Y ha de llegar el momento en que no repudiemos la diplomacia estadounidense, sino que le signemos a cumplir el orden y respeto al mundo

EEUU se ha mal acostumbrado a lanzar improperios con total irrespeto de la norma diplomática, a embarrarla con su lodo imperial para que el mundo le obedezca suponiéndose amo de él, valiéndose de sus rati-mañas asesinas, de chantajes, haciendo entender que por la magnitud de su belicismo todo el mundo debe callar, bajar la cabeza y meterse la lengua por lo más oscuro de su diplomacia, que sólo la de ellos debe imperar; el silencio de los cementerios diplomáticos y del maniqueísmo que imponga su política hegemónica. Pero la resistencia se hace cada vez de mayor auge y de mucha dignidad de los pueblos y naciones cansada de tantas inaguantables tropelías.

El mundo y sus pueblos comienzan a percibir y a entender que unidos son invencibles ante ese horror y del entreverado apocalíptico religioso, que es derrotable aun con la amenaza de una guerra mundial, y que hasta es preferible ésta, que a la sumisión a su devaluado poder inmoral sosteniéndose a costas de exterminio del semejante. No habrá fin de mundo por mucho que le quieran producir y suponer escapar sus protagonistas a otros lares del universo; no lo permitirá la razón del ser, se impondrá el sentido de pertenencia humana y encontrará la forma y formula de evitar el desastre final.

Hoy estamos palpando las reacciones de millones de seres preocupados y ocupados por solucionar la calamidad del sistema capitalista en su última fase neoliberal fasci-sioni-nazista y recurriendo a la única alternativa de salvación, el socialismo y su determinante transformación estructural a un mundo mejor, humanista, ambiental y geopolítico posible, viable de la concertación de la multiplicidad de las ideas que no destruyan, que construyan y solidifiquen la estadía de todo lo existente necesario entre sí para decirnos humanos propiamente equilibrante con lo que nos rodea como vida perpetuable en el tiempo e imperecedera de sus individuales naturales.

Vivir lo que cada cual tenga que vivir es la racionalidad social de la existencia; alterarle, viola toda condición humana y es la irracionalidad de lo insocial, testifica al capitalismo materialista muy contrario al socialismo como fe de vida

Valencia, 26 de julio de 2016



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Omar Ignacio Pinto


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