Sin direccionalidad política lo peor está por venir (Parte I)

La crisis

La crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela no puede describirse sino como dramáticamente peligrosa y con un futuro sombrío para las generaciones presentes y las que están por venir. Indudablemente no hay racionalidad política, ideológica, ni económica dentro de los actores políticos extremistas que conducen el debate nacional. Y no existe una verdadera conciencia de la dramática urgencia que vive el país, y las graves consecuencias que ya se aprecian y que terminarán apagando el futuro de la república en los tiempos por venir.

Los actores políticos encarnados en las cúpulas del chavismo y de la Mesa de la Unidad están enfrascados en la lucha por el poder, y usan igualmente la degradante situación económica y social de los venezolanos como trampolín para alcanzar sus intereses sobre el poder político. Los primeros, el chavismo, lucha desesperadamente y sin discurso ideológico, con tal de no asumir sus graves errores en la gestión pública, la corrupción al peor estilo de la IV república, y su arrogante soberbia que los ha desconectado de la realidad histórica que vive el país, y de la necesidad de asumir medidas y acciones contundentes que tiendan a equilibrar la abrumadora caída del nivel de vida de los venezolanos. Los segundos, el fascismo neoliberal más heterogéneo y despiadado, que ve su hora dorada de hacerse nuevamente con el poder político a costa de las cenizas del país y sus habitantes, para seguramente entregarlo en nombre de la reconstrucción nacional y "la libertad" a los intereses del capital extranjero. Hoy día hacen lo imposible por sacar al cuestionado gobierno de Nicolás Maduro.

Por otra parte, no se puede negar que sobre Venezuela exista una guerra de cuarta generación a gran escala, llevada adelante por intereses económicos y políticos de Estados Unidos, así como las trasnacionales petroleras desalojadas con este gobierno, y algunas que actualmente participan como socias con PDVSA en la Faja del Orinoco; que operan junto a políticos y empresarios de la derecha neoliberal nacional e internacional, evidenciados en un constante hostigamiento diplomático y mediático sobre el gobierno nacional, las instituciones y sobre todo la economía, que aprovechando la incoherencia e incapacidad gerencial de funcionarios de distintos rangos en el gobierno, buscan aislar al país al presentarlo como un estado forajido, y llevarlo a un inevitable colapso social y económico que permita un cambio radical de gobierno.

Ante esta continua agresión, el gobierno actúa muchas veces sin direccionalidad ideológica clara. Se dice revolucionario socialista pero es de centro izquierda, que cree que podrá convivir dialogando y dando concesiones a los factores económicos tradicionales nacionales y extranjeros. Elabora grandes concentraciones pero sin comunicación efectiva sobre los objetivos en su lucha. Sin difusión clara de planes concretos (si los hay). Se anuncian medidas de ajuste económico, a todas luces necesarias, pero que no se implementan, quizás esperando el mejor "tiempo político", para que no se conviertan esas medidas en un arma más de la derecha neoliberal. La realidad es que el tiempo se agota. La precariedad económica se devora a los venezolanos, y los está devolviendo a estados de necesidades y exclusión social superadas aparentemente en el pasado reciente de la revolución bolivariana. El gobierno lleva una guerra de resistencia en todos los flancos, no muestra capacidad para organizar una contraofensiva con objetivos claros en un tiempo razonable.

Ha resistido el estado de sitio, al igual que el pueblo que no sale masivamente, como muchos esperan a exigir la renuncia del presidente. Ese solo hecho debe llevar a la reflexión, de ¿cómo un pueblo sometido largamente a una gravísima situación económica, no ha salido a incendiar las calles? Pensar que es el miedo a la represión lo que paraliza a las masas, es un absoluto absurdo, pues las condiciones económicas y sociales de 1989, año del "caracazo", eran considerablemente menos traumáticas y neuróticamente menos explotadas por los medios de comunicación, y sin embargo la población salió a las calles contra un plan de ajustes económicos neoliberal que destruía la capacidad de consumo de los venezolanos de esa época. Pese a pequeños focos de de agitación y disturbio, algo poco estudiado contiene a las masas, pero por cuanto tiempo seguirá conteniéndola es una interrogante.

La derecha neoliberal por su parte, anuncia medáticamente, nacional e internacionalmente, la activación de un referéndum revocatorio, pero sin cumplir los requisitos completos para su activación. Esperan que solo con la entrega de un grupo de firmas, de las cuales no se sabe con exactitud cuantas son, sin verificación y nada que se le parezca, y presionando en las calles, pretenden realizar el referéndum este mismo año. El gobierno y sus instituciones es obvio que dilatan los tiempos, lo necesitan para enfrentar la crisis económica. Es claro que ningún gobierno en el mundo ante la pretensión de ser desalojado del poder como sea, se va a dejar desalojar por presiones sin hacer nada para evitarlo.

