Agosto se va ¿Y mañana?..... ¡¡Ay mañana!!

Llega Agosto y es como si la ciudad mudara la piel; la gente luce más relajada; las avenidas y calles se ven más despejadas; el ruido y el bullicio se disipan; el tráfico automotor se hace más liviano al igual que el paso de los transeúntes por las aceras y bulevares. Los parques se revientan de gritos y sonrisas. El ritmo de trabajo desciende en muchos centros de trabajo. Caracas y las principales capitales de estados se muestran más amables a pesar de las infinitas colas para adquirir alimentos.

El receso de las actividades educativas impregna la dinámica citadina y permite entrar en una nueva estación, digámoslo así: la del tiempo libre, el descanso y el disfrute, principalmente, para la población estudiantil. Si nos ajustáramos más a nuestras propias maneras de ser y menos a los factores climatológicos, bien pudiéramos decir que Agosto es para los venezolanos el inicio de una nueva estación, de un tiempo distinto que produce cambios agradables y bien recibidos en nuestras rutinas cotidianas y dicho sea de paso nos invita a tomar las cosas con más calma y menos prisa.

Pero este año todo es diferente, se va Agosto contrariamente con más prisa y menos calma y en circunstancias muy particulares, para entrar en un Septiembre extraño, enigmático, colmado de dudas e incertidumbres. Un inicio de mes como una suerte de parto prematuro, en el que hay que aplicar fórceps y apostar a que no ocurra ningún contratiempo por el bien de la criatura y de todos. Un mes por cierto, en que se han producido episodios de honda resonancia en el carrusel de la política internacional: Derrocamiento de Salvador Allende (1973) y del ataque terrorista de las Torres Gemelas (2001), ambos eventos producidos un 11 de septiembre que han dejado dolorosos efectos en el escenario internacional.

Empero, la dinámica sociopolítica se impone y se sigue imponiendo de manera tajante en la vida de los venezolanos y una convocatoria para una concentración que en cualquier otra latitud del mundo sería considerada como un acto cotidiano dentro del juego democrático, nos coloca nuevamente en el umbral de unas circunstancias que reclaman un elevado sentido de responsabilidad, madurez, equilibrio y sensatez por estar Venezuela subsumida en una lucha sin cuartel entre dos bandos que no se reconocen. ¿Están los principales factores políticos (MUD PSUV) a la altura de las circunstancias para evitar males mayores? ¿Será posible detener la agenda de los radicalismos de ambos sectores? ¿Podrán las mayorías silenciosas, las que repuntan en la calle y en las encuestas, influir en el curso de los acontecimientos? ¡Las víctimas del factor H (hambre) que hace estragos en la población en los últimos meses se sumarán a la convocatoria de la oposición? Y los militares con sus armas responderán, en caso de que lo amerite, a los supremos intereses de la nación y no a los mandatos de una parcialidad política?

Como vemos, muchas preguntas, muchas incógnitas a despejar frente a este cimero acontecimiento del 1S. Pero ante todo, la necesidad de apostar por la calma, la paz y el sano entendimiento como la única tarea pendiente que se pueda asumir en estos tiempos de reposo interruptus con dosis elevadas de tensión, nerviosismo y ansiedad.



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Nelson Oyarzábal

Antropólogo. Gerente Cultural Profesor Universitario. Articulista

 neloyarz11@hotmail.com

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