Pedantería académica del Papa Negro y jesuita Arturo Sosa

Es de suponer que cuando tú llegas al punto más alto de una pirámide, luego de haber recorrido y con esfuerzo propio, largos caminos, sólo te falta llegar al cielo; mas, ni con eso es creerte ser Dios; otra cosa es hablar en su nombre; bueno es apelar al aforismo popular siguiente: un pigmeo es un pigmeo y un gigante es un gigante aunque se pare en el fondo de un valle o en la cresta de una montaña.

Suelo inclinarme más hacia la duda que hacia la certeza, comúnmente dudo hasta de mi propia opinión, y valga aclarar que yo no soy quisquilloso pero tampoco soy mocho, así que a riesgo de ser tomado por impertinente o por pendejo quiero retrucar -si me lo permiten- las infelices declaraciones del compatriota Arturo Sosa, a quien felicito de paso francamente por su reciente ascenso tan alto y merecido dentro de su congregación religiosa, lo que de por sí dice de sus méritos; y conste que mi reconocimiento al respecto no conlleva visos de jaladera de bolas ni mucho menos de hipocresía, yo soy un sempiterno ateo, es decir, que soy hombre sin religión alguna, pero también soy muy respetuoso de la fe de todos mis compatriotas y él lo es.

Aclarado el punto anterior ahora voy al hueso del tema, dijo el destacado prelado -de acuerdo a información en red y que considero fidedignas- que "no es propio de una democracia tener presos políticos", y dado que el referido compatriota Arturo Sosa es un notable ícono de la plutocracia escuálida, es de suponer que él disparó una flecha envenenada contra el Presidente Constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, lo cual a mi modo de ver es una irresponsabilidad de su parte, a menos que él aclare contra quien iba dirigida, si era contra Obama-Macri o era contra Maduro porque que sepamos aquí en Venezuela no hay un solo preso político sino un grupete de políticos, por cierto, de su grey, presos por haber cometido abominables crímenes.

Queda de su parte nombrar a un solo preso político y dirigirse a la fiscalía a reclamar su libertad y no en contrario ponerse a hacer acusaciones genéricas, sin un fundamento, porque eso le queda muy mal.

Y, por otra parte, el destacado prelado debería acogerse a los evangelios de Lucas, Marcos, Juan y Mateo; revisarlos de cabo a rabo y si hallare alguna falla de su parte, hacer constricción religiosa para reivindicarse ante los venezolanos, al menos.

Además, el Papa Negro debería releer, no los Diez Mandamientos sino apenas un par de ellos, el segundo y el octavo, ya que cumpliendo él esos dos preceptos, los venezolanos de a pie estaríamos encantados con él.

En resumen, que el Padre y Papa Negro Arturo Sosa pretenda darle lecciones de democracia a Nicolás Maduro, es una pedantería académica de su parte.

Y, por si algo faltare, es de advertirle al Papa Negro que no es bueno ganar indulgencia con escapulario ajeno, que Su Santidad Francisco también es jesuita, sí, pero de otro tenor, y dado su admirable comportamiento y ponderación, éste goza del respeto y la confianza no sólo de los católicos sino de los ateos de acá y para muestra, heme ahí; así que no pretenda meter a SS Francisco en sus aviesas declaraciones contra Maduro porque encarata el asunto.

¿Moraleja?:

¡Todos los tramos de una escalera tienen la misma importancia!



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Guillermo Guzmán


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