Sin embargo, la convocatoria al referéndum por parte de la derecha neoliberal es una mascara de legalidad política. Es una fachada de aptitud democrática para enfrentar la crisis política, más no la económica; de allí que la Asamblea Nacional no legisla en materia económica, ese no es el interés de momento ni el problema de fondo. La realidad para la derecha neoliberal, es que erradicar al chavismo de las instituciones públicas y sociales, en especial de la fuerza armada, luego de más de 17 años de chavismo en el poder, sería demasiado largo y hasta improbable por la vía electoral. Un eventual gobierno de esa derecha, en ese entramado institucional y legal creado por el chavismo, no podría gobernar a sus anchas para cumplir con sus compromisos empresariales nacionales e internacionales en el corto plazo. Hay que estar claros que la salida del chavismo para la derecha neoliberal, no es electoral, es radical y violenta. Se requiere una conmoción nacional que permita el desmantelamiento total de las instituciones, las leyes y los espacios creados por el chavismo en la sociedad, para ser reemplazados por una nueva forma de autoridad que reconstruya las instituciones orientado por un "gobierno de unidad nacional" para tal refundación post-chavista. Ese eventual gobierno de transición para la reconstrucción, sin duda estaría apoyado por los factores diplomáticos de EE.UU. y todos aquellos gobiernos que desde sus instancias hoy día viven hostigando y señalando al gobierno nacional. Le darían todo el reconocimiento internacional para operar los cambios planteados. La justificación internacional para la conmoción es clara: cayó un régimen que desatendió y reprimió a su pueblo en la búsqueda de una salida electoral y democrática. La muerte de muchos y sobre todo de ciertos liderazgos de izquierda esta justificada.

Sin embargo, no hay que llamarse a engaños, el chavismo existe en las calles de este país, y una situación de esta naturaleza puede llevarnos a una respuesta armada a una escala nunca antes vista en nuestra historia. Pudiendo volver a los fatídicos años de las guerras civiles de finales del siglo XIX de liberales y conservadores.

El gobierno se prepara, se anticipa a los planes y trata de evitarlos aunque muchos no estemos conciente del grave peligro que cierne sobre los venezolanos. Prolonga el Estado de Emergencia Económica y lo acompaña de un Estado de Exención. Busca medidas para contener y neutralizar las aspiraciones violentas, e incluso se plantea un Estado de Conmoción Nacional, previendo el desborde social que sirva de escenario para la destrucción violenta de la V. República. El fin de la revolución bolivariana.

La certeza es que de continuar este camino de volatilidad política, se irá profundizando el hambre y la descomposición social por todo el país. En el mejor de los casos, la confrontación política nos puede llevar a cambios sucesivos de gobiernos ante la imposibilidad de gobernar en un total estado de precariedad social y económica. Recordemos los hechos políticos vividos por Bolivia y Ecuador antes de la llegada de Evo Morales y Rafael Correa respectivamente.

La crisis económica y social se agudiza, y el gobierno no tiene las capacidades materiales necesarias (divisas) para reimpulsar la economía nacional. No será posible mantener la alimentación y la salud de más de 30 millones de habitantes dependientes de las importaciones en las actuales condiciones económicas y políticas. La distribución casa por casa de bolsas de comida, palia la necesidad de algunos, pero no resuelve el problema de la distribución. Los huertos familiares y urbanos, ayudan a intentar cambiar la actitud improductiva de la mayoría de los venezolanos, pero toma su tiempo en germinar en la mente de los ciudadanos. Los recursos no alcanzarán para todos y el ciudadano debe estar conciente y preparado par esta situación. La única vía para la sobrevivencia es la organización familiar, vecinal. El trabajo cooperativo y la conciencia de que la Venezuela rentista cambió.

Esta lamentable situación es el resultado de un complejo y largo proceso de decadencia social, que ha venido destruyendo la vida de la republica por más de 100 años con el rentismo petrolero como eje fundamental de nuestra vida cotidiana, e impulsado por prácticas incoherentes de los actores políticos y económicos que se han hecho del poder, con fantasiosas promesas de liberación y progreso. Esto junto a los velados intereses trasnacional que se aprovechan de la nulidad del pensamiento crítico nacionalista de mucho de estos actores, movidos más por sus mezquinos intereses individuales de lujo y poder, que sobre la necesidad de construir una verdadera nación independiente.

El chavismo de Chávez, indudablemente, surgió en un momento de quiebre histórico del modelo político partidista y de gestión pública que gobernó al país hasta 1997. Surgió como inspiración renovadora para la reconstrucción de un país sin dirección ideológica y desconectado de su historia, de su presente y menos de la construcción de un futuro. Este proceso, apoyado en una nueva constitución y el deseo de una nueva sociedad participativa y protagónica pretendía "refundar la Patria". Valores compartidos por millones de venezolanos esperanzados en la guiatura de un hombre que se atrevió a asumir la responsabilidad del fracaso de una acción; de un golpe de estado que invito a los venezolanos a soñar en una Venezuela de cambio posible. Sin embargo, en el camino de transformación revolucionaria algo ocurrió, algo no se revolucionó y todo se mantuvo dentro del mismo modelo de gestión que se intentaba superar. El Rentismo Petrolero del Estado Benefactor.

enriquefotografias@gmail.com

 



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