Binóculo Nº 221

La garra en el estómago

La torpe creencia de que el discurso sobre la guerra económica calmará los ánimos, cada vez más chispeantes, de los venezolanos, aún no sé si es una torpeza o una política del Estado, soportada en la soberbia de que bajo el poder de las armas se puede mantener el gobierno.

Y no es que la guerra económica no exista. Todo el mundo lo sabe. Se ha explicado hasta el cansancio. Los venezolanos sabemos que efectivamente hay un enemigo a vencer, un enemigo más diría yo, sumado a los externos y los internos. Pero insisto en preguntarme, cómo puede ser posible que casi tres años después de que arreciara la guerra, que no es nueva, esta guerra sea más guerra y el gobierno se encuentre inerte ante ella.

Siempre hubo guerra económica. Mi generación debe recordar cuando el Presidente Rafael Caldera se negó a aumentar el precio de la leche y los productores la botaron por millones de litros en lugar de dársela al pueblo cuyo nivel de miseria era extremo y la gente se moría de desnutrición. Para esa fecha los molinos también se negaron a hacer harina de trigo porque exigían aumento de precio y Caldera se negó. Fue por cierto la primera crisis de escasez de pan en el país, alimento por cierto que nadie debería comer porque además de no ser un alimento, hace mucho daño a la salud.

Pero también con Luis Herrera hubo guerra económica. La pandilla Zarikian amenazó con botar a todos los trabajadores de Telares Maracay, si no le daban subsidios para la importación de telas. El gobierno, aterrorizado, sumado a los delincuentes diputados copeyanos de la época, forzaron a darle el dinero que pedía la familia. También hubo un fuerte chantaje con el precio del café y con la amenaza de no cosecharlo más. Fue la época en que le subieron el impuesto a los licores y cigarrillos y les eliminaron la publicidad. Eso fue suficiente para que Luis Herrera Campins fuera vetado en todos los poderosísimos medios de comunicación.

Esa guerra económica ha existido siempre. Cuando se acercaba diciembre, todas las empresas pedían aumento de precio de sus productos: las productoras de charcutería, Polar como fabricante de Harina Pan y todo lo que tenía que ver con los ingredientes de la hallaca. Fue tan desfachatada la cosa que hasta los importadores de alcaparras, aceitunas, encurtidos y frutas secas, tenían la osadía de amenazar al gobierno con no importar si no le daban dólares preferenciales y les eliminaban los impuestos de importación. Eso era el pan nuestro de cada día de todos los diciembres del país. Por ello esta guerra económica no debió sorprendernos nunca.

Por allá por el 2003 comenzaron a aplicarla de nuevo, los nuevos empresarios y esa torpe oposición como una estrategia para acabar con el proceso que recién comenzábamos a vivir. Chávez, buen estratega, la enfrentó no solo con astucia, sino con capacidad. Entendió que ese era el lado flaco de cualquier gobierno y que era por allí por dónde vendría la presión, una presión que ningún gobierno soporta porque sencillamente el estómago, cuando avisa, es necesario resolver. Por esa razón nació Mercal, creo que en ese mismo año. Y si alguien se tomara la molestia de investigar, encontraría que Mercal es la mayor y más avanzada estructura de distribución pública de alimentos del mundo. Tal como la concibió Chávez, Mercal iba a cada rincón del país; y además, estaba conformada por varias subestructuras, por lo que se hacía imposible que en la distribución de alimentos se cometieran errores. Incluso, una parte de Mercal estaba concebido como un instrumento de estímulo a la producción. No contento con eso, Chávez crea Pdval que en el fondo era una especie de complemento de la distribución de alimentos del país, sumada a Abastos Bicentenarios, concebida bajo otros parámetros pero que en esencia reforzaba no solo la distribución, sino la producción.

