“Simón Bolívar”, El Libertador

Nació en Caracas Venezuela, el 24 de julio de 1783 y murió en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830. Libertador de la independencia hispanoamericana. Nacido en una familia de origen vasco-galaico por su padre e isleña–castellana por su madre.

Fue en el siglo XVIII, en la ciudad de Caracas y en la casa de los Bolívar-Palacios, ubicada entre las esquinas de San Jacinto a Traposos en la hoy parroquia “Catedral” de Caracas, entre estas esquinas caraqueñas, en las que se han desarrollado sucesos de sumo interés histórico, desde la era colonial. Una ciudad a la española, en ese entonces, con patios que nos recuerdan a los patios andaluces.

Una tarde del mes de julio de 1783, se congregaron numerosas personas en la casa del Coronel Don Juan Vicente de Bolívar y Ponte y de Doña Concepción Palacios y Blanco, su esposa. Los salones estaban concurridos. Llegan personas distinguidas: el señor Obispo, el señor Oidor, el señor Conde, el señor Marqués, el señor Coronel. La servidumbre de la casa les ofrecen bebidas. Los ojos azules de Don Juan Vicente tienen un brillo especial, sonreían de contento a los invitados. Los íntimos penetran hasta la alcoba de Doña Concepción, madre por cuarta vez a pesar de su juventud. En la cuna con hermosa manta de encaje, duerme el recién nacido. Se acerca un sacerdote que es amigo de la familia: Don José Félix de Xérez y Aristeguieta, éste dirigiéndose a Don Juan Vicente le pregunta. ¿Qué nombre le ponemos? “Simón” responde él, es un nombre tradicional en nuestra familia, hay varias generaciones con el mismo.

El primer Simón de Bolívar, nativo de Vízcaya, arriba a Costa-Firme a fines del siglo XVI y es ahí cuando comienza la saga de los Bolívar en tierras americanas. Sus hermanos están impacientes por conocerlo y esperan un descuido para introducirse en la alcoba. Su padre que se percató de sus intenciones les dice: mañana os prometo que visitarán a su madre y conoceréis a Simón, ya es muy tarde y ambos tienen que descansar, hoy ha sido un día de muchas emociones. Los niños no quedaron muy convencidos de lo que le decía su padre. Juan Vicente (hijo) le dice ¡No te vayas a olvidar! Tranquilo que os buscaré a los tres para que lo vean. Es Doña Concepción, una linda criolla, caraqueña que le adornan unos luminosos ojos negros y con tez morena. En cambio su esposo los posee azules y su tez blanca. Los hijos serán, unos rubios como el padre: Juan Vicente y Juana; otros de ojos negros como la madre; María Antonia y Simón (tal vez éstos provienen de sus antepasados los celtas que se radicaron en Galicia).

En aquella casa solariega de la esquina de San Jacinto, cerca de la catedral, se escuchaban las campanadas y el ambiente bullicioso al transitar la gente por sus calles estrechas. Caracas era una ciudad de unos cuarenta y cinco mil habitantes, donde al atardecer las jóvenes y caballeros se ponían sus mejores galas para pasearse por las plazas, mayormente la de enfrente de la Catedral. Se conversaba de política, de los últimos acontecimientos, las jóvenes lo hacían de sus conquistas, de las fiesta que estaban por celebrarse y qué vestido iban a estrenar (cosas de las jóvenes de su edad).

Simón Bolívar se formó leyendo a los pensadores de la Ilustración (Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu) y viajando por Europa. En París tomó contacto con las ideas de la Revolución y conoció personalmente a Napoleón y a Humboldt.

Simón Bolívar, aunque carecía de formación militar llegó a convertirse en el principal dirigente de la guerra por la independencia. Bolívar pertenecía a la oligarquía criolla o patriciado de Caracas. El padre de Simón Bolívar, Don Juan Vicente de Bolívar y Ponte, era coronel de las Milicias de los Valles de Aragua. La familia poseía cuantiosos bienes: cafetales, cacahuales, minas, de esas vastas tierras, gran extensión de terreno donde vivía la esclavitud. Poseían también muchas relaciones y ejercçian influjo social. De hecho los Bolívar, poseedores de Aroa, zona de mineral de cobre, ejercen el señorío sobre aquella región minera.

El señorío de Aroa, con jurisdicción en los pueblos que comprendía Cocorote y San Nicolás, en 1605 fue todo de Don Francisco María de Narváez, éste fue padre de Doña Josefa María de Nazváez, esposa del Licenciado Don Pedro Ponte - Andrade. Éste fue padre de Doña Petronila Ponte, casada con Don Juan de Bolívar, abuelo paterno del Libertador. El señorío pasó a los Bolívar.

Allá por el año de 1775, Don Juan Vicente se trasladó a La Coruña (hoy A Coruña, en Galicia, España), a tratar de reivindicar ante la Audiencia, su condición de heredero, los bienes correspondientes al vínculo fundado en Caracas por Pedro Ponte –Andrade y Jaspe de Montenegro, entre los que figuraba el Pazo (casa del campo gallego) de Pena Redonda; pero el juicio le fue adverso.

Sus haciendas patrimoniales. Allí son y se sienten no sólo absolutamente libres sino casi feudales, dueños de extensas tierras. Esta hacienda de San Mateo, era un hermoso lugar , con frondosos árboles y un río con aguas cristalinas, donde el niño Simón y sus hermanos se solían bañar, claro siempre con la supervisión de los adultos.

