¿Es la envidia la que hace estragos en la izquierda?

Una gran polémica están causando en México las declaraciones de la escritora Elena Poniatowska, en el sentido de que el subcomandante Marcos, Cuauhtémoc Cárdenas y Patricia Mercado (una verdadera gringuita) no apoyaron la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador por "envidia" a su popularidad y aceptación entre la sociedad. Es la misma envidia que se puso de manifiesto en cierto sector de la izquierda, de manera tétrica y pasmosa en Venezuela, con la popularidad que despertó Hugo Chávez. Un sector de la izquierda, que en el fondo profesaba otra ideología e intereses manifiestamente pro-capitalistas y que acabaron embanderándose de manera brutal y descarada con el golpismo fascista más repugnante, más canalla y más pro-imperialista que entre nosotros se haya conocido. En nuestro caso, hay que reconocerlo, había algo más que envidia, pero sin duda que la envidia es la que produce estos destapes: un vuelco total en estos “izquierdistas” hacia lo más opuesto de la defensa de los intereses del pueblo. La envidia (culpable, por su trabajo de zapa de vieja data con agentes de la CIA) que desató un odio bilioso contra Chávez en Teodoro Pettkof, en Pompeyo Márquez, Gabriel Puerta, Pablo Medina, Américo Martín, Andrés Velásquez, Douglas Bravo, entre algunos de los más destacados dirigentes de la vieja izquierda.

Siempre tuve la mayor reserva sobre las supuestas dotes revolucionarias del señor Cuauhtémoc Cárdenas, hijo de aquel “revolucionario” y presidente de México, Lázaro Cárdenas. Las veces que lo vi declarando me pareció arrogante y extraordinariamente plegado al convencionalismo impuesto, tanto en su conducta como en su pensamiento, por la decencia de la oligarquía. Y ahí está ahora del lado del cachorro del imperio, Fox, y del muñeco del Departamento del Estado norteamericano impuesto a realazos, Felipe Calderón. Y haciendo un papel de lo más criminal, tratando de dividir a la izquierda en el momento más crítico de México para que de manera definitiva quede consagrado el pavoroso fraude que fue cocinado por la oligarquía mejicana en pleno acuerdo con los agentes de Bush. Sobre la figura de Lázaro Cárdenas tengo dos nítidos e inolvidables recuerdos: el día que lo trajeron a Venezuela en 1959, y las palabras del escritor aragonés Ramón Sender (propuesto al Premio Nóbel de Literatura y con quien mantuve una larga amistad en California desde 1976 hasta 1982 cuando muere). Entre los de la delegación venezolana que se trasladó a México para traer a don Lázaro Cárdenas estaba “El Mocho” Celestino Ledezma, viejo amigo de la familia, de Las Mercedes del Llano, y quien me habló mucho de este personaje de la revolución mejicana. Lo que me dijo no fue nada ejemplar, pero Sender sí lo hizo de manera frontal: “A Lázaro le pagaron un millón de dólares para eliminar a León Trostky”. Hay que tener en cuenta que Sender, al igual que Víctor Serge, conoció muy de cerca al legendario Trostky y en varias ocasiones lo visitó en “su fortaleza” de Coyoacan.

Hoy debo decir con profundo dolor y pena, que no me queda la menor duda de que Cuauhtémoc Cárdenas siempre ha sido un agente de la CIA, infiltrado en la izquierda mejicana, al cual le ha llegado la hora de aportar su grano de arena para destruir a México. De igual modo declaro que no creo en absoluto en el subcomandante Marcos y que de ahora adelante debemos ponerlo en cuarentena como revolucionario y como verdadero hombre de izquierda.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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