El porque el rescate de la memoria histórica

Un pueblo sin memoria es un pueblo debilitado; promover el olvido es una estrategia de las clases dominantes. Debilitar, hacer vulnerable, manipulable, las conciencias a través de las diferentes mediaciones ideológicas como formas de controlar o impedir los movimientos de liberación de los pueblos.

Ante la guerra mediática, la invitación a las nuevas generaciones es la de construir la memoria histórica inscrita en la larga lucha y resistencia popular como arma que permita enfrentar las actuales tácticas de sometimiento cultural e ideológico del hegemón imperial y sus lacayos nacionales. La historia de los intentos de cambios sociales en Venezuela ha sido una continuidad de explosiones de rebeldías de los explotados, de la gente común y corriente, que siempre ha sido traicionada.

Como bien lo decía el Comandante Chávez, es una lucha que no ha terminado, y relacionaba la Revolución Bolivariana con las grandes luchas que han habido en nuestro país, desde la resistencia indígena contra la conquista española, la guerra de independencia, las luchas campesinas con la gran revolución federal, el movimiento restaurador y las luchas de la época moderna en contra del imperio. Y la Revolución Bolivariana está en grave peligro.

En este sentido, es necesario que se constituyan redes populares formativas para entender que somos sujetos históricos de un proceso permanente de rebeldía, de transformación, que lo ocurre ahora, no es más que los intentos de traicionar una vez más la oportunidad de liberación, esta vez, del modelo capitalista rentista, de la pasión consumista y hedonista que la dictadura mediática ha inducido en la sociedad.

Es tarea ineludible la construcción de una nueva subjetividad de la revolución y es allí donde juega un papel importante la reconstrucción de la memoria, para comprender lo que somos y construir el tejido social y político necesario que orienten los procesos hacia construcción de la nueva sociedad, diferente, no enajenada. Está prohibido olvidar.

Los esfuerzos de individuos y colectivos por la reconstrucción de la memoria histórica de grupos sociales afectados por los procesos de invisibilización como es el caso de las victimas de la violencia del Estado sobre minorias, pueblos indigenas, luchadores sociales, etc., son aun escasos.

Esfuerzos como la del lamentablemente fallecido Prof. Pedro Pablo Linárez, líder del Colectivo de la memoria histórica de los años 60, hace emerger el destino de los luchadores de los movimientos de liberación nacional (1959-1999). Se presentan allí los sacrificios personales y colectivos, sus destinos con frecuencia marcados por la prisión, la tortura, la desaparición; emergen con toda su miseria los traidores, los antes luchadores convertidos en feroces perseguidores de sus antiguos camaradas, la presencia de personajes siniestros del Imperio, pero también la solidaridad de combatientes internacionalistas. Es esta la historia que se quiere que olvidemos, para repetir sus actos impunemente. Por eso a Obama no le gusta que se hable de historia, porque la de ellos es monstruosa.

Por eso debemos estudiar la historia del capitalismo, las luchas en contra de ella, investigarla, leer, interpretar, transformar realidades sociales, a través de una acción dialéctica con el saber cotidiano, con la vida real. Implica entonces, una tarea formativa y autoformativa de las comunidades en un proceso serio y riguroso de investigación. No puede ser un trabajo de solo especialistas, todos debemos involucrarnos.

La memoria histórica es necesaria para la consolidación de los movimientos populares, debido a que nos permite tomar conciencia de cual es nuestra situación en el contexto social. Hasta el año 1999, la verdad está surgiendo, a partir de allí, la verdad debe establecerse, develarse, de otra manera, no habrá justicia ni habrá paz.



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