Lo del Paseo Los Próceres...¿ineficacia o complicidad?

Lo ocurrido ayer en Los Próceres, con motivo del desfile en conmemoración del 4-F, pasa de castaño a oscuro. La mejor forma de encontrarse con un desastre en las manos es subestimar o incluso ignorar la capacidad del enemigo. El hecho de que una persona logre acceder hasta donde está el Presidente, en un acto tan particular, rodeado de militares y desde luego de las personas de la Casa Militar cuya misión es garantizar la seguridad del Presidente es de una gravedad inaudita. Es una invitación al magnicidio, una llamada de atención para quienes no se detendrán ante nada. Si este individuo pudo... ¿por qué no otro?

Si lo ocurrido fue un descuido imperdonable, debería pedírsele cuentas a quienes cobran buen dinero por ejercer su oficio. ¿Y quien nos asegura que fue un descuido? Tratándose de un enemigo desalmado que no dudó en asesinar a su propio presidente (J.F. Kennedy), ¿quien nos asegura que no fue un ensayo para detectar las reacciones? Nadie puede permitir que esto pase desapercibido. Si la estrategia desestabilizadora gradual no les rinde beneficios irán al magnicidio. Al mejor estilo de la falange española preferirán una Venezuela rota, antes que roja. Poco les importará que el asesinato de Chávez repita la secuela del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán. Sobre muerte y horror habrían logrado su objetivo: extirpar el "mal ejemplo" de la dignidad bolivariana y ponerle la mano a los pozos petroleros.

Estoy persuadido de la posibilidad de un magnicidio. El cálculo de Guachinton es que mediante la colaboración de fuerzas internas dentro del movimiento bolivariano puedan evitar una larga guerra civil. En las fuerzas bolivarianas hay una peligrosa dispersión que anima a la ejecución de un plan de chavismo sin Chávez. De un lado una neoburguesía “bolivariana”, enriquecida a la sombra de la Revolución y del otro unos bocones de oficio que parecieran solazarse provocando el enfrentamiento, aunque conociéndolos serán los primeros en huir. En ambos casos el interés de la Revolución es secundario para ellos.

Ignorar que en frente tenemos a la más grande e inmoral potencia militar de la historia es un error mortal de necesidad. En esta batalla no se pueden aceptar más ineficiencias, mucho menos complicidades. Aquí cada quien tiene que responder por sus obligaciones o pagar un alto precio por no hacerlo. Lo del Paseo Los Próceres –como en tantos otros frentes-, es una muestra de irresponsabilidad intolerable. ¡Exijámonos eficacia total o nos perdemos!


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Martín Guédez


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