Apreciaciones y sugerencias (regionales y nacionales):

Ahora el INTI, huele a Zamora

En el sentido económico y social, el Instituto Nacional de Tierras en Venezuela adquirió la gran definición de lo apreciativo a partir del mes de julio, mediante la revolución que trajo consigo el Plan Cayapa INTI; el mismo, bajo esa voluntad política que el comandante, Hugo Chávez, en una de sus intervenciones más duras en ALÓ PRESIDENTE 303, del 10 de febrero de 2008 (Aquí link: https://www.youtube.com/watch?v=c9AaSLdbbSs, a partir de las 03 HR:08MIN:46SEG), demandaba competencia a los jefes militares, líderes locales y regionales, además de cabezas de las instituciones agrarias por allá en Barinas, denunciando ineficiencia con el tema de recuperación de las tierras que aún permanecían en manos de grandes latifundistas.

Indignado, Hugo Chávez, mandó a sacudir el alma a los burócratas, precisamente por ser la tierra de su nacimiento y donde debía nacer el ejemplo de eficacia institucional ante burocracia gubernamental, no solo en el tema de la tenencia de lotes para que el pueblo lo trabaje, sino, por el amplio deseo de construir una Barinas productora del sector agroalimentario, como bastión de la revolución agraria en Venezuela.

José Ávila, en ese sentido, ha demostrado que una de sus premisas como presidente de tan estratégica institución, es traer esa gran demanda que aún retumba desde el llano y se expande hasta Los Andes, Zona Costera, pasando por el Delta y llegando hasta la zona más suroriental de Venezuela.

Ese llamado a la voluntad política y a golpear a esa burocracia enquistada, junto con las rémoras gestoras que aún rondan la mayoría de las instituciones nacionales, que no permiten que políticas agrarias den frutos; la creación de un verdadero banco de pruebas sin muchos errores, porque confía que los ensayos al escuchar, formar y capacitar al pueblo e insertarlo por supuesto en el plan productivo del Ministerio del poder popular para la Agricultura Productiva y Tierras, es la única solución para que el tema alimentario salga a flote y derrote de manera contundente a la guerra económica, impuesta por las viejas y nuevas asociaciones agroalimentarias que aún reúnen fuerzas para conspirar contra el estómago y necesidad del venezolano.

De manera objetiva tengo una serie de sugerencias e inquietudes sobre el Plan Cayapa INTI y la forma de gestión, que por supuesto, no debo pasar por alto, porque mi intención más allá de dar un apoyo a la revolución bolivariana con las ideas, es traer una frase del argot administrativo: ‘’la eficiencia y constancia, son las únicas formas de lograr que un proyecto se sostenga, de manera independiente en el transcurso del tiempo’’. Espero yo, no hiera susceptibilidades, sobre todo, por la región en la que puntualizaré, porque es donde este servidor vive: el estado Bolívar.

  1. Si bien es cierto que el INTI en un corto tiempo ha entregado más de 17.000 instrumentos agrarios a escala nacional (por eso mi título, el INTI huele a Zamora), nos sigue sorprendiendo cómo en el Estado Bolívar, siendo 25% del territorio nacional (sin incluir 70% del Esequibo, que aún reclamamos y nos pertenece), no se muestren estadísticas de manera puntual, de cuánto de esa cantidad general que la nueva gestión está dándole al campesino en aras del reimpulso agrario, representa el trabajo de nuestro ORT*. Mi duda viene, porque analizando el tema del agro, teniendo tierras de toda tipología para la siembra de rubros y cría, teniendo mega municipios (Angostura, Cedeño, Sifontes), que pudieran representar cualquier estado de Venezuela en lo territorial y además son inhóspitos, sigue siendo poco o nulo el desarrollo del agro.

Sin temor a equivocarme, las tierras del estado Bolívar huelen más a Páez que a Zamora, al dirigirse hacia la zona sur del Estado y ver grandes asentamientos totalmente cercados pero inhóspitos (se repite lo mencionado anteriormente), donde lo único sembrado es porque la misma tierra y naturaleza lo han permitido y no por planes nacionales que en tierras hemos ejecutado, mucho menos por la benevolencia del terrateniente (mal llamado privado).

