Médicos, abogados y medios: Perversiones no resueltas

En la sociedad venezolana hay verdades-tabú, que todos conocemos, pero que casi nadie las habla, ni las discute, por temores infundados y por otros bien fundados, por conveniencia y porque todavía queda mucho de aquello de hipocresía colectiva, a la que le gusta llamar las cosas por lo que no son y adular para obtener otros fines, de manera pervertida.

Esto sucede respecto de los médicos, los abogados y todos los trabajadores de los medios de comunicación, información y de difusión masiva, pues el ejercicio de todos éstos deberían, por razones humanas y de Estado, al igual que la educación, estar en manos y bajo el control del Estado, al servicio de la colectividad, liberados de la determinación económica.

En el caso de los abogados, no es posible que el ejercicio del derecho dependa de cuánto pueda pagar la ciudadana y el ciudadano al abogado para que lo asista en el acceso a la justicia. Ya de entrada los pobres están fuñidos, porque un defensor público en términos del capitalismo es jugarse una lotería.

Y, desde la administración de justicia, los primeros en complicar, conflictuar y dilatar cada proceso y cada acto o trámite, es el abogado, a quien le interesa y necesita que un mero acto administrativo o la extensión de un juicio se extienda indefinidamente, para poder, así, desplumar al cliente, como lo exponía un entrañable amigo abogado, quien ejerce el derecho sin desplumar a quienes recurren al él, prohibiendo, incluso, que lo llamen "doctor", porque también afirma, que esa práctica de usurpación de título de doctor, es el primer delito que cometen los abogados, veterinarios, farmaceutas, odontólogos y médicos, para ubicarse socialmente por encima del resto de los ciudadanos y porque eso ayuda a cobrar más por sus honorarios profesionales que lo convierten en millonario a cuenta de la justicia y el derecho, terminando en que no hay justicia y no hay derecho para el pendejo.

En este sentido, quien esto escribe, ha visto en modelos como el cubano, en el que el ejercicio del derecho depende económicamente, desde su libre ejercicio, del Estado, que paga el salario del abogado para atender a la población necesitada de sus servicios, lo que deriva, como consecuencia, el que los abogados ejerzan por vocación y los trámites legales tiendan a ser expeditos.

En el caso de las médicas y los médicos, en la República Bolivariana de Venezuela, la tragedia de su ejercicio profesional es peor, horrible, porque se trata de vidas humanas y por la principal determinación que rige su ejercicio: la económica.

Todo empieza desde el primer día en que un estudiante de medicina llega a la universidad. Le enseñan a ser cretino y pesetero, con el Juramento Hipocrático como papel toilette. Lo primero que le enseñan al estudiante de medicina es que él es parte de una élite y que su trabajo, vale dinero, es decir, es lucrativo, razón por la cual no todos llegarán a ser médicos o "doctores", como ellos se autodenominan sin serlo. Luego, aprenden que los pobres sólo sirven para practicar y para cobrarles por su vida, sin compasión alguna.

Es por ello que los médicos cirujanos desprecian y atacan a los médicos integrales, con la falsa excusa de las carencias en su formación, cuando todos sabemos que eso es falso, más la ayudita que unos cuantos médicos integrales hacen al uso crematístico de la medicina y el querer asumir las poses de los "perdonavidas" formados en universidades al servicio del Estado burgués, como lo son absolútamente todas las universidades venezolanas.

Y ni qué hablar de los servicios privados de la salud en las llamadas clínicas, consultorios privados, etcétera, en donde arrancan labrándole la fama de "prestigioso" a tal o cual médico asociado a sus clínicas o que posee tales o cuales acciones, a partir de un hábil trabajo de mercadotecnia.

Esta aberración con el ejercicio de la medicina y la salud, en general, sólo podremos erradicarla si todos los médicos estuviesen obligados a trabajar para el Estado al servicio del pueblo y no pudiesen imponer cobro de honorarios y servicios privados. Cuando esto suceda, las matrículas de mercachifles de la medicina y de la salud, en general, dependerán, únicamente, de la vocación.

Finalmente, está la otra aberración social relacionada con los medios de comunicación social, los que, bajo sesgo deliberado, informan, comunican y desinforman, de acuerdo con los intereses económicos de los dueños de los medios de comunicación social y de sus redes.

Ya todos sabemos que en la Guerra de Cuarta Generación, los medios cumplen un papel fundamental para alienar, engañar, agredir, promover violencia, estigmatizar y asesinar, tal y como están haciendo en Venezuela los medios privados, para derrocar al Presidente Nicolás Maduro, liquidar el chavismo y abrir caminos para la restauración del capitalismo más rancio al servicio de las oligarquías de Venezuela, América Latina y el Caribe.

Ejemplos del uso crematístico de la información y la noticia, los percibimos todos los días, en los que, por ejemplo, hemos visto, leído y escuchado mentiras, medias verdades y mensajes de odio, además del Black out comunicacional, en casos como los recientes: la campaña contra la Cumbre del MNOAL; las mentiras respecto de Venezuela en el MERCOSUR; la película contra la imagen del Comandante Hugo Chávez; la campaña de mentiras y descrédito en contra de la estatal petrolera PDVSA; la satanización de la imagen de Vladimir Putin y el endiosamiento del endorracista Barack Husseín Obama; la ridiculización y xenofobia contra los asiáticos árabes y rusos, en el cine, juegos electrónicos y programas de humor; el silencio por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa; el silencio de la corrupción y violación de los derechos del pueblo de Michel Temer y Mauricio Macri; la ofensiva mediática del "No" a los acuerdos de paz en Colombia y promoción de la imagen del narcopolítico y genocida, Álvaro Uribe Vélez; silencio deliberado de todos los logros alcanzados en el gobierno chavista de Nicolás Maduro y silencio respecto de la estabilización económica contra la guerra del sector privado; silencio acerca de la organización del próximo juego de la Vinotinto frente a Brasil del próximo martes, once se octubre, en el estadio metropolitano de Mérida, en donde pareciera que ni el Presidente Nicolás Maduro, ni el Gobernador Alexis Ramírez, hubiesen hecho nada al respecto y en donde nadie comenta en qué convirtió este gobernador el área VIP de este majestuoso estadio, zona que antes, en los gobiernos de la IV República era destinada para la alta burguesía, los borrachos políticos y las élites del momento. En fin, no terminaríamos de enumerar el caos mediático palangrista, nacional y extranjero.

A todas estas aberraciones, sólo queda profundizar la revolución bolivariana, socialista y chavista. Pudiéramos, entonces, comenzar por democratizar las universidades y llamar a elecciones, mora en la que está el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en su Sala Constitucional; luego, profundizar la revolución universitaria y tajantemente poner las universidades al servicio del Estado Comunal y del desarrollo nacional, con universidades que enseñen bajo la filosofía y valores bolivarianos, socialistas y chavista y, al pseudoacadémico que no le guste, que se vaya o lo vayamos; y poner el control económico, del ejercicio del derecho, de la medicina y de la comunicación e información, bajo control y dependencia directa del Estado, sin supresión del libre ejercicio. Lo hacemos o nos sentamos a esperar a que la rancia derecha fascista retome en poder a costa de nuestra candidez. Nadie dijo que era fácil. Tal vez, por todo esto, la plutocracia odia al Comandante Chávez y al obrero presidente, Nicolás Maduro.



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Luis Alexander Pino Araque


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