Germán Carrera Damas: su perfecta imprecisión positiva

Definitivamente al no querer aceptar que Venezuela se encuentra profundamente sumida en un proceso revolucionario, las derechas criollas, fundamentalmente, se mantienen en esquemas de reflexión adscritos a los paradigmas que se impusieron, gracias al Pacto de Punto Fijo, en análisis errados sustentados en esa muy seria actitud en soberbia que no les ha permitido reconocer al "Otro" considerándole, radical y vehementemente, como, simplemente, un objeto político-ideológico que se encuentra entorpeciéndoles sus caminos de militantes liberales; esos revolucionarios que no por revolucionarios sino por osar adscribir un modelo socio-económico que contraviene los paradigmas fundamentales del liberalismo más rancio del siglo XIX en su actual modernización del siglo XXI, deben ser execrados de la escena nacional criollo-venezolana, cuando menos, para así tratar de evitar que, ejecutivamente, den el "salto al vacío contra el capitalismo", según sus tesis contra-revolucionarias, buscando con diáfana claridad ideológica esa imperiosa necesidad de imponer sus decires ideológico-económicos en la expresión histórico-conocida en Chile denominada como "el estadio de futbol".

Es por ello que sus análisis, en el marco de sus expresiones públicas y de continua conspiradera, como diría don Rómulo Betancourt, se mantienen, esas derechas, sólidamente inamovibles en sus trece sustentándose en ideas prefijadas sin considerar el proceso inevitable y dramático que significa el desarrollo de la Historia, con mayúscula, en permanente perfectibilidad inevitable y escudándose en un supuesto ideario teológico seudo-cristiano, cuando menos, considerando como dictamenes referentes los contenidos de la obligante "palabra de Dios" según sus propias interpretaciones justificativas. Es, en última instancia, aún considerando el rechazo sin justificación conceptual, de la "lucha de clases" aún cuando Chávez Frías trataba, permanentemente, de evitar la referencia de lo inevitable por razones de buscar de mantener e imponer, ideológicamente, el concepto de "paz y amor".

"La Razón" (Caracas, 27 de noviembre al 4 de diciembre de 2016. Año XXII. Nº 1142, pág. Entrevista), un semanario en formato de periódico, publicó una extensa e interesante entrevista a Germán Carrera Damas, quien se auto-definió, sin tapujos, como "…historiador de oficio y no aficionado como otros…". Típica frase de Carrera Damas cuando considera que debe emitir juicio de valor académico sobre el "Otro" como en aquel momento en aula en la Escuela de Historia cuando mandó al conglomerado estudiantil presente a "darse de baja" en la "Escuela" e "irse a seguir sus estudios en el INCE". Es decir, que se es historiador si y solo si, usted, respetado lector y lectora, suscribe todas sus tesis e ideas demostrativas en el más puro positivismo tal como lo hemos definido en la antigua Escuela de Historia, no la actual, por cierto, en aquellos tiempos cuando se estudiaba, con rigor y seriedad, a Karl Popper gracias a la profesora, Alicia Nuño.

Germán Carrera Damas, en interesante justificación declara, públicamente, "…haber sido comunista y militado en el Partido Comunista francés entre 1950 y 1954, y salirse de él luego de hacer "lo peor que puede hacer un comunista: leer a profundidad el marxismo". Después no ha militado en otro [partido ¿comunista?]…". Nos imaginamos que esa referencia sobre "…leer a profundidad el marxismo…" está relacionada con la obviedad, suponemos en clara subjetividad personal nuestra, de haber leído, reflexionado y concluido sobre las obras de Karl Marx, cuando menos, "El Capital", en su libro, estrictamente el escrito por Marx, pero, claro, en el idioma bien francés y/o inglés porque la traducción mexicana del FCE contiene algunas imprecisiones importantes. En alguna ocasión, nuestro familiar, Paco Dorta, nos enseñó una edición española que nos pareció interesante.

Lo que no nos aclara, en ese texto en referencia, Carrera Damas, a cuál otro pensamiento de la filosofía política se adscribió en la inevitabilidad conceptual del análisis histórico el cual le permitiría sustituir al "pensamiento marxista", es decir, en su rechazado al pensamiento proto-marxista, en la necesaria justificación histórico-conceptual obligante del análisis histórico, claro, de cara al anfiteatro porque, los historiadores de profesión e incluso los aficionados, ya conocemos su ideario cercano al pensamiento que pululó durante el siglo XIX.

Germán Carrera Damas le desarrolla a la periodista, Patricia Marcano, su tesis referida a la "Dictadura Militar Militarista" sustentándola en el "Juramento ante el Samán de Güere": "…cuando me planteé lo que significaba el hecho de que estos supuestos redentores de la patria fuesen capaces de vivir la ridícula escena de ir a juramentarse ante el Samán de Güere, donde ya uno no sabía dónde quedaba la ingenuidad, la ignorancia, la alevosía, es decir, una conducta nada racional, me dije para mí que el nivel de racionalidad de quienes participaron en aquella empresa no es que era muy bajo, que lo era, sino que era otra, no era la racionalidad del hombre que pone su futuro en manos de la sociedad…".

