La transformación del agua en época de escasez y racionamiento

El agua acompañará, más que a las civilizaciones, al esplendor de las culturas. Estas florecerán a su lado, en la dirección de sus vertientes. Habrá que seguir escudriñando sobre sus misterios y saber cómo tratarla esquivando el enajenamiento mercantilista que produce su simple comercialización, el que sin más augurio que la sentencia ya señalada, abrirá el horroroso expediente de las guerras en su nombre. Pero el agua en su mansedumbre, no solo será el espejo donde reposará la imagen de un pueblo virtuoso, será como lo ha sido, la flor transformadora de sus atributos, moldeará su identidad, coronará su conciencia y su emancipación cuando estos se lo propongan.

Hay seres que con sus actos y creaciones (Bolivar-Chavez), transforman los usos, costumbres y hasta la cosmogonía de los pueblos. Las revoluciones irrumpen con tal fin. Los cambios culturales no solo emergen por pura evolución o como consecuencia de largos procesos de acrisolamiento. Algunas culturas, así como sus significantes cambios, son producto de cálculos milimétricos, planificaciones fraguadas al ritmo de la paciencia de sus creadores en los tiempos históricos. Hablamos de que la gota recordará el surco zanjado sobre el cristal que deja otra al paso del rocío. Es decir, podemos crear, planificar y ejecutar la cultura que le dará o transformará la identidad de nuestro pueblo y lo podemos hacer a nuestra imagen y semejanza, y ello configurará una auténtica revolución.

En estos tiempos de deterioro ambiental con su consecuente recalentamiento climático, la larga sequía a la que ha sido sometida la geografía Caribe en su plataforma continental, solo espera una chispa para que se incendien los montes y las praderas. El Warairarrepano ha vuelto a quemarse. Cientos de hectáreas otra vez envueltas en llamas ¡Que dolor! Claro que ahora hay mayor organización para enfrentar este flagelo que a veces es provocado por mentes criminales orientadas por intereses partidistas, pero el daño ecológico, como las tragedias emocionales, solo logran curarse con el tiempo y por lo pronto, no hay agua para sofocarlas.

Pero desde allí mismo, desde sus faldas, viendo la Gran Caracas, uno puede echar a volar la imaginación y de un golpe, borrar los miles de cientos de quilómetros de tuberías de aguas servidas, que son más que un estigma de la podredumbre sobre la cual se asienta la estética citadina, por donde además, se vierten millones de litros de agua potable. Por supuesto, prescindir de toda esa maraña que facilita el deshacerse de las excretas humanas, supone innovar en una tecnología superior para el logro del mismo fin, el que a lo interno del hogar, exista el dispositivo por medio del cual, el excremento sea transformado de tal manera, que no requiera estar conectado a semejante derroche de arcaísmo, del brutal despilfarro de un recurso tan vital como el agua, atado a la rémora del oscurantismo.

Bueno, así como la innovación en el transporte, evocando los vehículos (automóviles) voladores, acabaran con la lógica, de las calles, avenidas y autopistas, tal y como las conocemos y esto a su vez, revolucionara el concepto de las urbes y sus espacios comunes, los que contribuyen al fomento de la libertad y el desarrollo de los seres humanos, el desmantelamiento de la red de cloacas, y su afluencia de materia fecal en las vertientes de agua natural, nos dispararan a una nueva concepción de las ciudades y sus culturas, mucho más asépticas, sanas, limpias, y por lo tanto más bellas y saludables.

Por fortuna no me toca a mí lidiar con el detalle (detrás del cual se esconde el diablo), de la innovación tecnológica. Mi tarea es especular desde esta ladera de nuestro cerro madre, sobre la grandeza de una ciudad que invita a seguir su ejemplo, de cómo derrotar a los imperios, ayer como hoy, a la cultura que aún nos esclaviza.

Ahora, mientras avanzamos en el proceso revolucionario, que impone el ejercicio de la soberanía del pueblo, como devuelto de mil batallas, el Warairarrepano sigue ardiendo, a pesar de contar con más agua de la que necesita a sotavento, nada menos y nada más que la del Mar Caribe en su costa frontal y la del Océano Atlántico en su fachada oriental (dícese de un volcán de agua en su interior que cada cierto tiempo estalla).

Los cortafuegos de la montaña guardiana, deberían estar constituidos por un sistema de riego de agua salada que humedezca constantemente, sobre todo en verano, la tierra y la flora, tanto de Vargas como del Dtto Capital. Tenemos más que suficiente la energía para su extracción, su desalinización y su bombeo a los mil cuatrocientos metros sobre el nivel del mar al que hay que enviarla.

Si por lo pronto, no es posible deshacerse del obsoleto sistema de cloacas como aspiraría el progreso urbano, por lo menos si lo es, el sustituir con un sistema alterno, toda la red de fuente de agua que no sea para el consumo humano (alimentación e hidratación), me refiero a toda aquella agua necesaria para el aseo, tanto humano como de la infraestructura física, la utilizada por los bomberos, las fuentes, lagunas y espejos artificiales. Literalmente podemos mantener hidratadas, limpias, aseadas y embellecidas nuestras ciudades con abundante servicio público como para brillar en el universo y deshacernos de la tentación de algún poeta a cantarle con sus versos al tufo que despiden ciertas ciudades.

El chavismo es emancipación cultural.



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

 miltongomezburgos@yahoo.es      @MiltonGomezB

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