  1. En el Municipio donde habito (Caroní-Ciudad Guayana, con un territorio total de 1094 KM2), posee 5 parroquias con facultades infinitas para desarrollar el agro; parroquia Unare (eje rural), Pozo Verde, Yocoima (Parroquias TOTALMENTE RURALES), Vista al Sol (eje la Victoria-Morucas, entre otros), Chirica (hasta la frontera con Pozo Verde), dando la máxima ventaja con el tema de fletes y comercio rápido, porque todo lo producido se podría vender con facilidad y a un bajísimo precio en nuestros mercados municipales, particulares y privados, aprovechándonos de la alta liquidez y siendo la metrópolis de nuestro Estado con mayor cantidad de habitantes, lo que permite rentabilidad e inversión en el campo de manera rápida y continua.

    Cuando hacemos una análisis retrospectivo, estas zonas se han transformado solo en conchas para que los violentos de la ciudad huyan y escondan lo que producto de sus crímenes obtienen, llevando también violencia a estos sectores y generando la terrible consecuencia de la venta de lotes, que en muchas oportunidades son entregados por el INTI para la siembra, pero producto de la falta de seguridad y en muchos casos con amplia complicidad de organismos policiales, aprovechan precios de gallina flaca (para salir rápido de ellas o por temor a repercusiones) y terminan adquiriendo (los delincuentes) más y más tierras que terminarán siendo ociosas o abandonadas, como en los procesos anteriores de correr al campesino del campo, ya sea por lo no rentable y por lo no seguro (ni para la cosecha, ni para la vida de los trabajadores).
  2. Hubo una época en Guayana (2002-2010), donde enormes lotes de la vía San Félix- Upata, fueron entregados, especulo yo, por la municipalidad, o por el INTI en particular, para la creación de parques agro turísticos, que solo consistían de enormes jaulas con guacamayos y monos, tanques de concreto acondicionados como piscinas, con agua que llegaba directamente por planes rurales, aplicados por gestiones municipales para el tema de la siembra (hay muchos acueductos para no decir todos) que hoy por hoy no funcionan), solo con el motivo de hacer contrataciones con las empresas básicas de Guayana, para llevar a niños en planes vacacionales. Al venirse abajo la producción por el tema de la crisis eléctrica, lo que trajo consigo una crisis financiera en el parque industrial, hizo que estas iniciativas de dudoso carácter empresarial, fuesen abandonadas por la no contratación de sus principales clientes, siendo una de las más simbólicas ‘’víctimas’’ Agroviva; en la actualidad, muchos de estos complejos han sido vendidos a iglesias evangélicas para hacer retiros espirituales, aprovechándose de los planes de penetración que fueron acondicionados por los gobiernos, ya sea en tomas de agua, cercanías con la autopista y asfaltado de calles en estos caseríos, que están siendo subutilizados, porque no se siembra ni siquiera una mata de bella las once.


Lo más decepcionante y aberrante es que a pesar de este aprovechamiento de organizaciones cristianas, muchos de estos lotes abandonados han sido invadidos, creando barriadas improvisadas y trayendo mayor problema social hacia el campo, porque no existe una asistencia oportuna a estos compañeros y compañeras que buscan de una u otra forma salir de la miseria social, a la que lamentablemente han sido sumergidos por políticas del pasado IV (cuarto) republicano y errores de nuestra V (quinta) república en el espacio local.

  1. Aplicando un poquito de matemática y volviendo un poco al punto 1, me tomé la molestia de hacer este análisis:

El Estado Bolívar (sin incluir 70% del territorio Esequibo) comprende 238.800 KM2, lo que representa 25,96% del territorio nacional.

Para el año 2009 (post reforma agraria), en Venezuela a escala general en el tema del agro, se entregaron más de 2.100.000 hectáreas de terrenos para actividad agropecuaria, de los cuales 2% (corríjanme si me equivoco 42.000 hectáreas o lo que es equivalente a 420 KM2) representó al estado Bolívar.

