Una carta irreverente

Hay pequeñas cosas por las que vale la pena vivir, pequeñas cosas si, como es tomar una cerveza con un amigo, una copa de vino, un whisky en las rocas con agua de coco, una paella valenciana o un sancocho llanero en el calor del hogar, ver el color de una mariposa, oler la fragancia de una rosa, o el escuchar a los nietos llamarte abuelo.

En estos momentos hay pequeños placeres de la vida, que nosotros viejos y desenchufados desde hace mucho por ser chavistas honestos y creer en sus prédicas. Como yo hay millones, y que hoy, no podemos disfrutar con nuestros nietos de pequeños placeres por los que vale la pena seguir viviendo. En mi caso me refiero a Marcelo y Samara.

Estos pequeños placeres de vivir y compartir la sonrisa de un nieto, cuando de la mano entras con ellos a una heladería y le compras un helado servido en copa, de fresa, coco y limón, pues hay helados que ya hoy cuestan más de mil bolívares aparte el IVA y la propina.

Hay pequeñas cosas como esa, por las que vale la pena vivir y seguir vivo. Pero que ya hoy no se pueden hacer por caras y costosas, y si es que las consigues sin hacer cola.

Todo ha cambiado y es que el socialismo debe ser para dar riqueza y felicidad, al pueblo y no pobreza.

No vale la pena señor presidente, cuando se es revolucionario chavista, sentarse a dialogar a cada dos por tres con personas que no piensan como usted. Hay que hablar menos y hacer más señor presidente, recuerde que por la boca muere el pez.

Si esto hace, DIALOGAR CON LA OPOSICIÓN QUE LO QUIERE DERROCAR. Cosa esta que ha hecho en más de una ocasión, usted, está traicionando los ideales que dice defender. Pues está dejando en parte que ellos –la oposición- sean los que gobiernen, ya que en un diálogo con la derecha opositaría, parte y parte gobierno y oposición deben ceder, para llegar a acuerdos.

Me parece ciudadano presidente que ya usted a concedido demasiados BENEFICIOS al enemigo, a costa de su pueblo, (recién los nuevos precios de SUDDE de los productos de higiene personal). Señor presidente que aumentos estos tan barbaros. Si concedidos a esos mismos industriales importadores que dicen que usted es colombiano y que por eso no puede seguir siendo presidente de Venezuela, - Si es por eso Carlos Andrés también lo era.

A esos industriales importadores –que no hay ni uno preso- que de forma ramplona se llevaron miles de millones de dólares baratos, que usted y sus ministros le aprobaron en mesas de diálogo y conciliación en Miraflores a espaldas de su pueblo chavista. A partir de entonces vamos de mal en peor.

Cuídese señor presidente la traición anda muy cerca de usted. No hable tanto de paz ni de Dios, pues la paz esta reñida con la guerra económica y el golpe que está en proceso contra usted. Para que exista paz hace falta contar con el contrario, y el enemigo continúa cada día preparándose para la guerra. -Si quieres la paz prepárate para ganar la guerra- y vence al enemigo.

No meta a Dios en sus discursos, Dios no se mete en política. Si fuese así, cabría el preguntarnos de que parte está Dios de parte de usted o de los otros.

Recuerde señor presidente la derecha endógena está en su gobierno esperando el turno de dar su zarpazo.

Recuerde presidente, la quinta columna que el general Emilio Mola tenía en Madrid, formada por el enemigo, los simpatizantes al golpe de estado franquista. Madrid estaba sitiado por los rebeldes, que en cuatro columnas, avanzaban amenazantes sobre la capital. Una «quinta columna», formada por los fascistas en el interior, infiltrados entre la propia población y organizaciones de la República, trabajaban clandestinamente para favorecer la victoria franquista.

Hoy, en la permanente lucha en defensa del bienestar, la clase trabajadora se siente infiltrada por quintas columnas, que diciendo que defienden sus intereses, hacen lo contrario.

Mientras escribía esto a usted, señor presidente se derritieron los helados que pensaba disfrutar con mis nietos, en la heladería con bolas de fresa, limón y coco.

Soñar no cuesta nada para un abuelo, que compartió con Chávez, su último sueño de revolucionario. Para que exista paz en Venezuela es necesario que exista justicia social.



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José Juan Requena


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