La hacienda tenía hermosos jardines con ambiente florido del trópico. Las lianas colgaban en cuerdas gruesas desde los robles. Los caminos tenían los bordes cubiertos de violetas y pensamientos mezclados a la hierba humilde. Era casi noche. La luna colgaba sobre la montaña como un disco enorme de plata y oro.

El niño Simón era el menor de cuatro hermanos y muy pronto se convertiría, junto a ellos, en heredero de una gran fortuna. Bolívar quedó huérfano a los nueve años de edad, pasando al cuidado de su abuelo materno y posteriormente al de su tío Carlos Palacios; ellos velarían por su educación, aunque también la Negra Hipólita su esclava y nodriza, continuaría cuidando del muchacho. Entre los Valles de Aragua y la ciudad de Caracas transcurrió la infancia y la adolescencia del joven Simón Bolívar. Combinaba sus estudios en la escuela de primeras letras de la ciudad con visitas a la hacienda de la familia. Más tarde, a los quince años de edad, los territorios aragüeños cobrarían un mayor relieve en su vida cuando, por la mediación que realizó su tío Esteban (ministro del Tribunal de la Contaduría Mayor del Reino ante el rey Carlos IV), fue nombrado subteniente de Infantería de Blancos de los Valles de Aragua. Mientras esto sucedía , Simón Bolívar tuvo la suerte de formase con los maestros y pensadores de la ciudad; figuraban entre ellos : Andrés Bello, Guillermo Pelgrón y Simón Rodríguez.

Corría el año 1799 cuando Bolívar desembarcó en tierras peninsulares En Madrid a pesar de seguir sus estudios el ambiente de la ciudad le seducía: frecuentaba los salones de lectura, baile y tertulia, y observaba maravillado la corte del reino desde los jardines de Aranjuez, lugar éste que evocaría en sueños delirantes en su lecho de de muerte. Vestía de soldado en esos tiempos en los cuales España comenzaba a hablar de Napoleón, y así visitaba al marqués de Ustáriz, hombre culto con quien compartía largas tardes de conversación.

En una de ellas conoció a María Teresa Rodríguez del Toro, con quien el 26 de mayo de 1802, se casaría en Madrid en la capilla de San José, en el Palacio del duque de Frías, a los recién casados les embargaría la emoción, magia y amor. Fueron testigos del magno evento Don Pedro Rodríguez del Toro Bolívar tenía veinte años y María Teresa dos más que él. Mientras Bernardo Rodríguez del Toro padre de la muchacha, decidía dar largas al compromiso, Bolívar los siguió hasta Bilbao y aprovechó para viajar a Francia: Bayona, Burdeos y París. Inmediatamente después de la boda los recién casados se trasladaron a Caracas, saliendo por el puerto de La Coruña, y a pesar de los resquemores que canalizaban los criollos a través de sus conspiraciones, Bolívar permaneció junto a su esposa, llevando una vida tranquila. Esta serenidad conyugal, sin embargo, no duraría mucho a causa del fallecimiento de su esposa.

En San Mateo María Teresa enfermó de fiebres “malignas” hoy día identificadas indistintamente como fiebre amarilla o paludismo, por lo que el matrimonio regresó a Caracas a su casa del Vínculo, María Teresa murió pocos días después de haberse contagiado de fiebre amarilla, en enero de 1803. Bolívar se dedicó a viajar, transido de dolor, para mitigar la pena que le causó el fallecimiento de su esposa. Fue en este estado de ánimo, cuando juró no volver a casarse jamás.

Viajó por Italia en compañía de Simón Rodríguez, su amigo y maestro, también con el primo hermano de su fallecida esposa, Fernando Rodríguez del Toro y el 15 de agosto de 1805, cuando los primeros rayos de sol asomaron por una de las siete colinas del Monte Sacro de Roma, Simón se disponía a dirigirse a su objetivo. Con sólo 22 años de edad hace el juramento que lo inmortalizará ante la historia. Era más del mediodía cuando juró consagrar su vida a la liberación del continente latinoamericano, se comprometió solemnemente ante ellos que llevaría a su fin su propósito de libertad.

En sus venas desembocan varias sangres guerreras y aventureras. Heredad o tiene de donde heredar el amor profundo al suelo nativo, el fervor de la política y de la función pública. Sus abuelos han sido, con más o menos eficacia señores feudales en Vasconia, en los siglos XIII, XIV y XV, y señores no menos feudales en la América casi feudal de los siglos XVI, XVII y XVIII. Sus antepasados por la rama gallega de los Pardo-Andrade y Jaspe de Montenegro eran de abolengo aristocrático, tenían posesiones y tierras, estaban emparentados con distinguidas familias que también tenían tierras.

Regresó a Caracas en 1806 y se unió a la causa revolucionaria. En 1810 los independentistas derrocaron al Capitán General Vicente Emparan. Desde entonces se hizo protagonista de los principales sucesos y batallas por la Independencia de la Nueva Granada, a la que bautizó como República de la Gran Colombia.

En 1813 le fue concedido el honorífico título de Libertador por el Cabildo de Mérida-Venezuela que, tras serle ratificado en Caracas ese mismo año, quedó asociado a su nombre. Fue una de las figuras más destacadas de la emancipación americana.

Contribuyó a inspirar y concretar de manera decisiva la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.

El Libertador tenía un gran concepto de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, las cuales hizo presentes en cada momento de su corta vida.



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María del Carmen Gómez F


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