Un Metro de oposición

Las fuerzas escuálidas que laboran en el Metro de Caracas se han comportado de lo más generosas estos últimos días. Han liberado los torniquetes y han declarado puerta amplia, de una manera nada disimulada, al acceso de los y las adultas mayores, cosa de que las y los caraqueños hemos disfrutado de un medio masivo de transporte inhibido de los demonios mercantiles, como en algún momento lo idealizamos, chavistas extremos al fin. Sin embargo, al formularle la ingenua pregunta a uno de sus trabajadores sobre la razón de tan esplendidas promociones y manifestaciones de solidaridad en tiempos de marchas y concentraciones bolivarianas, la respuesta fue altamente sospechosa de toda sospecha: "¡Están echados a perder, es que este trimardito desgobierno no invierte en sus empresas!" Bueno, que casualidad más escuálida: todos los torniquetes se dañaron al mismo tiempo. No lo han disfrazado de ninguna manera, como hacen con las escaleras mecánicas al itinerar las averías, al prolongar esos espectáculos como trofeos a la desidia: donde deben subir, las ponen a bajar, a veces todas bajan o simplemente están paralizadas; igual los ascensores, el boicot con los trenes, operación morrocoy con énfasis en las horas pico, falla en los aires acondicionados, etc. Es decir, radicalizaron posiciones a lo interno. Lo quieren descapitalizar y ponerlo fuera de combate por aquello de que el Presidente Obrero viene de sus filas. Es, al final, un botín de guerra. Dicen ellos: "Hasta semiótico".

Café Sur-realmágico

Trasantier fui al Café Venezuela de Gradillas, y al llegar a la caja registradora, pedí como de costumbre, un guayoyo pequeño. La paciente y amable trabajadora repitió con dulzura, como debió haberlo hecho con los aproximadamente quince compatriotas que me antecedieron en la cola, la pequeña advertencia: "No hay leche". Guayoyo pequeño, le aclaré. Antier le agregó algo a la advertencia: "No hay leche, ni azúcar". Me lo tomé cerrero. Ayer: "No hay leche, ni azúcar, ni café". Me tomé una infusión. Hoy: "No hay ni leche, ni azúcar, ni café, ni agua… ni removedor". Igual hablé de lo lindo con los y las compa. Total, el café llega mañana.

Librerías del Sur

El adicto habitual, se acercó al mostrador como quien no quiere la cosa. Se hizo el pendejo acariciando la mercancía con morbo explicito, y como quien le pide al boticario el usual mejunje para aliviar el inseparable guayabo, le dijo con un graznido seco (de chimó y cocuy): "Quiero veinte kilos surtidos". El librero lo miró con ternura y compasión, pero tan prolongadamente que terminó increpándolo con los ojos, sin abrir la boca. "Unos diez entre El Gabo, Galeano y Benedetti; cinco de Ludovico y el resto en poesía", respondió el comprador compulsivo, casi de inmediato, para disipar cualquier duda. "En dos bolsas membretadas y transparentes. Por favor", agregó.

El chavismo es emancipación cultural.



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

 miltongomezburgos@yahoo.es      @MiltonGomezB

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