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Atendiendo a la sabiduría de la Biblia, los “analistas” opositores son estúpidos

No se puede verificar si los voceros públicos de la oposición son estúpidos, malvados o incautos. Si se usa como criterio la ganancia que obtienen como resultado de su conducta, podrían caer en cualquiera de las tres categorías, dependiendo del valor que se utiliza para medir la utilidad. Si el fin se expresa en dólares o bolívares, es probable que entren en la categoría de los malvados. Ganan mientras los demás, especialmente los adversarios del régimen, pierden. Los dividen y les restan fuerzas, mientras fortalecen a sus rivales. Por el contrario, si el propósito se expresa en prestigio personal, son estúpidos. Pierden ellos y hacen perder a quienes conforman la resistencia a las políticas gubernamentales. Ciertamente se debilita la oposición por carencia de argumentos inteligentes. Pero no se puede dejar de considerarlos como incautos. Pierden ellos para que ganen sus competidores.

Un ejemplo de esa conducta ambigua es la acusación que le hacen a las fuerzas de cambio de haber utilizado ventajosamente los recursos del poder público para ganar las elecciones del 3D. Suponen que su audiencia esta convencida de que se vive en una materialidad aséptica, cuando la mayoría, con excepción de los autistas, está conciente de la atracción del poder en los grupos sociales, empezando por el más elemental, la familia. Es común el conocimiento, incluso desde lo básico relativo al comportamiento de la materia (ley de gravedad), que los entes que concentran energía son polos de atracción para ordenar su entorno. De allí, que aun sin intención maligna, quien aglutina el poder es una fuente de persuasión, o disuasión, para lograr el orden social. Por ello, atacar este hecho es “nadar contra la corriente”. Es condenarse al aislamiento.

No obstante, ello no quiere decir que esa ventaja del polo de poder es eterna. La energía se transfiere y se transforma con el uso, generando nuevos polos. Un hecho que se puede acelerar cuando hay competencia, como es el caso de la actividad política. Pero que se retarda cuando el pique es ineficaz. Cuando se malgasta la energía luchando contra la corriente, en vez de aprovecharla. Para este fin la humanidad abrió un campo de conocimientos: la praxeología. La ciencia que estudia la acción humana y se expresa mediante estrategias. Acciones orientadas a fines que encuentran resistencias para su logro dentro de la llamada “ley de la utilidad marginal decreciente”. Con conciencia de la escasez de energía y la posibilidad de dilapidarla en fines adjetivos, encausarla para lograr el valor más relevante: la acumulación de poder. Y ello no se obtiene con el aislamiento. Se logra con la participación. Así puede suponerse que la conducta de estos “analistas” refleja ignorancia de este saber. Y si ello es así, entran en la categoría de los incautos. Pero si no lo es, tienen que ubicarse como malvados o como estúpidos. Y si atendemos a la Biblia que afirma que el número de estúpidos es infinito, lo probable es que entren en esta especie.

escruz@movistar.net.ve


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Alberto Müller Rojas


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