Quién fue Luben Petkoff Malek (el multimillonario rojo del Caribe)

Luben y Milko nacieron en Sofía, Bulgaria, el 11 de mayo de 1933, un año después que Teodoro. Milko murió en Caracas, Venezuela, y Luben falleció en Londres, Inglaterra, un 21 de enero de 1999. Eran gemelos. Luben, nombre diminutivo de Liubomir, hizo de la lucha armada un fructífero negocio. El comandante Sucre, seudónimo que utilizó durante sus tiempos de subversivo y contrabandista, llegó incluso a matar por dinero.

Su aventura subversiva se inició en marzo de 1962, una vez decretada la lucha
armada. Se va a Yaracuy y funda un foco guerrillero, el cual fue desmantelado casi inmediatamente por la Guardia Nacional. Luben corrió con una “misteriosa suerte”, fue detenido sin sufrir ni un rasguño, y luego de un año en el Cuartel San Carlos, lo enviaron a la Cárcel de Trujillo.

De allí se escapó en septiembre de 1963 y se integró al Frente Guerrillero José
Antonio Páez. A los pocos meses, el PCV lo premió con una beca para China a
realizar cursos de explosivos. Luben lo consideró un castigo y desde Checoslovaquia, donde hizo escala, se regresó destino a Cuba. En la isla
solicitó ayuda a Fidel Castro para volver a Venezuela.

Sus críticas al PCV y sus ideales maquiavélicos (el fin justifica los medios) lo
llevaron a ganarse la consideración de Ernesto “Che” Guevara, a quien incluso
planteó a Venezuela como plaza de lucha y liberación latinoamericana, aunque la propuesta no era original, porque ya Pedro Duno y Guevara durante un encuentro en Argelia habían calibrado dicha posibilidad. Sin embargo, el argentino, después de analizar la situación con Fidel Castro, prefirió Bolivia. Informaciones de inteligencia cubana ubicaban a los hermanos Petkoff en el tren de la contrarrevolución. Ya los tenían pillados como unos tipos poco confiables.

Castro, no obstante, se arriesgó y facilitó a Luben 15 cuadros militares para que
desembarcaran en Venezuela con una buena cantidad de dinero y armas para ayudar a la guerrilla de Douglas Bravo. La acción denominada “Operación Simón Bolívar” se efectuó en las costas de Falcón, el 18 de julio de 1966.

Una anécdota sobre dicha misión la encontramos en los escritos de Argenis
Rodríguez: “El Luben estaba y que dirigiendo un desembarco en Falcón. ¿Y quién cayó aquí? Aquí cayeron los cubanos que escondían el armamento, pero Luben no cayó y del dinero no se supo. Después, cuando cayó, no duró nada en la cárcel y a la salida fue cuando asesinó, por dinero, a un italiano. De aquellos guerrilleros auténticos cayeron Juan Vicente Cabezas y Moisés Moleiro y estos pagaron largos años de cárcel. Lo sucio de este caso es que Petkoff y sus acompañantes se hacen pasar por izquierdistas. Los Kissinger comprenden que en Sudamérica hay que apoyar partidos políticos que engañen y para esto escogieron a Petkoff, a Pompeyo Márquez y a su grupo...”

En 1975, una vez pacificados Los Petkoff, mientras Teodoro calentaba un curul en el Congreso, la democracia representativa daba un empleo (no un trabajo, nunca trabajo) a Luben en la Cantv, el cual le sirvió de fachada mientras registraban Inversiones Foktep, la compañía que les sirvió para legitimar las mil y una trampa a los ``multimillonarios rojos'', como eran conocidos en La Habana, porque Luben capitalizó el bloqueo comercial a la isla de Martí. Los negocios con Cuba y a través de Cuba le dieron excelentes oportunidades de penetrar las mafias del Caribe. Durante muchos años contrabandeo armas, municiones y drogas utilizando a Cuba como puente, eso sí, en sacos de cemento.

Durante sus aventuras “libertadoras” y luego “comerciales” estrechó lazos
económicos con el conocido general Arnaldo Ochoa, del ejército cubano, quien por cierto había participado en el fallido desembarco en Falcón. El contrabando y los ilícitos entre la isla y el continente permitieron a Luben, a Ochoa y al propio
Teodoro obtener recursos para continuar sus particulares causas revolucionarias.

Curiosamente, a finales de los años 80, Ochoa y otro grupo de militares de la
revolución fueron enviados al paredón por el propio Fidel Castro, luego que una
minuciosa investigación reveló los negocios que con el narcotráfico realizaba el
hombre ancla de los hermanos Petkoff en La Habana.

En su testimonio ante el juicio, el general Ochoa hizo referencia constante a un
"amigo extranjero" que le había propuesto la venta y transporte de narcóticos
utilizando a Cuba como puerto intermediario. Luego, un agente cubano encubierto de nombre Masetti, en 1991, reveló que el susodicho extranjero era el búlgaro Luben Petkoff, quien en la década del 60 había participado en un movimiento guerrillero en Venezuela con apoyo de La Habana.

