Pildoritas 87 (año IX)

Los importadores: Una mafia, una plaga

Lo sucedido con el descubrimiento de miles de juguetes acaparados desde el 2009, por uno de tantos comerciantes inescrupulosos que directa o indirectamente contribuyen a la desestabilización del país, es solo uno de innumerables casos, que han sido descubiertos en los últimos años en que hemos estado enfrentando una guerra económica inclemente.

En estos casi tres años en que la derecha nacional e internacional ha sometido al pueblo, a tener que pasar por vicisitudes que van desde el contrabando, acaparamiento, desabastecimiento, escases, altísimos precios, por lo tanto caída abrupta del poder adquisitivo que hace que los aumentos del salario, sean inefectivos para mejorar las condiciones de vida de la familia venezolana, todo sumado al sabotaje a los servicios públicos, sin contar los asesinatos selectivos por encargo y las acciones paramilitares, los ataques inclementes a nuestra Fuerza Armada, hace que se conforme un abanico de acciones relacionadas, paralelas y simultáneas, con el único objetivo de apuñalear en el corazón, a la Revolución Bolivariana; hay un elemento entre otros, que tiene que ver con la economía del país y por lo tanto de todos los venezolanos, que de ser sometido a un régimen especial de control y seguimiento dejaría a los conspiradores sin una de sus mejores y más contundes armas, con la que han puesto en jaque a este Proceso, que a pesar de tantas dificultades y de haber tenido que enfrentarse a diario con el más poderoso de los imperios conocido por la humanidad, ha resistido estoica y heroicamente, logrando sobrevivir e incluso salir airoso y fortalecido de terribles eventos desestabilizadores que como lo ha registrado la historia reciente, otros pueblos no han soportado.

Me refiero a un elemento clave dentro del quehacer económico de un país que como el nuestro aun depende en un alto grado del factor importaciones, de una buena cantidad de rubros esenciales para que el país no se pare, rubros que tienen que ver con el sector alimenticio en lo referente a productos terminados y/o materias primas, el sector industrial, el de los medicamentos e insumos para la salud, repuestos y partes para vehículos en general, insumos para el sector agropecuario etc.

Ahora bien, los medios registran opiniones como la que este humilde escribidor trata de plasmar en este escrito, opiniones en las que muchos, expertos o no, han coincidido que se hace absolutamente necesario y urgente ponerle la lupa y establecer un mecanismo de control lo más extremadamente rígido, a todo lo que se importe con el fin de frenar la costumbre maldita que ya se ha hecho casi que Ley, de que los importadores, aun a sabiendas por parte del proveedor de las divisas que es el gobierno, a qué tipo de dólar se compró la mercancía en el exterior, hagan lo que están haciendo, que no es otra cosa que comercializar todo en base a un dólar que como sabemos no tiene ningún tipo de respaldo económico, sino que se basa en una de las formas más efectivas que la derecha ha encontrado, como arma para arremeter contra la estabilidad de la Patria en general, especialmente contra nuestra moneda y el poder adquisitivo de la población, a sabiendas de que es muy fácil predisponer a la gente atacando el bolsillo y el estómago, como hasta ahora ha sucedido.

Se supone que el gobierno desde que aprueba las divisas para una empresa importadora, adquiere el derecho de controlar que las mismas sean utilizadas estrictamente para adquirir en el exterior, lo que el beneficiario de la licencia para importar relaciona y cuando el cargamento, de lo que sea, llega a puerto es chequeada documental y físicamente, a través de los certificados de origen que traen el precio exacto del costo de la carga, precio del cual deben tener información precisa las autoridades para evitar sobrefacturaciones, que como sabemos es una costumbre de muchos importadores, para, inflando el precio de origen, obtener mayores ganancias, o una vez nacionalizada la mercancía establecer, por la libre, que obtuvo la mercancía con dólar paralelo y así la comercializa a mayoristas y distribuidores, lo cual a la final se convierte en grave perjuicio para el consumidor final, y es por ello que como en el caso de los juguetes, una unidad que costó el equivalente a 100 bolívares, termina siendo vendido en 100 mil o más.

No se diga lo que sucede con los repuestos para todo tipo de vehículos, lo cual viene resultando más grave aún, pues al obligar a los propietarios, sobre todo del transporte público y de carga a adquirir cualquier repuesto a precios exorbitantes, quien viene a la final cargando con el peso de una inflación inducida como la que vivimos, es el consumidor final. Lo mismo se registra con los medicamentos, útiles de aseo personal, etc.

En el último programa de "La hojilla" con Mario Silva, el comunicador plateaba, con razón, que el sector importador con muy pocas excepciones se ha convertido en una plaga, con un alto poder destructivo de nuestra economía.

Lamentablemente hay que aceptar, y valga ello como crítica constructiva, que en las funestas consecuencias que estas prácticas delictivas le traen al grueso de la población, tienen buena parte de culpabilidad, funcionarios inescrupulosos, que se han dedicado a permitir, a cambio de buenas cantidades, que las prácticas de importadores sin moral, ni ética, sigan de manera directa, no solo afectando al pueblo, sino sumándose a las estrategias desestabilizadoras de los enemigos de la Patria.-

El presidente Maduro hace pocos días designó un nuevo Comisionado de Inteligencia Económica quien debe comenzar por darse por enterado que estamos en momentos excepcionales para la economía, por ser esta el área más atacada por los enemigos de la Revolución, estar consciente que le toca dirigir la vanguardia y multiplicar esfuerzos para garantiza triunfos como el resultante de la última medida con el billete de 100 bolívares, lo cual ha sido proporcionalmente efectivo a lo sorpresivo, de la misma manera se hace necesario actuar contra las otras mafias establecidas, una de ellas, muy peligrosa, la de los importadores que tanto daño le están haciendo a nuestra economía, a la vez que aumentan escandalosamente sus riquezas obligando al pueblo, como en el caso de los juguetes, a pagar el producto con un porcentaje de inflación que supera lo inimaginable.

Vamos a vencer pero para ello debe imperar, la voluntad, la mística y sobre todo un control tan estricto, que sea capaz de detectar a los delincuentes que se mimetizan dentro y fuera de la administración, sobre todo en sectores tan sensibles como el de las importaciones en general.



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Saúl Molina


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