Sumando y restando tenemos lo siguiente: El Parque Nacional Canaima comprende una extensión de 30.000 KM2; el Arco Minero del Orinoco comprende 111.523 KM2; asumiendo en sí, que la suma de ellos es de 141.523 KM2 que ''no se pudieran explotar por sus actividades determinadas'', quedan pendientes a escala de extensión territorial del Estado 97.277 KM2, que comprenden también al menos unos 30.000 KM2 de recibimiento poblacional (porque somos "pendejamente" 1.852.734 habitantes bolivarenses), más la ejecución de otros tipos de actividades económicas en sí.

Por lo tanto, si restamos esos 30.000 KM2, nos quedarían libres 67.277 KM2, y según datos del INTI, hasta el año 2009, 420 KM2 (42.000 H) fueron entregadas al agro; aplicando otra resta quedan 66.857 KM2 pendientes, de los cuales, especulando, al menos 57% (38.108,46 KM2 o 3.810.849 H) son tierras totalmente aptas y productivas que tiene nuestro Estado.

Me pregunto; ¿por qué nosotros los bolivarenses seguimos comiendo hortalizas de Barquisimeto, verduras de Mérida, pollos de Maracay y carne del Delta Amacuro o Monagas teniendo mayores capacidades?

¿Sabe qué es lo peor?; que el Estado venezolano (a través del INTI) recuperó en Bolívar 183.000 H que comprendían el Hato la Vergareña, lo que representaba una extensión territorial de 1.830 KM2 (casi 2 veces el municipio Caroní) de tierras TOTALMENTE PRODUCTIVAS (no solo en el agro, sino minería, maderera, hídrica, ganadería, entre otros) y convirtiendo este latifundio en una empresa llamada Maderas del Alba (dependencia del Ministerio de Alimentación).

¿Sabe qué se produce en Maderas del Alba en la actualidad? ¡Pérdidas y pasivos! Puedo suponer, que siendo el estado Bolívar más extenso, joven e inhóspito territorialmente, es el mayor latifundio de tierras de Venezuela en la actualidad.

Ya para resumir el texto; mis mayores deseos compañero, José Ávila, e incluso al ministro de Agricultura, Castro Soteldo, al igual que al ministro de Alimentación, Marco Torres, y al gobernador del estado Bolívar, Francisco Rangel Gómez, es que debe crearse un ente ejecutor de Estado, donde políticas de las tierras y el agro vayan de la mano, sin esos temores de pisar responsabilidades del otro; para explicarlo de manera más clara: ciertamente, el INTI se encarga de regularización, legalización, evaluación y entrega de las tierras a quienes la vayan a trabajar de verdad, pero de nada nos sirve entregar instrumentos como política soberana, sino se asume la corresponsabilidad desde el INTI de hacer seguimiento a que éstas logren el fin de ser productivas.

A veces sucede que cuando el INTI va a realizar una inspección pos entrega, y las instituciones regionales y locales se sienten intimidadas o niegan informaciones estadísticas, entre otros, para saber realidades productivas; de manera irónica, algunas personas dirán ‘’pero es que de estadística no se come’’, pero son esos números, con trabajo evaluativo e investigativo, lo que nos pueden mostrar qué es lo que estamos haciendo bien o mal.

Lo otro, no podemos seguir entregando tierras sin darle una dirección clara a los productores de la misma; no se puede permitir que siembren lo que les dé la gana o las cantidades que ellos consideren que pueden ser. Se ha visto desgaste en ciertos suelos o subutilización de tierras fértiles, al no capacitar al campesino, ya sea en el proceso de semillas, siembra o cosecha y ojo, esto no es solo en el estado Bolívar, sino a escala nacional.

Por último, seguir con la determinación con la que entró a la institución el compañero, Ávila. Hay un pueblo que después de tanto tiempo, estaba esperando una direccionalidad fuerte, sin tanta ambigüedad y titubeo. No permita que ese camino se doble. Le dejo como reflexión una frase del comandante Chávez y deseándole el mayor de los éxitos en su gestión.

"Un gobierno apuntalado por su pueblo, jamás caerá".
-Hugo Chávez Frías

(*) Órgano Regional de Tierras.

 

 



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Daniel Jesús Ramírez González

Comisionado de Asuntos Internacionales de la JPSUV Caroní, Estado Bolívar.

 danielramirez@psuv.org.ve      @DanielRamirezG

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