Comandante, murió el pacto de Punto Fijo

Pocas veces como este 23 de enero de 2007, ha sido tan evidente la desaparición de todo lo que representó el Pacto de Punto Fijo, nefasto acuerdo político de la traición a los ideales libertarios del 23 de Enero de 1958. El esfuerzo político, ideológico y humano de hombres y mujeres que lucharon por un país soberano, igualitario y de justicia lo desvirtuaron las cúpulas de las organizaciones políticas que viviendo en el exilio supieron negociar con el gran capital su permanencia en el poder. AD, COPEI y URD representadas por los que la historiografía de la democracia puntofijista nombró padres de la democracia venezolana, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, desde Nueva York, usurparon los sueños, ideales, luchas y proyectos de quienes consagrados a la construcción de una Venezuela libre fueron excluidos del pacto político que condujo los destinos de la nación hasta 1998. Poco saben las generaciones que se formaron en la Venezuela Puntofijista de lo que significó la dictadura Perezjimenista, la historia convenientemente contada la describe como un régimen de oprobio, muerte y corrupción, y en contraste opone a la democracia puntofijista como un proceso cuyo propósito fue recuperar la democracia, adecentar la administración pública, modernizar al país y gobernar para las mayorías con alternatividad en el poder. Historia oficial que en ninguno de los dos casos refleja la verdad, en común ambos procesos conjugan dominio de las oligarquías nacionales, subordinación a los intereses del capital trasnacional, persecución, desaparición y muerte de los opositores al régimen, corrupción y exclusión de las mayorías. El Pacto de Punto Fijo transformó la pureza de la resistencia que derrocó la dictadura Perezjimenista, en negociación y complicidad, desterró del nuevo pacto político a los líderes y organizaciones que se negaron a traicionar sus principios como Fabricio Ojeda y el Partido Comunista, provocó la división de Acción Democrática de la que sale su juventud revolucionaria a formar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y finalmente, ante el convencimiento de la derechización del régimen abre las puertas a la necesidad de nuevas formas de lucha por la dignidad: la lucha armada de la década de los sesenta.

De la lucha armada hasta la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, la ingenuidad y la utopía germinaron en rebeldía, coraje y capacidad para conquistar el poder, a esta fecha los herederos de los usurpadores del 58 son sólo una referencia en esta breve reseña histórica.

Breve historia recordada hoy cuando presenciamos el triste papel representado por los que todavía pretenden encarnar ese pacto. A la Asamblea Nacional se dirigieron lo más descalificado de lo que queda de AD y COPEI, y de sus hijos políticos PRIMERO JUSTICIA y UN NUEVO TIEMPO, rostros y discursos denotaban la más significativa de las derrotas. Su propósito, apelar al derecho de las minorías a disentir de la propuesta de reforma constitucional y aprobación de una ley habilitante, sus argumentos, exigir la convocatoria a una Asamblea Constituyente y ser incorporados a la discusión de las leyes y la reforma constitucional. Que difícil es entender la nueva historia de la República Bolivariana de Venezuela cuando no se tiene el poder, pretender el diálogo en arrogante postura y no presidir la comisión legislativa, haber renunciado a la posibilidad cierta de pertenecer a la Asamblea Nacional y ser arrollado por un proceso indetenible e irreversible que los expulsa paso a paso de los sueños, las esperanzas y la construcción de la cotidianidad solidaria, incluyente y socialista de nuestra patria.

Simultáneamente en otro de los múltiples espacios que se levantan a la dignidad, un joven venezolano de bravía estirpe, desnuda con enardecida ternura su compromiso con el legado del 23 de Enero y promete recogiendo los sueños de guerrilleros, campesinos, estudiantes, obreros, militares, venezolanos todos, entregar su vida a la edificación del socialismo bolivariano, se llama Jorge Rodriguez y es para fortuna de este país nuestro Vicepresidente, honor y garantía de que en esta nueva etapa; ética, compromiso político y ejercicio de la función pública deberán caminar juntos.

Comandante, murió el Pacto de Punto Fijo, no hay duda, sus mentores trabajaron muy duro para socavar la ilusión de armonía que vendieron a los venezolanos con limosnas y votación quinquenal, mientras se enriquecían y entregaban la riqueza nacional a intereses foráneos, pero indudablemente el rol de Hugo Chávez desde el levantamiento militar del 92 en tránsito hacia el socialismo del siglo XXI, nos ha permitido hoy disfrutar desde el espacio institucional de mayor representatividad democrática, la Asamblea Nacional, la plena convicción de que NO VOLVERAN.

(*)Economista. Marianela Acuña

Universidad del Zulia

macunas@intercable.net.ve


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