El nacionalismo militar como superación del capitalismo rentista

Simón Bolívar en un intento por avizorar el destino político de lo que fue la Gran Colombia, pronunció una de las frases más cargadas de filosofía de la historia que nos legó, cuando sentenció: "Colombia será una universidad, Ecuador un convento y Venezuela una cuartel". Con esta frase Bolívar atinó a diagnosticar correctamente la transición institucional que se daba en Venezuela, donde el Ejercito Libertador se aprestaba a sustituir a la iglesia como ente conductor de los destinos nacionales, desde el momento que decidimos independizarnos de España. Los 185 años que han transcurrido desde 1830, han sido testigo de la impronta militar en la conducción de los destinos republicanos, tal cual como El Libertador lo dibujó en el Discurso de Angostura de 1819. En los primeros setenta años de ese tránsito, el Ejército Libertador se diluyó en las montoneras del caudillismo decimonónico.

Con la llegada de los andinos en 1899, la dupla Castro-Gómez se propuso y logró levantar un nuevo ejército nacional con la expresa intención de someter al redil político, a los señores de la tierra. El nuevo ejército creado por los andinos fue la palanca maestra que hizo posible la centralización del poder, y permitió que el estado cubriera toda la territorialidad de la nación, y acabara con la segmentación política impuesta por el poder de los latifundistas convertidos en caciques regionales. Este ejército castro-gomecista de extracción popular, nació para enfrentar el poder de la vieja oligarquía de la tierra, apuntaló la transferencia de la propiedad territorial que se dio en del Gomecismo en beneficio de las bases sociales de este régimen, debilitando económicamente el poder de los terratenientes. En consecuencia, la raíz anti oligárquica de este ejército es históricamente indiscutible. Este perfil sociopolítico del nuevo ejército venezolano se ha hecho sentir en la defensa de nuestro principal recursos explotable: el petróleo. Cuando los líderes de este ejército por los años treinta del pasado siglo, tomaron conciencia de la importancia de la renta petrolera en el existencia de la nación, afincados en pensadores de la talla de Pedro Manuel Arcaya, Gumersindo Torres, Vicente Lecuna, Alberto Adriani y otros, brotó en este cuerpo castrense el nacionalismo petrolero y la idea de construir reconstruir guiado por el estamento militar. Con Marcos Pérez Jiménez un proyecto nacional revolucionario comenzó a tomar forma. De no haber tenido este perfil nacionalista antecedente, el ejército no hubiera podido enfrentar con éxito –con el Comandante Chávez a la cabeza-, el desmadre antinacional en materia hidrocarburera impulsado por la derecha venezolana, la meritocracia petrolera y el imperialismo en los sucesos del 2002-2003.

El presidente Chávez logró controlar a PDVSA, sin embargo, el virus aperturista siguió enquistado en la empresa, horadándola ética y económicamente. El control que en el periodo concesionario se logró sobre las multinacionales petroleras, a través del Ministerio de Energía y Minas, jamás se volvió a concretar en los tiempos bolivarianos. Hoy cuando PDVSA amenaza con dejar de ser roja-rojita y volver al rodil aperturista de los Giusti y Sosa Pietri, apoyada desde la Asamblea Nacional controlada por la derecha, ha surgido desde el seno del gobierno el Decreto 2.231 creador de la COMPAÑÍA ANONIMA MILITAR DE INDUSTRIAS MINERAS, PETROLIFERAS Y DE GAS (CAMIMPEG), quedando así todos nuestros recursos petroleros, gasíferos y minerales, sometidos al control de ejército nacional. Esta es una jugada maestra del presidente Maduro mediante la cual se concretan varios objetivos políticos, a saber:

1.-Enfrentar la embestida contra de la soberanía nacional desatada por el imperio, para apropiarse de nuestra riqueza natural, a través de sus tratados comerciales y del expediente guerrerista. Corresponderá al ejército en alianza con el movimiento obrero-comunal eliminar esta amenaza.

2.-Mostrarle a la oligarquía criolla y sus compinches que el petróleo y demás recursos naturales ahora tienen doliente de primera magnitud patriótica, a fin de evitar que se reedite el entreguismo de la PEDVSA aperturista.

3.-Deslindar la lucha política actual entre patriotas liderados por el ejército y vende patrias anidados en la Asamblea Nacional.

4.-Asumir la salida nacional revolucionaria a la crisis del capitalismo rentístico impulsada desde el ejército, una vez que la realidad demostró que la izquierda acompañante de Maduro, no tenía los requisitos teóricos, ni capacidad de gestión para empujar el carro del socialismo.

5.-Demostrar que se puede ir hacia el capitalismo normal afincado en la renta del suelo y subsuelo con un nuevo liderazgo militar y obrero.

6.-Apuntalar la salida nacional-revolucionaria antimperialista en tanto defensora de la soberanía nacional y de la renta de la tierra, lo que necesariamente, empuja a solidificar los intentos integracionistas latinoamericanos que viene desde los días de Francisco de Miranda.

7.-Manatener la unidad de comando de la fuerza Armada Nacional, sustentada en el nacionalismo territorial, histórico y geopolítico que nos permita expedirle acta de defunción al capitalismo rentístico y prepararnos ideopoliticamente para la reconquista de espacios en disputa como el Esequivo.

En conclusión, el pueblo venezolano espera que urgentemente se concrete la alianza del movimiento obrero-comunal con el nacionalismo militar (depurado de sus malos soldados), en la consecución de un nuevo país que sea capaz de producir sus propios alimentos, y que en un tiempo no muy lejano materialice los objetivos del Plan Patria 2013-2019.



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Humberto Trompiz Vallés

Historiador y profesor universitario jubilado, especializado en historia petrolera de Venezuela.

 htrompizvalles@gmail.com      @trompizpetroleo

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