¿Mafiocracia en Venezuela?

Sí señor, eso es lo que existe en Venezuela:

¡El poder de las Mafias!

En Venezuela lo que está mejor organizado es el delito, el poder y el abuso de pequeños grupos que nadie controla, que se encuentran tanto en el sector público, como en el sector privado, que violan flagrantemente las leyes, que gozan de absoluta impunidad, la cual es directamente proporcional a la gravedad del delito cometido y al poder del delincuente.

Bien lo decía Jean-Jacques Rousseau: "Entre el débil y el fuerte, es la libertad la que oprime y la ley la que libera".

La ley es la primera garantía de la justicia social. Cuando no hay ley, o ésta es violada, el primer perjudicado es el débil, el pobre, el que tiene menos poder. Por esta razón, son los débiles, los pobres, los que tienen menos poder, quienes deben unirse y velar porque las leyes sean cumplidas por todos de manera inexorable. Pero sucede que a los pobres, esto no les preocupa mucho y en consecuencia, los poderosos hacen lo que les viene en gana. Un ejemplo de este comportamiento se observa con el fenómeno del bachaqueo: si desde un comienzo, el pueblo hubiera presionado para evitar las "ventas al por mayor" en los automercados, se habría hecho mucho más difícil esa despreciable práctica.

Otro ejemplo resaltante es la indiferencia que la mayoría de la población ha mostrado para exigirle al gobierno la realización de la Auditoría Pública y Ciudadana que permitiría entre otras cosas localizar los dólares y a los delincuentes que han ocasionado el gran Desfalco a la Nación de más 400 mil millones de dólares y atacar la corrupción!

Hay mafias por todas partes, el país está dividido, controlado, inundado y dominado por mafias: mafias pequeñas, mafias grandes, mafias armadas, mafias sin armas, mafias nuevas y de vieja data, mafias en los cargos públicos, pero también en la empresa privada, mafias en las prisiones pero también en las instituciones que se supone prestan un servicio social, como en las Misiones, los hospitales, en los Seguros Sociales, en las alcaldías, en las gobernaciones, en los ministerios, en los tribunales y hasta en la iglesia católica. Si señor, Venezuela está dominada dividida y controlada por mafias de todo tipo: las mafias del cemento, del hierro, de los vehículos, de la construcción, de la vivienda, mafias de la droga, de los alimentos, de las medicinas, de la agricultura, de la ganadería, del petróleo, del comercio. Hay mafias de la minería, del arco minero, del oro, del coltan, del hierro, de las cabillas, del aluminio. Hay mafias en los sindicatos, en las federaciones deportivas, educativas, etc. Los partidos políticos están controlados por mafias, así como también los poderes públicos, el ejecutivo, el legislativo, el judicial, el MP, la Defensoría, las cárceles. En las universidades hay mafias. Hay mafias en los mercados públicos, en los aeropuertos, en los terminales de pasajeros, en PDVSA hay mafias para otorgar contratos, en los sindicatos de CVG hay mafias, en el SENIAT hay mafias, también las encontramos en el BCV y en toda la banca, en PDVAL, CADIVI, CENCOEX, en FEDECAMARAS, en la venta de vehículos, en toda la cadena de alimentación, partiendo del mismo Ministerio, en todo el sistema de transporte, en el suministro de insumos agrícolas y para la construcción, mafias de intelectuales. Hasta la FANB se encuentra dividida en mafias. Ya hay mafias en los CLAPS, en los Consejos comunales, en las UBCH, etc.

Toda esta proliferación de mafias en Venezuela se debe en buena parte a que la gente honesta, los que pueden organizarse, pero no se organizan, no supervisan, no controlan, no piden cuentas a sus dirigentes, representantes, o a quienes eligieron para un cargo. Las comunidades han delegado todo el poder en muy pocas personas a las cuales no piden cuentas, no auditan ni controlan y mucho menos sancionan cuando incurren en faltas graves o delitos, con lo cual lo único que se fortalece es el autoritarismo, la impunidad y la irresponsabilidad de sus representantes, que gozan de todo el poder otorgado. Esto permite que se formen pequeños grupos que actúan sin ningún control. Incluso a pesar de haber sido algunos elegidos democráticamente y gozar de plena legitimidad, se han convertido en autoridades que abusan de su poder y no rinden cuentas a las colectividades que los eligieron. He ahí el germen de las mafias.

Y mientras tanto, la gente honesta, la que pertenece a instituciones con cierta organización, no se reúne para enfrentar esta situación, no hace nada para analizar y discutir el problema, para plantear posibles soluciones, para tomar medidas y definir estrategias que permitan presionar para aminorar esta calamidad, para organizarse y exigirle al gobierno la entrega de los medios públicos de comunicación e información, con los cuales se pudieran expresar y encausar muchas ideas, hacer muchas convocatorias, para poner en práctica la verdadera democracia participativa y protagónica, sin la cual será imposible hacer la revolución.

Nadie protesta por la ausencia de una Auditoría Pública y Ciudadana. Nadie reclama por la eficiencia de las instituciones públicas, por eliminar la corrupción, el nepotismo, la demora de los trámites públicos. En cierta medida todos somos responsables por omisión. Por no hacer nada. Muchos se dedican solamente a su trabajo, dicen que no les gusta hablar de política, unos se esconden, otros bachaquean, otros se van del país en busca de un país maravilloso donde puedan reconocerle sus méritos y capacidades, pero se niegan a participar en sus comunidades, no se organizan, no colaboran. Unos critican al gobierno, otros a la oposición. Otros aplauden a Maduro, hay quienes a Diosdado, a ver si consiguen algo, aunque sea un carrito, un préstamo, una casa, etc.. Otros se le pegan a Ramos Allup, quien quita. Otros intentan producir algo, pero se les hace muy difícil hacerlo en un país en donde lo más complicado es realizar una actividad productiva, en un país donde todo es desorden y quienes gobiernan lo único que esperan es que suban los precios del petróleo para poder robar y comprar conciencias. "¡Bochinche, bochinche!. ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!", decía Miranda en 1812, frase que hoy se acomoda perfectamente a la dirigencia que tenemos en el país.

Las organizaciones gremiales, sindicales, colegios de profesionales, universidades, asociaciones de trabajadores, etc., tienen la responsabilidad de revisarse, de cambiar, de vigilar a sus representantes y hacerles cumplir sus responsabilidades. El Poder Popular es el mayor de todos los poderes, pero tiene que estar organizado. La revolución se hace con conciencia socialista, con información, con organización y acción. Por esta razón, el pueblo, los trabajadores, deben tener el control de los medios públicos de Comunicación e Información. De otra manera no se puede hacer una revolución. Si realmente queremos hacer una revolución, tenemos que participar todos. No podemos esperar que otros la hagan por nosotros. Es una ingenuidad esperar que los burócratas nos ayuden a hacer la revolución. A ellos lo único que les interesa es conservar sus privilegios y el poder adquirido.

¡La revolución la hace el pueblo!

 

 

Atentamente;

Gilberto Hernandez O.

Prof. Jubilado de la Univ. de Oriente

Cel.: (0416) 580 41 81

e-mail: gilnandez@hotmail.com



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Gilberto Hernández Ortíz

Graduado en la universidad Nacional de Colombia en Licenciado en Ciencias de la educación especializado en el área de Física y Matemáticas Postgrado en Educational Media en la Universidad de North Carolina A&T State University año 1984 - Greensboro, N.C Prof. Jubilado de la Univ. de Oriente (Núcleo Anzoátegui)

 gilnandez@hotmail.com

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