¡Acabemos con el rentismo!, una excusa para consolidar al capitalismo

Sí en este momento estuviéramos trabajando para construir una sociedad distinta, verdaderamente socialista; si estuviéramos cambiando valores, educando para hacer de nuestra sociedad una sociedad libre, solidaria y verdaderamente soberana, formando hombres y mujeres nuevos, espíritus para el trabajo creativo, y para el trabajo cooperativo; si estuvieramos produciendo tecnología y conocimientos útiles para satisfacer nuestras necesidades fundamentales, tendría sentido ir eliminando gradualmente nuestra dependencia a los petrodólares, y ni siquiera pensaríamos en explotar la minería.

El rentismo es malo porque representa solo la obtención de divisas, porque hace de una materia prima una mercancía, que ni siquiera hemos podido transformar por nuestros propios medios en objetos útiles a nuestra propia sociedad (petróleo y gas en petroquímicos, en químicos, en fármacos, polímeros, fibras, lacas, barnices, etc,). El rentismo es malo porque somos adictos al consumo, porque somos consumidores compulsivos de basura. Sí nuestra sociedad fuera medianamente educada no centrara su vida en llenar el estómago y en a llenar los bolsillos. Habría tiempo para pensar, para crear, para tener ideas propias, y el rentismo dejaría de ser una patología, y la renta petrolera solo quedaría para eventualidades, subsanar carencias de lo urge y no podemos producir todavía.

El rentismo es una deformación del uso del objeto que lo produce. Es como decir burocratismo. La burocracia es necesaria para la administración. Pero el burocratismo es hacer del burócrata un fin en sí mismo. Es como como ahorrar para comprarse un martillo y luego colocarlo en una repisa y no tocarlo más nunca. Es el fetiche de la burocracia. Es rentismo, como dijimos, equivale a divisas, a dinero, no es desarrollo intelectual y espiritual. Es rentismo es querer hacer de la renta un fetiche, algo imprescindible, sin lo cual no podríamos vivir. No obstante la renta puede sernos útil si sabemos aprovecharla para desarrollarnos como una sociedad sana, libre y culta.

El solo hecho de ponerse en armas para superar el rentismo supone un cambio de mentalidad, una transformación espiritual. Si no entendemos esto bien y no actuamos en consecuencia, "acabar con el rentismo" es solo una frase vaciada de sentido y una excusa para reforzar la misma patología pero ahora consumiendo a cuenta de algo más atroz que exportación petrolera como es el capitalismo. Y en nuestro caso, de un capitalismo parásito, incapaz de producir un clavo torcido, de producir tecnología propia, de crear conocimiento, de pensar y trabajar con imaginación a menos que esto sea para multiplicar su propia "renta". El capitalismo, el capitalista y la sociedad capitalista viven de y para la "renta" producto de la explotación del hombre.

Superar el rentismo es superar al capitalismo. Y eso no está pasando.

El presidente habla de encender los motores de la economía capitalista, que vive de apropiación de la "renta" que le proporciona la explotación del trabajo de los obreros, y esto disque para acabar con el rentismo del petróleo. El gobierno también habla de "diversificación de la economía" que no es otra cosa que la diversificación del rentismo, diversificar las fuentes de divisas para continuar "consumiendo" saciar lo insaciable sin alimentar el espíritu, para pagar deudas, para financiar a los capitalistas y repartir migajas al resto de la sociedad, acentuando las diferencias.

El llamado aparato productivo está constituido en su mayoría por las mismas empresas y empresarios capitalistas de siempre, más las trasnacionales del petróleo y de la minería. Entre todos se han chupado nuestras reservas, y se la siguen chupando como vampiros. Sobre todo en estos últimos tres años estos tiburones han vivido solo la renta petrolera. Y hasta ahora no han producido nada, a menos que hablemos de carestía y especulación. Los farmaceutas no producen los volúmenes de medicinas que justifiquen los dólares que generosamente han recibido. Igual pasa con P&G, con Polar, con las ensambladoras. Toda nuestra economía es subterránea y especulativa. Los ladrones ahora son "exportadores" que repatriaron nuestros dólares birlados para ser santificados por el mismísimo gobierno. Una página llamada Dólar Today se usa como pretexto para que el Estado todo se haga el pendejo ante los delitos que cometen en el "motor comercio" el "motor importador": reciben dólares preferenciales, venden como si compraron a dólar libre. Lo que comprábamos hace un año con dos billetes hoy lo tenemos que hacer con 80 billetes, por eso no podemos pagar en efectivo la más exigua compra. Congestionamos los puntos de ventas.

Un fenómeno que ha debido ser previsto por los especialistas (Merentes y compañía), no lo fue, por haber negado siempre la realidad, por la desconexión con ella, por indiferencia hacia los males de la gente común. Dólar Today ha sido la excusa perfecta para paralizar definitivamente la revolución, para no ejercer las sanciones revolucionarios socialistas al capitalista infinitamente ladrón.

En estos últimos tres años producir es sinónimo de entrega al capitalismo, hasta ahí a llegado la deformación del lenguaje, se ha deformado en la conducta, en la práctica política. Socialismo es sinónimo de capitalismo. Paz es negociar con los capitalistas la repartición de la renta petrolera y minera; perdonar y tolerar el abuso y la especulación; pechar a la población con el IVA y "estimular las inversiones" dispensando del pago del ISR a ricos capitalistas. Conciencia es sinónimo de obediencia ciega al gobierno. Crítica es una palabra que tiene un sentido difuso o es equivalente a traición… El mundo al revés.

Hoy el país tiene un millón y medio más de viviendas, más escuelas, más autopistas y otro puente sobre el Orinoco, pero menos maestros y buenos ejemplos. El ánimo de la población se cae a pedacitos, moralmente está destruida. Muerto Chávez murió el maestro con él, y sus "hijos" no han sabido educar en socialismo porque lo abandonaron en la práctica, al socialismo y a sus principios. La Patria socialista se diluyó en un ridículo estímulo al consumo de cosas materiales y al egoísmo propio de la pequeñaburguesía. En el alto gobierno nadie quiere saber de las penurias y descomposición moral de la población, de los valores socialistas, mientras sus dirigentes se inventan otro país muy distinto. Ellos mismo no saben dónde está la verdad de tanto mentir y mentirse ¡Claro que Venezuela y su gobierno son indestructibles! ¡La Patria es indestructible!, porque no se puede destruir lo que ya destruiste, lo que ya no existe.

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Héctor Baiz

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