La memoria entre la espada y la pared. Un cariñito para el Diego Salazar

Es casi un lugar común que los gobernantes en nuestro país se hayan dedicado en diferentes épocas a colocar nombres de figuras destacadas de la vida nacional a instituciones públicas, educativas, culturales científicas, así como avenidas, parques y plazas como un acto de reconocimiento por los aportes, la impronta y el legado de estos insignes ciudadanos a la sociedad y para mantenerlos vivos en la memoria de las nuevas generaciones. Acciones de esta naturaleza se producen en diversos lugares del mundo como un hecho casi de rutina, como un ritual común en las agendas de gestión institucional en ciudades y municipios. En el caso nuestro hay mucha tela que cortar en cuanto a la forma como se viene tratando el asunto.

Entrando en el tema y al grano: durante la gestión de Tareck Williams Saab en la Gobernación de Anzoátegui durante dos tandas seguidas 2004-2012 se llevó a cabo una intensa campaña para colocarle nombres a cuanta calle, bulevar, escuela o ambulatorio se inaugurase. La medida logró que los nombres de antiguos y legendarios guerrilleros y militantes de izquierda junto a cultores y artistas populares empezarán a sonar y darse a conocer entre los habitantes de este cálido y colorido estado oriental. Vale la pena detenerse y pensar las implicaciones de eventos de esta naturaleza, que en algunos casos, lejos de convertirse en una autentica conmemoración terminan afectando la imagen e irrespetando la memoria de las figuras seleccionadas para tal propósito. Y a la prueba me remito: leyendo un diario de circulación nacional (Ultimas Noticias) me entero a través de una nota intitulada "Piden un cariñito para el Diego Salazar", un centro de diagnóstico Integral ubicado en Puerto Píritu que lleva el nombre de un antiguo militante de izquierda, escritor y miembro del Partido de la Revolución Venezolana( P.R.V.) posteriormente fundador del MVR y fallecido en el 2.003

Según los residentes, el centro se encuentra en situación crítica: "no hay suministro de agua, los equipos (tensiómetro, aparatos de laboratorio, electrocardiógrafo, mobiliario) se encuentran deteriorados, además un hueco en zona de emergencia obstaculiza el acceso. Por falta de aire acondicionado las puertas de emergencia permanecen abiertas, por lo que el ruido, zancudos y moscas perturban a los pacientes". Caos total.

No es un cariñito como titula complacientemente Ultimas Noticias; lo que necesita el CDI en cuestión. Requiere como la mayoría de centros hospitalarios del país de una política eficaz con respuestas integrales y adecuado seguimiento para brindar el servicio que se merecen los pacientes. Además, es la salud como derecho lo que se tiene que garantizar en primer lugar, y es el compromiso con la memoria, en este caso de Diego Salazar, lo que se tiene que dignificar como un acto real y efectivo para trascender positivamente en la colectividad Ojalá que se trate de un hecho aislado y que muchos de los lugares, instituciones y espacios públicos que han recibido nombre de luchadores sociales y artistas populares no corran con la misma suerte.

Es necesario llamar la atención sobre estas prácticas que lejos de favorecer los intereses de la ciudadanía; sus procesos de integración simbólica y sus sentidos de pertenencia histórica y cultural se convierten en factores que debilitan y fragmentan el sentir y la existencia de la gente. La memoria institucional, pública y ciudadana se encuentra muchas veces indefensa y vulnerable, sujeta al desconocimiento y a la ignorancia, a los abusos de poder y a los vaivenes político-partiditas. Irremediablemente entre la espada y la pared.



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Nelson Oyarzábal

Antropólogo. Gerente Cultural Profesor Universitario. Articulista

 neloyarz11@hotmail.com

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