No es cualquier pensamiento, es todo un concepto político, ideológico e histórico que "dispara directamente al núcleo fundamental de la propia realidad histórica nacional" aún cuando se considere la escena como una puesta en escena teatral; es decir, considerando el simbolismo obligante del acto patrio de militares venezolanos de academia y no de una montonera criolla.

La idea central expuesta en propuesta de análisis de Carrera Damas ante la frase inmediatamente anterior es de una profundidad significativa no solo en lo histórico-nacional sino en lo histórico-conceptual e ideológico en el marco significativo de toda su abstracción sociológica en lo nacional y allende nuestras propias fronteras.

Es evidente que la adscripción de Carrera Damas al "liberalismo amarillo" lo marca profundamente en su concepción política a pesar de exponer que "…esto [la escena ante el Samán de Gúere] lo hacían depender de una voluntad y no hay nada más peligroso, históricamente, comprobado, que esa voluntad de sobreponerse ignorando la condición humana y, sobre todo, la legitimidad de las aspiraciones del hombre como ciudadano, porque se fabrica una racionalidad artificial que la supone no solo superior a la que existe sino insuperablemente mejor, entonces se dedica a imponerla con una actitud más pasional que racional, a defenderla y a suprimir cualquier disidencia, cuestionamiento y diferencia que puede haber sobre esa racionalidad…".

La Revolución Bolivariana es única y perfectible, permanentemente, es decir, en el desarrollo obligante del propio proceso de la Historia Patria. Se sustenta en lo que nos permitimos calificar como "la experiencia histórica" por lo cual negar su base fundamental nos lleva, inevitablemente, a tener que negar nuestra propia Historia Patria. Es en ese marco que cuando Carrera Damas expone en la entrevista que "…las dos leyes que rigen a la historia son el tiempo histórico y la dialéctica de continuidad y ruptura…", nos permitimos suscribir esa tesis pero tesis que debe ser aplicada en los rigurosos análisis no solo en los análisis históricos sino también en nuestra historia política en tanto y cuanto ella, esa historia política, afecta, directamente, lo que Carrera Damas señala como "…la condición humana…"; es decir, en la objetiva realidad en la cual se encontraba la Patria en aquellos momentos de ideología histórica y telúrica que se puso en escena durante el juramento arriba en referencia en Maracay. Aquel juramento produjo una dinámica permanente que Carrera Damas podría haberla calificado como "…la dialéctica de continuidad y ruptura…" que se torno inevitable cuando el poder constituido en la persona de CAP, por cierto, admirado por el propio Carrera Damas, según las propias palabras del "gocho", como así mismo por los partidos políticos del status político, cuando se negaron, vehementemente, a reconocer la profunda crisis no solo sociológica sino de Patria y Nación por la cual surcaba, precisamente, la Historia de Venezuela.

Bien lo expone en la entrevista el entrevistado cuando señala que "…somos un país en construcción de sí mismo, pero un país no es una nación, el país es otra experiencia. La nación venezolana comenzó a formarse decididamente hacia mediados del siglo XX, es decir, es una recién nacida…", para explicar, más adelante, que "…no hemos retrocedido, hemos sufrido una ruptura…la ofensiva antidemocrática puesta en marcha por el régimen a partir de ese día se da porque alguien se ha dado cuenta de que todos los años transcurridos no han sido eficaces…".

Regresamos a la primera frase de texto: "nos encontramos en un proceso socio-político e ideológico en revolución", palabras más, palabras menos. En esa dialéctica de continuidad y ruptura es de toda lógica que la sociedad se haya expresado, democráticamente, como lo hiciera en el día 06 de diciembre del 2015, en parcial y temporal triunfo electoral que le ha permitido alcanzar un control parcial y temporal de uno de los poderes del Estado venezolano lo cual implica y significa que "no es el Poder absoluto que rige ni al país ni a la nación" sino que debería convivir, respetuosamente, con el resto de los Poderes del Estado. Ello no significa que se deje en "la gaveta del escritorio del Presidente de la Asamblea" las obligaciones que como "poder legislativo" debe ejercer con seriedad y claridad en el marco de sus obligaciones aún en el marco conceptual-ideológico del gusto de Carrera Damas, es decir, en lo significativo que representa y significa la "democracia representativa".

Pero no solamente nos encontramos inmersos en un proceso revolucionario con propias características no solo en lo nacional sino también ideológicas y diferentes a revoluciones que podríamos calificar como hermanadas en lo significativo político-ideológico que se enmarcan en los paradigmas del socialismo.

Es una revolución de "cambios profundos" tanto en lo significativo de país como de nación pero en el marco histórico nacional en permanente perfectibilidad. Es decir, es un proceso dialéctico y no positivista.



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Miguel Ángel Del Pozo


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