Y ahora pregunto ¿es posible entender que esas extraordinarias estructuras las hayan cambiado por una bolsa de comida? Una maravilla de la ingeniería social destruida en meses. Una pregunta aún más seria ¿es posible que quienes quebraron todas esas estructuras, son quienes ahora distribuyeron las miserables bolsas de comida? ¿Puede un revolucionario avalar una cosa así y callarse la boca bajo el pretexto de que está amenazada la revolución? ¿Cuál revolución?

Si alguien va al supermercado Bicentenario en Valencia, sentiría una garra en el estómago. Esa gigantesca maravilla donde se compraba desde lencería, pasando por artículos de cocina hasta aceite de oliva, hoy la hediondez de neveras vacías y descompuestas, los anaqueles vacíos, los pisos rotos y empleados groseros y maleducados, evidencia el desastre de una profundamente corrupta y groseramente ineficiente gerencia que ahora maneja los clap.

Por allá frente a La Monumental, al sur de Valencia, hay un Pdval, otra gigantesca estructura que no estuvo ni un año funcionando. Hasta parque infantil tiene. Lleva meses cerrada. Todo fue cambiado por una estúpida bolsa de comida que no resuelve el problema, porque sencillamente con dos paquetes de arroz, un kilo de caraota, un pote de leche, un kilo de pasta y tuvo de pasta de diente, no se alimenta a una familia, mucho menos cada 40 días. Además, ninguno de ellos alimentos tiene proteínas, razón de la desnutrición que nuevamente comienza a verse en el país. Pobre Chávez, su obra destruida.

¿Todo eso es culpa de la guerra económica? sí. Pero no puede ser que en casi tres años, el gobierno no haya encontrado una salida y una forma de combatir esa guerra, sino que el problema se ha profundizado. Y cada vez se hace más profundo porque al problema alimentario se le suma la falta de medicamentos y la gente que muere en hospitales y clínica por falta de medicamentos; y además la carencia de cosas tan elementales como papel tualé, jabón de baño y pare de contar.

De tal manera que en lugar de redimensionar las estructuras que existían, las redujeron a una bolsa de comida, y eso ni más ni menos, es culpa de gobierno por ser tan ineficiente que no ha podido resolver el problema. Porque entonces tendría que reconocer que los poderosos bachaqueros, los que tienen el poder y el dinero para financiar, son el problema, y esos, están en el gobierno.

Y además, en lo personal, no tengo ninguna duda de que no hay forma de solucionarlo si no le entregan todo eso al poder popular y se lo quita a los militares, principales responsables de todo ese desastre.

Dice Alí que el pueblo es sabio y paciente, y no hay duda de que lo ha sido, en la esperanza de que no haya violencia. Ojalá y la mantenga, la paciencia, por el bien del país y para evitar un baño de sangre. Porque si Rondón se llega a tirar a la calle, el gobierno no tendrá otra salida que reprimir. Eso acabaría con el sueño de Chávez… y su legado.

Caminito de hormigas…

María Corina debería que algo está pasando que nadie va a sus concentraciones. Eso le ocurrió este viernes en Valencia. Allí por La Granja estaba ella y seis de ellos. Cuando fue a Tocuyito, en la plaza, apenas había 20 personas… La guerra contra Alejandro Feo La cruz para que no sea el candidato a gobernador, se profundiza. Me dice que Scarano está presionando para cerrar las salidas del alcalde… Por cierto, a pesar de los maltratos y el desprecio que siempre le hizo, Scarano montó en cólera con la ida de Ángel Álvarez para VP. Era el cuadro más importante de Cuentas Claras. En una reunión privada, dijo que se la iba a pagar… Me dicen que Ameliach le trajo mala suerte a Daniuska, la extraordinaria campeona Sub-17 vinotinto. Después que finalmente le dieron una vivienda, se lesionó… Recuerdan el barco atunero que se compró en 75 millones de dólares y que nunca pescó un atún. Pues bien, lo está negociando por debajo de cuerda, aunque es propiedad del Estado.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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