Roland Denís y la interpretación equivocada de la crisis en Venezuela

En una extensa entrevista para el portal audiovisual Aporrea R. Denís expone una síntesis de su pensamiento critico con respecto a la revolución bolivariana. El cuadro se plantea en el espíritu del anarquismo de sello troskista. La revolución ha sido traicionada. Ha devorado a sus propios hijos para venir a morir en la famosa orilla.

R. Denís uno de los actores institucionales de la revolución, junto a otros ex funcionarios que arman una corriente crítica que hoy niega la revolución bolivariana, sus 17 años de lucha en el embate más nihilista que se conozca, se sitúan de esa forma en el limbo del pensamiento critico revolucionario.

La crítica nihilista de R. Denís refuerza el posicionamiento de la burguesía oligárquica venezolana en contra de la revolución. Hay entre ellos un punto vital de encuentro. Refuerza los estados de confusion ideological y política en el pueblo venezolano con respect al proceso revolucionario.

En el pensamiento y los análisis de R. Denís brilla por su ausencia el enfoque marxiano del carácter de la crisis económica, social y política que ha venido reptando y hoy se enquista al cabo de los años devenidos de revolución. Hay en Venezuela una lucha de clases por el poder que desencadena la revolución bolivariana, distinta a las contradicciones clasistas que han signado la realidad política venezolana en el último siglo. La revolución bolivariana saca a la superficial de manera descarnada el antagonismo irreconciliable de la lucha de clases. Si los sucesos del "caracazo" ponían de relieve la naturaleza reaccionaria de la oligarquía apoderada de Venezuela, es sólo la revolución bolivariana la que pone de manifiesto el carácter profundo del antagomismo de clases del sistema. Ha sido la burguesía oligárquica que ejerce (tiempo presente) el poder fáctico economico sobre el capital la que, retada a un duelo a muerte por la revolución popular, reacciona con la violencia típica de la contrarrevolución fascistoide que cultivan en sus seno las derechas sempiternas en América Latina. Ese cuadro de descarnación y desencadenamiento de la lucha de clases no se da ni en Bolivia, ni en Argentina, ni en Brasil, ni en Ecuador. Allí obran procesos reformistas neoburgueses que logran con mayor o menor eficiencia social la administración del capital de la clase burguesa dominante. En Venezuela se desencadena el caos revolucionario por la evolución del reformismo hacia formas revolucionarias por la toma del poder y la transformación del estado burgués.

He analizado en varios ejercicios comparativos el devenir de la revolución bolivariana con el de la revolución cubana. La primera no toma el poder económico. La segunda lo toma mediante la insurrección armada y la nacionalización forzada del capital burgués. La primera pasa a administrar el poder económico en manos de la burguesía - poder productivo y financiero - , mientras la segunda se hace con el monopolio estatal del capital. Ambos procesos de lucha por la toma definitiva del poder se trancan, el uno, Venezuela, por la real oposición de las oligarquías empoderadas, el otro, Cuba, por el empoderamiento de la burocracia política de la nueva fuerza revolucionaria.

Diecisiete años de revolución bolivariana en lucha de clases frontal con la burguesía apoderada atrinchera a las fuerzas revolucionarias en el cascarón del viejo estado. El movimiento hacia la centralización del poder, su verticalización bajo esas circunstancias no deja de ser una reacción legítima de autodefensa y proyección popular al mismo tiempo. La dominación del nuevo estado cubano sobre la sociedad deviene de la doctrina del poder del real socialismo eurosoviético que ha confundido dictadura del proletariado desde el poder del estado con democracia socialista desde el poder de las clases trabajadoras y el pueblo organizado. La revolución bolivariana está lejos de ese tránsito reaccionario, por cuanto la lucha por el poder y la transformación del estado está en ciernes.

En ambas realidades el problema del estado y la revolución permanece como un capítulo abierto. Cuba, su partido llamado comunista ha desistido de la lucha por la revolución socialista. Entender que la revolución social era o es sinónimo de revolución socialista, es no entender la esencia del cambio imperativo del modo de producción e intercambio. El partido cubano enganchó la revolución a la esfera de la distribución de la riqueza, desechando la posibilidad del real cambio revolucionario, la transformación de las relaciones sociales de producción. Hoy ya ni se lo plantea. Ha emprendido un claro reformismo de corte socioliberal que pone a la revolución en el franco camino de la transición capitalista. La revolución bolivariana está ante todo eso. Y la actual dirigencia de la revolución, encarnada por la fuerza política del PSUV, desde los tiempos de Chávez, no ha tenido, no tiene, la profundidad de pensamiento critico para ver esa deriva de la revolución cubana y aprender sobre las cosas que vendrán. La innegable necesidad de solidaridad de las dos revoluciones ante un escenario de hostilidad capitalista e imperialista contra ellas tira un velo de utilitarismo politico entre las mismas incompatible con el camino revolucionario hacia el socialismo.

