Qué esconde la Inflación en Venezuela

Los temas económicos siempre han estado apartados de las preferencias populares, por la cantidad de términos técnicos  que utilizan para expresarla y el empleo de matemáticas, en apariencia complicada, que hacen cuando  menos fastidioso, por no decir: intimidante, el tema de la economía. Pero una vez que la entendemos, nos damos cuenta que esos tecnicismos y cálculos no son más que una fachada para que el común de las personas no lo entiendan y no se enfrenten a los desmanes que, a través del manejo económico de unos cuantos,  nos perjudican a todos.

Uno de los problemas más sentidos por nosotros los venezolanos, actualmente, es la hiperinflación (inflación por encima del 100%) que estamos padeciendo, y la clave para enfrentarla, es entenderla.

Mitos de la inflación.

Se nos ha dicho siempre que la inflación o es culpa de los bancos centrales al emitir mucho “dinero inorgánico” o culpa de los consumidores cuando compran mucho y la demanda supera a la oferta; y por esta razón se dice que es perjudicial que haya aumentos generalizados de salarios. Antes de explicar de dónde sale la actual inflación, específicamente en Venezuela, desmontemos esa patraña de que la inflación es culpa de los bancos centrales o de los consumidores.

La supuesta emisión de dinero inorgánico de los bancos centrales es una gran mentira; primero porque si la expresión: “inorgánica” se refiere a un dinero sin respaldo; es bueno que sepamos que desde que se eliminó en el mundo el patrón oro como respaldo de las monedas, TODAS las monedas del mundo se basa ahora en la confianza en la economía de cada país y no en ningún respaldo real; ni hablar del dólar estadounidense, que eso sí es verdad que es puro papel pintado. Pero por otra parte, también es falso que sean los bancos centrales los que emitan la mayor cantidad de dinero circulante en cualquier país del mundo. Los bancos centrales sólo emiten los billetes y monedas que circulan, pero eso no llega ni al 10% del total de dinero que circula en un país, porque el resto es dinero electrónico;  es dinero que circula a través de tarjetas de débito, crédito, transferencias bancarias y otros mecanismos que no requieren la existencia de dinero físico; y este dinero electrónico lo crean los bancos privados, cada vez que emiten algún tipo de crédito. Más del 90% del dinero que circula, los crean la banca privada; de manera que es falso que sean los bancos centrales los que crean inflación por emisión de dinero. Más adelante demostraré que además, no tiene que ser cierto de que una mayor cantidad de dinero circulante, tenga que producir, indefectiblemente, inflación. Luego, la otra farsa de que la inflación es producto de una sobre demanda; es decir, que se produce cuando la gente compra mucho determinados productos, se desmonta de la siguiente manera (y aquí ya entraremos en el análisis de la Ley de Oferta y Demanda): cualquier productor o comerciante que oferta un producto o servicio en el mercado, lo que aspira es a venderlos todos. Ya cuando un producto o servicio sale al mercado, en su precio van incluidos los costos de producción y la ganancia del productor o comerciante; de manera que cuando hay una demanda inusual de esos productos o servicios, se materializan las aspiraciones iniciales de los productores y comerciantes, que es vender todo lo que ofertan en el mercado; lo que significa que recuperan los costos de producción y además obtienen las ganancias esperadas por ellos. Cabe entonces hacerse una pregunta: ¿Por qué suben los precios cuando la demanda supera a la oferta?  Alguien pudiera respondernos: porque esa demanda extra obliga a los productores o comerciantes a gastar más en materia prima, personal, horas extras, etc. para poder cubrir la demanda, lo cual no sería del todo cierto, ya que esos costos marginales (que son aquellos en los que se incurre en ese momento para aumentar la producción) producen un mínimo impacto en la estructura general de costos de una empresa, ya que si las ventas son muy altas, las ganancias diluyen esos costos- