El 4 de febrero de 1992, la herencia

Como a las 2 de la mañana se escuchó una explosión, una gorda explosión. Entre el sueño y la vigilia dije, ¨estalló un depósito de "pólvora"¨ (me refiero a fuegos artificiales). Y seguí durmiendo el sueño de los inocentes. Casi al instante de habilitar mi vida paralela sonó el timbre escandaloso de mi teléfono. ¡Ajá, quien es!, dije. La voz de una mujer dijo allá, "Prenda el televisor y escuche un mensaje, hay un golpe militar". Hice lo que dijo, y estaba Eduardo Fernández en la pantalla de Venevisión, sin maquillaje, sin escenario, condenando un levantamiento militar que se daba en la ciudad". Pero frente a la ventana de mi habitación ocurrían cosas más interesantes y dejé a Eduardo Fernández, El tigre, ¡mmj!, y me asomé. Estaban unos soldados sacando de un vehículo a unas personas y las tenían sentadas en el piso de la calle con las manos en la cabeza. Luego se escucharon disparos. Ráfagas, tiros aislados, otra vez ráfagas. Luego hubo un silencio largo hasta que el reloj marcó las 9 o 9 y media de la mañana, cuando varios vehículos policiales quemaban cauchos a toda velocidad con todas sus sirenas encendidas. Los militares se había retirado como a las 5 de la mañana.

Todo lo demás fue enterarme en televisión qué había pasado en realidad. Resulta que a cuadra y media de mi casa queda el edificio de la DISIP, en los Chaguaramos. Esa calle, o sea, Las Ciencias, y la que sigue, hasta la que sube en curva hasta la DISIP, fue tomada por veinte paracaidistas: diez del lado de acá (acá de mi casa) y diez del otro lado. Y la explosión había sido un cohete o una bazuca que voló una patrulla de los policías, los cuales resistieron un momento. Pero ahora creo que al verse repelidos con un fuego superior de fusiles automáticos y de soldados resueltos, dejaron de disparar y se replegaron dentro del edificio. Y las personas detenidas y obligadas a permanecer sentados en el suelo eran periodistas.

Ya, bien tarde, creo que en la noche, se presentaba expuesto ante la prensa al sedicioso (como un premio de caza, de la democracia, al decir de los comentarios), para que el pueblo lo reconociera (lo que a la larga funcionaría más bien en favor de los rebeldes, porque el pueblo pudo conocer a su comandante). ¡Qué sorpresa!: Un oficial muy alto, muy grande, por efecto del contraste, con uniforme de paracaidista es custodiado por dos oficiales bajos y regordetes de la Armada. El oficial capturado está un tanto más adelantado de sus custodios, por eso casi que los opaca, ¿por efectos de los reflectores, por efecto de sombras? No se sabe. El teniente coronel deja un mensaje a aquellos rebeldes que todavía en Maracaibo y en otros puntos de ataque se resistían a entregar su rebelión sin escuchar la voz de mando de su jefe.

"Primero que nada, quiero dar los buenos días a todo el pueblo de Venezuela y, este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada de Valencia: Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre. Ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra. Oigan al Comandante Chávez quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional, es imposible que los logremos. Compañeros, oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este Movimiento militar Bolivariano. Muchas gracias."

¡Qué golpe para la clase política esmirriada!, astuta y cobarde de sí. Lo que, a la vieja usanza de la hipocresía burguesa sería humillar a un sedicioso se convirtió en pocos minutos en una victoria política, en una oportunidad política calculada, gracias a la inteligencia rebelde y revolucionaria del joven oficial de 36 años. Resulta que, con el pretexto de apaciguar a los comandantes que todavía resistían con cierto éxito en el interior del país este comandante de tropa hizo que lo "lanzaran" por televisión nacional emitiendo un mensaje de supuesta rendición. Y así, esos aburguesados adecos le abrieron sin saber una súper cancha. Los gringos, la CIA no hubieran perdido la oportunidad de desaparecerlo o fusilarlo al instante. Pero la misma CIA llegó tarde a la inteligencia del Comandante. Fue ahí cuando el indio se presentó al país y al mundo como el Comandante Chávez asumiendo la responsabilidad de la rebelión.

Y fue ahí cuando nos heredó dos de los más importantes mensajes políticos que se conozcan desde de las declaraciones y proclamas de Bolívar y Zamora.

El primero:

"Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital". Este "por ahora" nos recuerda que esa rebelión fue una acción de guerra, no un golpe de Estado oportunista. Que se había perdido una batalla, pero no la guerra. Una guerra, que más adelante supimos era una revolución socialista, de la cual llegamos a saber sobre sus inicios, cuando comienza, pero no se sabremos cuándo acabará. Siempre se estará peleando hasta que la revolución se encarne en nuestras vidas y maneras cotidianas y se haga en la eterna conquista de imposibles.

El segundo y más concreto: …

" Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este Movimiento militar Bolivariano. Muchas gracias."

Este fue el verdadero golpe. Pero un golpe a la cara de la pacatería burguesa, a la cobardía y picardía de la democracia burguesa. A saber: el golpe de hablar con la verdad, de alguien que fue capaz de asumir la responsabilidad de sus actos en público; de asumir la responsabilidad de la rebelión y de sus consecuencias, de cargar en la conciencia con sus muertos.

Eso fue una acción nunca esperada, inaudita, insólita para los cobardes y pusilánimes. Los dejarían a todos fríos y perplejos (Casi como los sorprendió, tres años atrás, la poblada del 27 de febrero, del famoso caracazo).

Sin embargo, esta vez, mostrar el rostro y hablar con la verdad fue un Shock para los adecos y todos los demás politiqueros, que les heló su alma apacible y cómoda, que los paralizó de miedo. Es decir, se cagaron de verdad verdad.

Los únicos que recibieron bien el mensaje, que entendieron lo que estaba pasando fueron los más humildes, los eternos humillados y engañados. Fue como una reacción explosiva de clarividencia, la epifanía de una experiencia de luz, de un sentimiento de esperanza colectivo.

El 4 de febrero de 1992 renacería la revolución de Bolívar y Zamora en Chávez.

Una de las pocas lecturas inteligentes que he hecho sobre Venezuela está vinculada a la historia. Se trata de la Suma de Venezuela, de Mariano Picón Salas. Me referiré a ella según lo que entendí en esa historia mínima de Venezuela, escrita en tan solo en pocas cuartillas. Picón Salas resume la historia de Venezuela en tres o cuatros episodios de relevante importancia que señalan un sentido moral nacional, de valores heredados, que se sostuvieron en la memoria popular y nacional hasta la fecha en la cual fue escrita. Bolívar, Zamora, Castro, López Contreras y Gallegos, están como referencias. Pero el asunto relevante de esta Suma es el valor que Picón Salas rescata de la herencia. Se heredan valores, siendo la herencia misma un valor, valores nacionales pero fundamentales por ser universales. Porque, como pueblo, los compartimos con todos los grandes pueblos. Porque la herencia es herencia de humanidad, no de linajes, no de privilegios, se hereda nobleza de espíritu, arrojo, sentido de justicia, voluntad de ser libre. Y esa investigación que indaga en el espíritu del hombre y que pertenece a Picón Salas es otro trocito de nuestra herencia.

El caso es que el 4 de febrero de 1992 es otro nudo histórico que se le podría añadir a la Suma de Venezuela de Picón Salas, en el cual brillan dos declaraciones proféticas, por ser revolucionarias. Porque una revolución es un eterno "por ahora"; es "sentido del momento histórico", y es asumir la responsabilidad de nuestros actos.



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Héctor Baíz

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