La realidad es que hoy la revolución que permanence en el camino de la lucha por el socialism es la venezolana, no la cubana. Pero 17 años de poder politico apenas han servido para lo que era ineludible hacer desde ese poder en Venezuela, saldar la catastrófica deuda social del estado con el pueblo venezolano. Esa sola razón invalida todo enfoque politico nihilista contra la revolución bolivariana. Cuando hoy la fuerza política bolivariana organizada en el PSUV pierde el poder parlamentario por una abrumadora mayoría de la oposición votada por ese pueblo, la rectificación que amerita la revolución no es el anarquismo del pensamiento. Muy tempranamente, lo que al pueblo cubano le lleva más de cincuenta años de inmovilismo, el pueblo venezolano da por asumido como derecho conquistado el avance social sin precedentes en el continente que la revolución bolivariana en sus 17 años ha logrado para las mayorías, y entiende, sumida en la deformación cultural del modelo capitalista de exclusion, que la coyuntura del desabastecimiento no es una coyuntura en la lucha de clases descarnada que la burguesía le tira al propio pueblo, a las clases trabajadoras ilusionadas con la transformación del país,

Cuando R. Denís niega en el vacío argumental que la crisis económica que atraviesa Venezuela sea resultado de la guerra económica explícita que la oligarquía apoderada le lanza al gobierno bolivariano para lograr su derrota, transforma su discurso en apologia propagandística conectada con la oligarquía venezolana. Para negar el hecho de que la coyuntura de la crisis económica sea parte esencial, no única, de la estrategia de la lucha de clases de la burguesía, hay que desmontar de manera científica los estudios y argumentos que ha presentado la economista Curcio en su análisis de los factores que demuestran la guerra económica oligárquica. Ahí es donde cobra valor el intercambio dialógico critico. No se puede desde el facilismo del pensamiento anárquico pretender enfrentar el pensamiento crítico científico.

Otra cosa, correlacionada, es que las políticas económicas del gobierno bolivariano no lleguen, como no lo hacen, a emprender el camino, también científico, de una eficiente reorganización macroeconómica. Al respecto mi último artículo (anterior al presente) en Aporrea plantea un camino posible de carácter estratégico ante la coyuntura política de la crisis económica.

No basta con la eficiente reorganización macroeconómica del ejercicio de gobierno. No vendremos a dar cátedra académica. Hay una revolución en marcha en Venezuela. Una revolución socioeconómica que debe entrar en el camino de la revolución socialista. El empoderamiento popular desde abajo en el desarrollo de esa revolución es esencial. Pero un apoderameinto que defina claramente que se trata de transformar el modo de producción, las relaciones sociales de producción capitalistas. Esa fase de lucha y trabajo ha sido enterrada por la revolución cubana. La revolución bolivariana lucha porque así no sea en Venezuela.

La idea del poder communal que pueda transformar el estado burgués en estado comunitario es un logro político práctico del pensamiento revolucionario venezolano. Esa idea se siembra sistémicamente cuando se reorganice y reimpulse el proceso de cambio de las relaciones sociales de producción e intercambio. No existe otra línea estratégica para el éxito de la revolución socialista. En el camino está la lucha por la socialización de los medios de producción y la democratización del capital, el productivo y el financiero. Ese camino recrudecerá la lucha de clases que contra el pueblo y la revolución ha planteado la burguesía raccionaria, y recrudecerá la agresión imperialista estadounidense, que como vemos, ha comprendido que el enemigo a vencer es Venezuela, ya no Cuba. Aquí tiene razón R. Denís, la revolución bolivariana ha venido venciendo en esa lucha de clases. No hay lugar para el nihilismo contra ella, ni contra los hombres y mujeres, que en sus aciertos y sus errores lo han hecho possible. R. Denís ha sido uno de ellos.

José Martí invitaba en sentencia infalible a los revolucionarios latinoamericanos, a "andar en apretada marcha como la plata en las raíces de los Andes".



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Roberto Cobas Avivar

Economista, activista político y social

 rcavivar@gmail.com

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