A 5 meses de su publicación

Del Titanic de Luis Britto García

No podemos seguir siendo "estratégicos"; estar midiendo milimétricamente nuestras palabras. Basta ya de tantas "justificaciones" y expiaciones. Esta situación de crisis social y económica, por donde se la mire, tiene a un gran protagonista como culpable: el Gobierno Nacional. Lo cual no quiere decir que no existan otros actores en el meollo del asunto. Pasa que al momento de repartir responsabilidades en la culpa, es el Gobierno quien peor sale parado; el manejo de la macro economía, las políticas cambiarias, las políticas de recaudación de impuesto, el manejo de las empresas estratégicas (sobre todo PDVSA), la planificación en salud, alimentación y seguridad nacional descansan en el Gobierno: esos procesos y lógicas no están en manos de los Consejos Comunales ni tampoco de Empresas Polar. Es que el asunto tiene hasta cierto sentido tautológico en cuanto a las respuestas que, lógica y naturalmente, debería dar el Gobierno, sobre todo el Ejecutivo. Si admitimos laxamente la tesis de la Guerra Económica, entonces aquélla se perdió, y no solo se perdió, se perdió "a paliza". Y si por el contrario, la responsabilidad mayoritaria de este profundo desbarajuste económico, social y político recae directamente en el Gobierno, entonces, por donde se lo mire, el Gobierno está entrapado en un laberinto del cual no puede escapar. La culpa mayoritaria recae directamente en él: por acción (las incorrectas) o inacción (los múltiples amagos y fintas al modo de los Pañales Guayuco o aquel desaparecido Consejo Presidencial del Poder Popular que hasta una ley especial http://www.vtv.gob.ve/articulos/2015/12/29/aprobada-ley-de-los-consejos-presidenciales-de-gobierno-del-poder-popular-2868.html).

En este orden, recuerdo aquel texto de Luis Britto García: http://www.aporrea.org/actualidad/a222900.html. Allí, el connotado escritor toma como metáfora al Titanic para describir la evidente debacle económico-social de nuestro país. Ahora me interrogo: ¿Cómo es que uno de nuestros más preclaros intelectuales no pudo echar mano de una metáfora "más amable", algo más "esperanzadora" para describir la situación del país? El Titanic no fue una empresa que pudo estar en peligro o que posiblemente se iba a hundir, no; el Titanic se hundió y a eso en gramática básica se lo llaman Pasado Perfecto; es decir, la acción se realizó totalmente, sin medias tintas. En el caso del Titanic no hay esperanzas, no hay posibilidades; el Titanic se hundió inexorablemente. La realidad habla, y habla muy duro. He visto a familiares en real estado famélico, huesudos. ¿En nombre de qué valores supremos uno se debe abstrae de estas cosas? ¿En nombre de qué Fe uno debe callar el hambre de sus familiares y amigos más cercanos?

Escribo este texto con un profundo dejo de insatisfacción. Mientras escribo estas líneas veo al presidente Maduro hacer otro anuncio para combatir lo que él, insistentemente, da en llamar la Guerra Económica. No hay que ser un "Nostradamus de esquina" para saber adónde irá a para este anuncio, este impulso discursivo que no toma cuerpo en la sociedad y, tanto peor, no pone la comida en los platos de muchísimos hogares venezolanos, ni hace que las lentejas -- ¡Dios, las lentejas!--, bajen de los 10 mil bolos que cuestan en Quinta Crespo. La Gran Misión Abastecimiento Seguro, de seguro, tendrá la misma suerte que la Fábrica de Pañales Guayuco o el Eje Orinoco Apure.

Mientras tanto, uno se pregunta si la mera simbolización, las mitificaciones o las apelaciones a las "deidades revolucionarias", son suficientes para reactivar nuestra muy frágil y rentista economía. Algo sí tiene Dios, eso sí, el Gran Creador nominaba y creaba. El Génesis, desde sus inicios, señala este prodigio sólo privativo de El Supremo (hablo de Dios, aclaro): "Al principio Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra no tenía forma; las tinieblas cubrían el abismo. Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. 3 Dijo Dios: –Que exista la luz. Y la luz existió. 4". Muy por el contrario a El Supremo, el Gobierno cree o siente que con la sola nominación de políticas en salud, alimentación, seguridad, entre otras, se transforma la realidad, que ya llegamos, por ejemplo, a la tan mentada soberanía alimentaria de la que hablan las vallas propagandísticas que estaban en la autopista Regional del Centro. No, las políticas públicas distan mucho de ser un deseo, una aspiración; su sola nominación no genera realidades; el único Creador original es Dios, según dice el libro sagrado de los católicos: La Biblia.

El asunto adquiere ribetes de escándalo, sobre todo cuando uno ve algún ministro siendo entrevistado y le lanzan alguna pregunta incómoda; éstos logran zafarse tan fácilmente, hacen que la Guerra Económica deje de ser una excusa más o menos válida y hasta la desinflan en términos de (posible) significado; la vuelven un comodín que responde todo, que agota toda posibilidad interpretativa. Así como vamos, y si los ministros siguen erosionando su única excusa discursiva para responder todo cuanto se le pregunte y les sea incómodo, la Guerra Económica será tan corriente que terminará por perder su eficacia simbólica aún para los más furibundos seguidores del Gobierno. El hambre del pueblo no se ataca con trucos discursivos, con estrategias manidas de marketing político. Se combate con producción de verdad, con planes y políticas públicas que realmente abonen el terreno para una real reactivación económico-productiva. Lo demás es Titanic y más Titanic, como dijo el maestro Britto García; ojo, lo dijo él, no yo, porsia…



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1803 veces.



Johan López


Visite el perfil de Johan López para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Johan López

Johan López

Más artículos de este autor