Un voto de confianza para la agricultura

Remontarnos a tiempos de aquella pequeña gloria agrícola, cuando fuimos felices bueyes de cada milímetro de nuestra tierra, cuando creímos éramos brutos, pero no nos faltaba burreada la comida, cuando hacíamos fértiles los campos, cuando el conuco nos daba de comer día a día, cuando padecíamos de los lujos, cuando no éramos tan educados y refinados en nuestros gustos.

Y cuando la "industrialización capitalista" no nos merodeó ni sus terráfagos nos invadieron ni vencieron, cuando no éramos víctimas de su dependencia. Hoy se nos presenta como dilema tras la gran necesidad de haber visto pasar infinidades de oportunidades, obviando el poder habernos convertido en la gran potencia agrícola, hoy lloramos lágrimas de sangre viva por errar, errar y errar sin necesidad, por haber despilfarrado el oro negro que con bonanza gastamos sin haber desarrollado ni tecnificado nuestra salvadora agricultura ni el legado de nuestros ancestros labradores del futuro.

Pero la confianza, empeño y voluntad son la única manutención de levantar la esperanza; nunca es tarde, si se escucha con justa sinceridad la voz del pueblo, si abrazados a él tomamos las riendas. Démonos el voto de confianza de cultivador indispensable, de auto-sustentarnos la papa, no dependamos más del explotador, especulador, estafador ni de su alta oligarquía burguesa y aprendices soñando ser de iguales robando a su mismo pueblo.

La rebelión nos llama a acción inmediata, que no como cerdos en la granja nos hemos de comportar; el campo, la leña y el fogón nos espera y ha de ser nuestro deleite, disfrute y satisfacción sudar bien la arepa que nos comemos, su sabrá bastante distinto a la de esa Harina-Pran-Polar, la carne ni el pollo tienen marca, pero sí la marca original del pueblo, esa, sin la avara plusvalía.

Hemos sido capaces de derrotar a la vieja rancia política culpable de nuestros envenenados males actuales de su cultura revanchista; y ese mal nos influye en errores de manipulaciones, coexisten entre nosotros, los arrastramos y la lucha está en que desaparezcan de raíz cultural, la cual debemos transformar y cambiar estructuralmente; solo quedan escasos segundos, minutos y horas.

Examinado estos 17 años de revolución podemos concluir que muy a pesar de tantas novatadas, hemos aventajado mucho en la consciencia del pueblo, tanto, que ha sido capaz de juzgar entre los 40 años de desidia social y estos 17 de espectaculares logros al intransferible bienestar común de una nueva y verdadera sociedad humana; solo eso, en tan corto tiempo en una revolución es base o pedestal para encaminar no solo una revolución agrícola, sino toda una revolución de extraordinarios viniendo a ser cotidianos libertarios de los pueblos empoderados, lo que por siempre se le consideró infrecuente a ellos.

La revolución bolivariana chavizta llegó al proceso de radicalización; pero eso, no significa como el opositor quiere hacer ver y creer, de que va estremecer la voluntad de pueblo, muy por el contrario, se ha enaltecido la democracia en su justo sentido y la mayor prueba fehaciente le consiste nuestra Carta Magna y su manojo de Leyes Orgánicas, eso, no le pueden ni le podrán invisibilizar, tiene 17 años de relación entre pueblo y gobierno, pueblo que está por convertirse en el Ejecutivo Nacional que emplazará al viejo Estado Todo Poderoso por el Estado Originario del Pueblo y para El Pueblo, estamos cerca del gran salto del Cambio Humanitario Universal.-



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Omar Ignacio Pinto


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