¿Hacia dónde va este país?

El título original de este escrito era "¿Hacia dónde vamos"? Pero en vista de que un artículista se me adelantó y lo usó primero que yo, no me queda otra que utilizar el que encabeza esta nota.

Casi desde el mismo momento en que comenzó la explotación petrolera en el país, surgió también la preocupación porque esta actividad económica fuera a avasallar a las otras; que fuera a convertirse por esa razón en la actividad productiva predominante en Venezuela, al punto de que de esta pudiera llegar a depender exclusivamente la economía nacional. Uno de los que con mayor claridad y acierto previó esta situación fue el doctor Arturo Uslar Pietri, quien con su advertencia acerca de que debíamos sembrar el petróleo, alertaba a los venezolanos sobre el peligro que representaba el que aparte de ese producto no pudiéramos contar con otras fuentes de ingresos. Porque decía, que con el avance indetenible de la ciencia no tendría nada de extraño que se pudieran desarrollar otras fuentes de energía que pudieran sustituir el producto fósil del cual dependemos en la actualidad.

Inquietud profética la de este ilustre venezolano, porque aunque las cosas no han ocurrido exactamente como él las previó, es indudable que el petróleo para nosotros va dejando de ser el recurso que nos proveía de todo lo que una sociedad moderna podría requerir para un desenvolvimiento acorde con las exigencias de los tiempos nuevos. No se le hizo caso, tal vez por pensar que por ser Venezuela para la época el mayor exportador de petróleo del mudo, ese "privilegio" lo íbamos a conservar para toda la vida. Que toda la vida íbamos a poder disfrutar sin preocupaciones de ningún tipo de los elevados ingresos en dólares que la industria de los hidrocarburos nos estaba proporcionando. Porque hasta con motivo de la reciente bonanza petrolera Chávez pronosticó que el petróleo llegaría a los 200 dólares el barril. De allí que su gobierno, patrióticamente, tampoco hiciera nada para sembrar el petróleo.

Las cosas lamentablemente no han ocurrido como el líder del 4F las pronosticó.Todo lo contrario, los precios del crudo se han derrumbado, y esta situación nos ha sorprendido como el doctor Uslar Pietri temió que nos podía ocurrir de no hacerle caso a su consigna; es decir, sin nada que pudiera proporcionarnos los dólares que el petróleo ha dejado de suministrarnos. Claro, ante la emergencia el goltán y la minería en general pudieran llenar en parte ese vacío, pero tan poco es recomendable depender de esa actividad, porque como toda dependencia, es algo sumamente inseguro e inestable. Lo ideal sería que se pudiera emprender una acción firme, seria, orientada hacia la diversificación de la economía. Y aquí si es verdad que la puerca tuerce el rabo, porque aunque el gobierno de Maduro ha hablado acerca de este tema, sus actos y su idea sobre cómo deben administrarse los recursos de la nación, que privilegia el gasto improductivo, conspira contra la posibilidad de que con su gobierno esa diversificación pueda darse.

Por ejemplo, hablando de los recurso que de la explotación del arco minero se puedan obtener, Maduro dijo que un 60 por ciento de los mismo serían para el gasto social y el 40 por ciento restante para la promoción y estímulo de la economía. Esto viene a confirmar lo que varias veces ha expresado y que yo creo que, con el perdón de él, es un reverendo disparate. El ha dicho, repito, en varias ocasiones, que "más importante que la economía es la política y el gasto social", es decir, la dádiva, la limosna. Y decimos que es un reverendo disparate, porque sin economía, es más, sin una economía prospera y sólida, no puede haber gasto social que cumpla sus objetivos. Pero si en una economía en ruinas como la nuestra se logra realizar, mediante toda clase de trucos financieros , ese gasto social, el mismo se convertirá indefectiblemente en sal y agua, en una bonificación simbólica que no contribuirá a mejorar las condiciones de vida de nadie. Como está ocurriendo en estos momentos con las tres millones de pensiones que se han otorgado, por ejemplo. Éstas, debido a la inflación de tres dígitos, que está diezmando el salario real de los trabajadores, no han servido literalmente para nada. Bueno, me equivoco, no ha servido para nada en cuanto a los pensionados se refiere, porque para el país sí que ha significado, pues se ha convertido en un elemento que ejerce una tremenda presión devaluacionista. De tal manera, que no ha habido en los últimos tiempos devaluaciones en este país sin que ellas hayan sido inducidas directa o indirectamente por las mencionadas pensiones, o lo que es lo mismo, por "el gasto social". De allí que en las condiciones actuales de nuestro país, con la inflación más alta del mundo, este gasto constituya un despilfarro absolutamente inadmisible.

