Maritza, caso similar pero no igual

Les voy a narrar una historia de la vida real, vivencia de una madre lactante en su peregrinar para obtener la leche NAM. Un alimento recomendado para recién nacido hasta seis meses, este caso en particular. Quizás esta historia les parezca una imaginación de quien escribe o en el mejor de los casos una burda maniobra para desprestigiar o como dicen mal poner al actual gobierno nacional con la comunidad nacional e internacional; no, es que nuestro pueblo está pasando hambre, se nos está muriendo por falta de alimento; se está muriendo a mengua. Para apoyar esta hipótesis Vivas, J. (2016) dice que hay gobernantes legalizados en el poder pero deslegitimados en sus acciones de hecho que "al parecer no ven en el presente que tenemos un pueblo, y sobre todo niños que no tienen qué comer". (http://www.aporrea.org/actualidad/a233073.html).

Hechas las consideraciones anteriores, empiezo a desvelar la historia de una amiga que pario un hijo que vio la luz por primera vez hace tres meses, en este lapso de tiempo ha tenido que PARIR de nuevo para conseguirle la famosa leche NAM, cuyo precio JUSTO de bachaqueo es de bs. 5000, 00 por un envase de 0,400kgrs y hasta bs. 12.000, 00 por un envase de 0,900 Kgrs. Manifiesta que piensa que sobre ella pesa un gran castigo quizá sin haber pecado, dado por los continuos sufrimientos que le ha tocado soportar en un intento por comprar este artículo de primera necesidad para su infante, en consecuencia hasta una lluvia de gas lacrimógeno se posó sobre su humanidad con su bebé en brazos, debido a que los famosos PNB tenían que disolver una acalorada discusión entre los consabido bachaqueros que querían "colearse", no les importó que estuvieran presentes niños, padres y madres de familia así como nuestros queridos ancianos, siendo el espacio "seleccionado" el supermercado Unicasa de Bello Monte.

Como resultado, este infante a su temprana edad ya sabe lo que es una represión policial, solo por tener la necesidad de alimentarse de este líquido perlino de la consorte del toro; le tocó su turno de inhalar estos gases tóxicos que gracias a Jehová Dios no acabó con su joven vida. Bravo por esta valerosa madre que ese día a pesar de las circunstancias pudo comprar una latica de leche NAM 0,400 Kilogramos. Y a aquellas que no lograron su cometido, solo debo decirles que Jehová Dios aprieta pero no ahorca. Amanecerá y veremos.

Dé no hacer este periplo, sigue comentando esta amiga; lamentablemente le pudiese haber pasado a este Ángel (nombre) lo mismo que a ese otro Ángel de Jehová Dios llamado Royer Augusto. También no es menos cierto, que muchos de sus conciudadanos juzgan a priori, cuando manifiestan que nadie ayudó a esta familia, ¿verdad?, "que fácil es juzgar" y emitir veredicto, nadie conoce la problemática de cada hogar venezolano, a veces hay familias enteras que no sabe lo que es probar un bocado de alimento en el día, y saben ¿por qué? Porque sus ingresos no le dan para llegar a quince y último por efecto de la inflación y la devaluación continuada. En mucho de los casos; carecen de suficiente dinero para costear su sustento diario ya sea porque están desempleados o enfermos. Y, ¿acaso se ha visto a alguien tomando medidas certeras para contrarrestar estos efectos? A veces el venezolano quiere ayudar pero no puede, dado que cuando compra a veces mendingando o peleando literalmente en una cola solo alcanza para medio cubrir sus necesidades alimenticias; y si lo regala o comparte a pasar hambre se queda. Hasta eso se ha incentivado en el pueblo hoy día, el egoísmo obligado por la pobreza agroalimentaria.

Maritza; es el nombre verdadero de esta joven madre venezolana, la cual interrumpe su relato para limpiarse las lágrimas que se deslizan por su rostro curtido por la inclemencia del padre tiempo y preñado de un futuro incierto para su bebé; son lagrimas que incineran su piel como si fueran brasas ardientes al verse muchas veces impotente de cruzar tantos obstáculos que la vida sembró en su camino como una muestra de su fe para aprovisionarse de ese maná celestial sustento de su recién brotado retoño.

Prosigue narrando esta joven madre, que esto es una injusticia viniendo de un país considerado como uno de los más ricos del mundo, que no se explica cómo su gente se esté muriendo de hambre, inanición, de desnutrición chico; por falta de "papa" en el argot popular. No es justo, continuó su disertación ya un poco más repuesta de su tribulación, que el pueblo joven emigré en busca de mejores condiciones de vida, que vaya a pasar necesidad a otro país y deje a su familia rompiendo el entorno familiar; base de una sociedad.

Clama a todo pulmón, que alguien autorizado del gobierno nacional explique de manera convincente porque tantas injusticias y calamidades aquejan a este bravo pueblo que liberó siete naciones; y hoy día libra en solitario una ferviente batalla contra una crisis económica inducida por las malas praxis gerenciales y corruptelas en mancomunidad. Señores del gobierno pónganse la mano en el corazón y pidan perdón a Jehová Dios, empiecen a enmendar sus errores; a establecer puentes para un gran diálogo nacional, que permita la unión de los venezolanos y el retorno de los autoexiliados desparramado a todo lo largo y ancho del globo terráqueo. De ustedes señores gobernantes, de los independientes, de los verdaderos chavistas, de la iglesia católica, de los empresarios honestos y de verdadera oposición democrática depende la paz de Venezuela. Es decir, de todos nosotros. En concordancia con lo anteriormente expuesto, nuevamente me remito al exhorto que hizo mi Gral. Miguel Rodríguez Torres: "No permitamos que en Venezuela primero mueran miles para después salir angustiados gritando diálogo".

Ahí les dejo estas cortas líneas para la reflexión; a mis queridos compatriotas y amigos de esta linda patria que parió a hombres de la talla de Francisco de Miranda, el Precursor de la Independencia y de nuestro siempre querido Simón Bolívar, El Libertador; cuya obra inmortal la prosiguió el líder indiscutible del siglo XXI, Hugo Chávez hasta que una extraña enfermedad lo llevó de manera prematura ante el arquitecto del universo.

"Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierra y hombres libres horror a la oligarquía".

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar de la Concepción y Ponte Palacios y Blanco, El Libertador



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