Para el 31 de enero de 1997, según un balance comercial preparado por Silverio Da Costa Ferro, Luben Petkoff Malec declaraba un patrimonio cercano a los 500
millones de bolívares de la época, es decir, algo más a un millón de dólares. El
patrimonio no declarado de los hermanos Petkoff no se conoce, pero se podría
estimar en más de 12 millones de dólares para entonces, fruto del comercio ilícito y el lavado de dinero.

Entre sus inversiones, además del lote de propiedades pertenecientes a la sucesión Petkoff y traspasadas fraudulentamente a Inversiones Foktep, destacaban importantes porcentajes accionarios en líneas aéreas (Transporte Aéreo Andino, TAAN; Cardinal Air Line; Air Retour); así como inversiones en actividades agrícolas (Agroindustria Guaranito; Silos Barlovento; Finca Parcelamiento R. Lepage, Guaranito).

En materia de agroindustria, Teodoro intervino con sus buenos oficios de ministro
en una disputa entre dos bandas mafiosas: por un lado Jesús Márquez, Andrés Lebel y su hermanito Luben versus el árabe Faruk y un colombiano de apellido Balaguer. Ambos grupos se disputaron en Tribunales la propiedad del matadero de pollos de la Empresa Alal de Venezuela en la zona de Turmero, estado Aragua. Teodoro logró con su influencia, en apenas dos visitas a Gisela Parra, Magistrada del Consejo de la Judicatura, la destitución de la juez Adela González, porque había decidido a favor de Faruk, y logró que Gisela Parra nombrara a una juez partidaria de la causa Petkoff, que finalmente salió victoriosa.

Simultáneamente a esto fue hallado un camión cargado de cocaína en el matadero de pollos Alal de Venezuela. No obstante, no hubo presos ni averiguación de parte de la policía respectiva (esto es fácil de constatar en El Universal de mediados de 1998). Una vez más funcionó la influencia del para entonces ministro de Cordiplan, Teodoro Petkoff.

¿A dónde fueron a parar todos los bienes y negocios dejados por Luben? Su viuda y testaferro de Teodoro, María Teresa Azcuna, ¿habrá cancelado los respectivos impuestos sucesorales? Seguramente no. Las autoridades fiscales y judiciales deben tomar cartas en el asunto y poner la lupa sobre los fraudes que Los Petkoff-Malec han venido cometiendo en perjuicio de la República.

Lavado naranja

El Movimiento Al Socialismo de Teodoro, más que un partido político, fue una
lavadora de dinero mal habido. La tolda naranja en poco tiempo montó una buena cantidad de casas de partido en todo el territorio nacional, cuyos papeles de propiedad, por lo general cuando no eran alquiladas, estaban a nombre de los fundadores.

El partido llegó a instaurar la figura del funcionario político, que devengaba
salarios mensuales por trabajar en la organización de las diferentes actividades
partidistas y hasta mantuvo un semanario: “Punto”.

Si bien el MAS había colocado algunos parlamentarios, a quienes descontaba una parte importante del salario para el partido, los niveles de vida de la jerarquía masista y el mantenimiento de las operaciones no se justificaban.

Las colaboraciones de los amigos era el argumento que daban ante incómodos
señalamientos. Inclusive, en una oportunidad, Gabriel García Márquez les donó los 100 mil bolívares que obtuvo del premio de literatura Don Rómulo Gallegos. El parentesco del Gabo con Pompeyo y su simpatía por los ideales revisionistas lo llevaron a realizar dicho donativo. Lo mágico-religioso fue como esos 100 mil
bolívares no se gastaron sino, por el contrario, se multiplicaron en millones y
millones de dólares.

Pero no sólo Gabo y Luben, entre otros hacían aportes al MAS, también los hermanos Ojeda Negretti, sobrinos políticos de Pompeyo Márquez, se especializaron en atracar bancos y transportes de valores. Eso sí, con fines revolucionarios. En una ocasión utilizaron un vehículo con placas del Congreso, propiedad del tío. Así, Santos Yorme también aportaba su línea delincuencial de negocios

Ni que decir de Oswaldo Barreto, actualmente especialista en opinión pública de
Tal Cual, quien planificó y realizó los atracos más espectaculares que se
recuerden en Venezuela. Todo esto y mucho MAS con la anuencia del jefe, Teodoro Petkoff. Pero como termina pasando con todas las mafias, al final las disputas internas terminaron con todo el negocio.

Una vez en el poder, gracias al guía espiritual del chiripero, el teodorismo (la
Patria) y el pompeyismo (los Perros) lograron colocarse y manejar jugosos
recursos. Pero, progresivamente, dejaron en el olvido al resto de la fauna masista
(Halcones, Tucanes, Troskos, etc), la cual encontró en Chávez una vía para
resarcirse de la peladera de bolas. El resto de la historia es conocida, algunos
se colocaron y se quedaron; otros, se volvieron locos, se pelearon y se jodieron.

Solicite la versión completa de El Código Petkoff, digitalizada en formato PDF con los respectivos anexos a codigopetkoff@yahoo.es

PD: ya fue le fue enviada a Tamara Petkoff Salas a petición de su solicitud.


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Armando Guerra


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