"El pueblo"

…Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó…

Estas palabras iniciales del himno nacional engloban en su significado de manera total a los habitantes de nuestro país sin ningún tipo de discriminación, lo cual como consigna política en su momento, no es de considerar desacertada, pero poniendo los pies en la realidad me obligo a hacerme esta pregunta ¿estarán incluidos como “bravo pueblo” esa masa popular que llenó las principales calles de Porlamar en el sepelio del “conejo”, o el sin fin de “bachaqueros” explotadores de sus hermanos de clase, o el silencio protector a los delincuentes en las barriadas populares?.

El hacer una revolución implica en primer lugar el Educar (en la amplia acepción de la palabra), y todas las medidas reinvindicativas hacia esa buena parte de la población abandonada a su suerte, no puede separarse en lo absoluto del hacerla útil no solo para sí sino para la evolución del País hacia su propia independencia económica (Venezuela en este caso). Ardua tarea en nuestro caso especifico como nación, porque ¿cuál es la calidad (en términos productivos) del material humano con el cual se pretende trabajar? De origen rural en su mayoría la población marginada a las grandes ciudades, “Caracas en particular”, no llegan ni siquiera a calificar como obreros especializados, con las excepciones del caso que sin lugar a dudas también los hay.

Los ancestros recientes de las actuales generaciones de marginados, comenzaron a emigrar a las ciudades desde la muerte de Gómez, en busca de salir de la opresión inhumana por parte de los terratenientes, su oficio definido hasta ese momento era el de peón agrícola o pecuario, pasando a ser en las ciudades prestadores de servicios, (mucamas, cocineras, jardineros, choferes, y policías, por ejemplo), con el tiempo y ha medida en que aumenta esta emigración a la par que se multiplica generacionalmente, se inicia el periodo de la “supervivencia” la cual tiene como consigna de vida el “a como dé lugar”. Hay que hacer notar que mucha de esta emigración masiva fue estimulada y se incrementó con los gobiernos adecos. El dictador Pérez Jiménez tenía como una de sus metas acabar con los “ranchos” periféricos de Caracas, poniendo límite por una parte a su fabricación, y reubicando en complejos residenciales como el 23 de Enero (para la época bautizado con el nombre de 2 de diciembre), a muchos habitantes de dichas barriadas populares. La caída del dictador y el famoso plan de emergencia de Larrazábal, estimuló de nuevo la emigración a las ciudades y a Caracas en particular, pero donde “se rompe el molde” es con los gobiernos de Betancourt y Leoni, ya que habiendo Betancourt perdido las elecciones en la capital, Acción Democrática estimula la emigración del campo a la ciudad con fines electoreros.

Con Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno se abre la espita a la emigración colombiana y en menor grado a las de otros paises del sur y del Caribe, la cual engrosa más aun el cinturón marginal a las grandes ciudades, prolifera la figura del buhonero, y se inicia el auge delictivo en cifras que a la llegada de Chávez al poder ya eran alarmantes.
Chávez un militar con olor, sabor, y dolor de pueblo irredento, ordena cesar la represión a las masas populares, no mas persecución a los buhoneros y mano suave con la delincuencia a la cual hay que ganar con comprensión y prevención. Al final esta última se vuelve indetenible hasta los niveles que hoy estamos sufriendo, lo cual obliga al gobierno de Maduro a implementar medidas represivas de alto impacto, pese a las cuales el problema delictual sigue azotando a toda la población en forma indiscriminada.

A mi humilde entender en la gestión de Chávez hubo dos errores básicos fundamentales, el primero confundir delincuencia con pobreza, y el segundo meter en saco común como enemigos de clase a toda la clase media (y en particular a la clase profesional en la cual el Estado invirtió para que obtuvieran sus conocimientos, hoy huida en desbandada del país) conjuntamente con los dueños del capital, a su vez el primer error antes nombrado contribuyó a desatar el fenómeno delictivo hasta cifras inusitadas ante la aparición de una impunidad de hecho que no de derecho, impunidad esta escudada y blindada en el subterfugio de la esencia de clase. Es decir la expresión más inicua del egoísmo humano hasta en su graduación más ominosa como el sicariato y las muertes atroces por motivos fútiles, horrores tratados como si fueran delitos menores, dignos de comprensión.

No niego, ni pudiera hacerlo dado mi formación política y profesional el origen de la delincuencia como producto de las desigualdades sociales, sin embargo así como con una acertada educación como parte de la prevención en los niños y jóvenes incursos en delitos menores es efectiva para recuperar a estos incursores en la delincuencia, existen límites en donde a mí concepto los esfuerzos preventivos para recuperar al ciudadano se estrellan con la realidad. Chávez pensó que con los programas sociales lograría redimir a los delincuentes en general, al final la laxitud en la parte represiva por parte del Estado nos llevó a una situación como la actual, donde somos unos de los países distinguidos a nivel mundial con el vergonzoso pendón de los más altos índices delictuales.

Lo peor al respecto es que en la masa marginada cuyos parámetros de vida son la supervivencia al no existir represión toman como natural el acto delictivo como un valor positivo para supervivir, y esto se ha extendido hacia los cuerpos policiales y la misma Guardia Nacional.

Pero qué se puede esperar cuando la corrupción dentro de los cuadros dirigentes y burócratas del Estado con o sin complicidad con la burguesía parasitaria, por lo común pasa “lisa” en un caldo de cultivo donde la complicidad y la solidaridad automática de las altas esferas partidistas y gubernamentales impiden la aplicación de sanciones.

Y lo que hasta aquí he expuesto es la parte visible del problema, quedaría por hacer una discusión seria con especialistas de alto nivel del cómo hacer para revertir esta gravísima situación que nos agobia, a mi criterio hay que cambiar de raíz el esquema educativo, y facilitar y exigir a nuestro habitantes acordes a sus capacidades las alternativas de trabajo o estudio. En otras palabras el Estado debe facilitar los medios, pero a su vez no debe tolerar en lo absoluto que existan ciudadanos en plena capacidad física e intelectual que no estudien ni trabajen, el planteamiento dirigido a cada uno de los ciudadanos con valor de ley sería, o trabajas, o estudias, o estás en la prestación del servicio militar, o estas medicamente incapacitado, o estas jubilado, y de no llenar estos requisitos te caerá el peso de la ley. Por supuesto que estas medidas coliden de frente con el populismo clientelar.


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Arnaldo Cogorno


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