Los revolucionarios de ayer

Por ahí andan, insuflados en sus grandes reflexiones, ocultando en ellas sus verdaderos intereses. Por ahí andan, ahora sin los libros de El Ché, que tanto les acompañaba otrora, reflexionando en flexibilizar posturas. Son ellos, algunos rojos del ayer, quienes ves titubeantes, inseguros, sudorosos ante una situación peliaguda como la del hoy. Llamémoslos así: los revolucionarios de ayer.

Intentan deslastrarse, distanciarse, y para ello se enmascaran en reflexiones disque proyectadas, en las que vislumbran un futuro muy poco acomodado como para sus intereses. Se alejan cada vez más, pillalos, el silencio también es una forma de hacerlo. Callan, y al hacerlo otorgan. Seden el paso ante la crítica mordaz del enemigo, y se hacen de la vista gorda ante la burla soez que aquel esgrime. Buscan desvincularse, nótalos, en su afán de hacerse de un futuro espacio con ellos, si, con ellos, con esos que aspiran volver.

Tienen su cronología: comenzaron dudando de aquello que profesaban, pasaron a la postración, siguieron en la negación y, ahora, "yo no fui". Así dicen: "yo no fui". Hoy han dejado la camisa roja guindada, y con ella la imagen, el símbolo. Y la idea, esa que ya sabemos que nunca entendieron ni amaron, se les torna en pesadilla y la refieren solo como penoso pasado.

Era a ellos, si, a los que se referían aquellos pasajes que hablaban de "los acomodados". Ellos, los acomodados, solo se complacen con el placer personal. Son flexibles, esa es su cualidad, y se cobijan bajo cualquier manto sin importar el precio. Para ellos no existe la Historia. No les importa si ayer blanco, verde o convergente. Nada les importa, solo su bienestar personal. Y ante la crisis, saltan talanqueras, cambian de color. Ayer se les veía rojos, rozagantes, hoy están blancos, y no de pálidos precisamente.

Es así, son así. Amen de la teoría darwiniana, se adaptan para sobrevivir. Su necesidad de adaptación, que no es otra cosa que el acomodarse, trasciende cualquier principio de moralidad. Moral, carajo, ¿qué es eso? Se preguntan. Claro, la lógica del dinero, el estatus, el poder, eso si lo saben, eso si los mueve.

Todos estamos mal, claro que si, pero como ellos no. Ellos si están fuñidos, como dice mi madre. A ellos les pasará factura la historia, o la vida, para ser más corrientes. Les pasará factura la vida al no poder, por su traición a la idea y a ti, camarada, levantar más nunca la mirada ante los ojos del pueblo que no olvida.

Se quieren zafar en una burla inconsciente, torpedeando con su acción lo último que nos queda de sueño y de posibilidad de concreción. No se dan cuenta del tiempo, perdieron el sentido de la oportunidad. Su acomodada realidad de hoy, esa que buscan perpetuar negando lo que significó su camino de ascenso, les hace pensar en el mundo en términos de aldea y vecindad. Quizás lo logren, como ya muchos otros, pero no serán ni sombra cuando pase toda esta tempestad.



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Francisco Ojeda


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