con el sólo fin de que el “Demonio se fuera”. Nada de Niño Jesús, nada de Aguinaldos, nada de rezos, y aún más: cerraron los colegios católicos durante tres meses.

¡Qué grado, Dios mío, de perversión envuelve a casi todos los obispos! Yo había leído historias horribles de esta gente en nuestra guerra de independencia y en los hechos de la guerra civil española, y ahora me ha tocado constatarlo y vivirlo día a día, directamente. No hay en verdad en el mundo nada más aliado con el crimen, con el fanatismo perverso e inhumano que lo que anida en los corazones de quienes dirigen la Iglesia Católica en el mundo. Y Señor, desvélanos ese misterio por el cual se unen con saña a cuanto nuestro Jesucristo procuró vencer en sí mismo para liberarnos del mal. ¿Qué es lo que defienden? ¿Por qué son capaces de ensombrecer la vida de manera tan sangrante, violenta, negativa y obcecada? ¿Qué los mueve a llenarse de un odio tan retinto, de una virulencia tan despiadada e incontrolada, y con los aliados más cercanos a cuanto destruyó a nuestro Señor Jesucristo? ¿Es ese misterio retratado por Dostoyevsqui en “El Gran Inquisidor”?

Una sola consigna, una sola bandera, un solo objetivo: denigrar, maldecir, destruir y atacar sin compasión cuanto pueda crear conciencia propia, cuanto pueda enaltecer la vida, la dignidad, la justicia. Ayer nada más, cuando en el poder estaban adecos o copeyanos era una plegaría de cada Semana Mayor oír a la Iglesia decir que era pecaminoso y nada cristiano tomar estos días santos par irse a la playa, para beber licor y para dedicarse a la disipación. Se le invitaba a los cristianos a visitar los templos, a recogerse, a meditar y a ver en su interior para perdonar, para amar aún más a su prójimo. Hoy, esa misma Cúpula eclesiástica se estremece por la Ley Seca del gobierno y su jerarca mayor, el cardenal Urosa junto con Freitas (un representante nuestro en el Vaticano) hasta claman porque al menos a la gente se le deje beber licor en los restaurantes. Lo más horrible lo dijo Freitas, que somos mayorcitos para saber cuáles son nuestras responsabilidades y el dictador no nos tiene que estar diciendo lo que tenemos que hacer; por lo que entonces también deberíamos dejar pasar programas pornográficos por televisión, invitar al consumo de drogas porque también al respecto cada cual sabrá lo que tiene que hacer. Ayer noche en esa misma tónica el imbécil Alexis Márquez Rodríguez, por Globovisión, en el programa Buenas Noches, decía que eso era inútil, imponer desde arriba tal prohibición porque la gente de todas maneras la iba a violar.

Qué desbarajuste tan insólito y maldito se ha desatado contra el país, en nombre de la libertad de prensa, en nombre de Dios, en nombre de la justicia, en nombre de la paz, en nombre de todas las virtudes más santas y políticas. ¡Ave María Purísima!

jrodri@ula.ve




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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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