El ateísmo sale de closet a dar luz a la oscuridad

Y ha sido necesario una revolución como la nuestra Bolivariana para despertar del letargo; millones de seres atascados en las penumbras del impuesto ignorar se posesionaron del oportuno derecho del conocer, sólo permisible por las Misiones educativas y la proliferación de libros gratis o bajo costos de la Feria del Libro. Desde Robinson, Ribas y Sucre se abrió el despojo a la mentira oculta que mantuvo al pueblo en ascuas del desconocimiento, se inició el despliegue del saber y se apertura el desafío de la enseñanza sin el contexto innecesario de lujoso; se enseña y se aprende en los términos de una educación con principios andragógicos, funciona y es asimilada por el receptor educando y por el educador funcional, se fusiona el debate de dos experiencias y se desparraman las ideas y la liberación del pensamiento arrestado por el dogma cómplice del esclavismos del sistema de particularidades divididas en castas de dominación. Es base de aclarar dudas sometidas al terror de abusar al pensamiento, a su libración, de abrir el closet de la oscuridad y tomar luces de evolución y revolución, de sacudir la ignorancia y que la lógica no fragüe una ilógica del juicio, es hora de descubrir lo que ocurre en nuestro entorno, sabernos sabios, y ser sabios significa dejar atrás crepúsculos, manumitirnos.

Un reiniciado ser se dispensa el valor de la facultad y derecho de elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de su sociedad, y que dentro de sus normas colectivas no halle la condición del sometimiento de otro u otros ni la constreñida obligación de una injerta disciplina del falso deber; a eso conduce la teología, embriaga al sorber el efervescente "morapio divino" de la mendacidad, arruina el tiempo y el espacio entre el nacer y vivir, condena a la servidumbre, sumisa, niega el crecer entre el talante humano y el innato espiritual, el cual roba endilgándole un estado de éter y en cuyo invisible no está apto el captar de la comprensión, se fabuliza en la parábola de historietas de elegiacos sucesos no comprobables. Sueños que adormecen la voluntad y opacan la luminiscencia del uno pensante; ese ha sido un daño concurrente en siglos del existir humano. La humanidad desadormece, y si no alude como suyo el ateísmo por resacas religiosas del subconsciente, sabe, hay cerca una luz que le aluza el intelecto y le va sacando de la oscuridad, y es esa, la revolución.



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Omar Ignacio Pinto


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