Por consiguiente, no es aventurado asegurar que promoviendo la mendicidad en lugar del trabajo, cosa impensable en una sociedad socialista, Venezuela pueda romper la dependencia del petróleo. Esto únicamente se podría alcanzar si se lograra diversificar nuestra economía, es decir, que en lugar de producir sólo petróleo lográramos desarrollar también la industria de las manufacturas. Las ventajas de una política así son incuestionables, pues además de depender menos de las importaciones y aumentar los puestos de trabajo dignos y productivos, estaríamos estimulando el ahorro nacional, especialmente el de divisas.

Si embargo, una política así tiene sus bemoles, y bien desafinados, por cierto. Eso se debe a que un programa económico que tendiera hacia esos objetivos no podría aplicarse sino en el marco de unas relaciones capitalistas de producción. Y es aquí donde está la piedra de tranca que tiene sentenciado a este país, como lo demostró la destitución de Pérez Abad. Este compatriota, conocedor de las causas estructurales que mantienen a este país en el lamentable estado de postración en que se encuentra, quiso reanimar la economía. Y empezó haciéndolo por donde debía hacerlo: por poner a producir las empresa del estado que estuvieran paralizadas, y para eso nada más lógico que regresar a sus antiguos dueños las empresas que, después de la expropiación, se encontraran improductivas (el ojo del amo engorda el caballo). Y como dijimos, nada más lógico, ya que ¿cómo se podría justificar que en medio de esta aguda situación de desabastecimiento haya empresas paralizadas, y para colmo paralizadas porque al gobierno le da la gana de que se mantengan así, inactivas? ¿A nombre de que cosa, de qué sistema político se podría ni siquiera explicar una situación como esta?

A nombre del socialismo no podría ser, porque el socialismo no tiene nada que ver con desabastecimiento, ni con ineficiencia, ni con carestía, ni con corrupción, ni con nepotismo, ni con influencias, ni con hiperinflación, ni con privilegios,, ni con quiebre de empresas y demás plagas que no sólo han pululado en estos gobiernos chavistas, que han sido una constante en ellos, sino que además los están minando aceleradamente. Y porque también los que han estado al frente de los mismos carecen de ideología. No son ni socialistas, porque jamás han sabido explicar en qué consiste este sistema. El que trató de hacerlo fue Chávez, y lo hizo tan mal, que se valió de un lema que pertenece al comunismo. Ese lema dice, para sintetizar a grandes rasgos lo que sería un sistema como ese: "dé cada quien según sus posibilidades, y a cada quien según sus necesidades". El lema del socialismo es: "dé cada quien según sus posibilidades, y a cada quien según su trabajo". Y la Constitución de la Unión Soviética, agregaba: "el que no trabaja no come". Pero si no son socialistas, tampoco son capitalistas, ni feudalistas, ni esclavistas, ni de izquierda, ni de derecha, ni revolucionarios, ni nada. No tienen una ideología que oriente la acción de gobierno hacia metas y objetivos bien definidos y determinados. Actúan, epilépticamente, según el principio que establece que según vaya viniendo vamos viendo. De allí que no tengan planes claros y concretos, planes claros y concretos que permitan establecer un rumbo bien definido y coherente.Estos planes, por supuesto, no pueden ser los Claps. Estos son apenas para atender una coyuntura muy puntual y, por tanto, no pueden ser, en el caso de que funcionen bien, sino una solución transitoria.Lo que se necesita es atacar problemas mucho más de fondo, problemas estructurales que están en la base de todas las graves dificultades por las que está atravesando el país, y en los cuales tiene puestas el fascismo sus aspiraciones para llegar al poder. Y en cuanto a Pérez Abad, bueno, este distinguido compatriota se fue, y junto con él también se marcharon las posibilidades de diversificar la economía. Lo que nos obliga a preguntar: y entonces, ¿hacia dónde va nuestro país?

Y por último, pensamos que al chavismo le ha llegado la hora de entrar, con el mejor espíritu nacionalista y realmente patriótico, en un proceso serio y honesto de autocrítica y reflexión.En un proceso de profundas rectificaciones que le devuelvan al pueblo la fe y las esperanzas que un día había depositado en la corriente política surgida a raíz del 4F. Pero sobre todo, que le ahorre al país la inmensa tragedia que significaría la llegada al gobierno del fascismo más brutal y asesino que haya conocido Venezuela en todos los tiempos. De no hacerlo así, el juicio de la historia no sería nada complaciente con ellos y los repudiaría para siempre. Según nuestro criterio, esa jornada de repensar todo lo que se ha hecho debía comenzar por plantearse las siguientes preguntas: ¿Será viable el socialismo en nuestro país? ¿Habrá sido acertada la enconada confrontación que se ha mantenido con los sectores productivos del país? Y por nuestra parte: habrá alcanzado nuestra dirigencia la suficiente madurez , sensatez y coraje para plantearse estas interrogantes?



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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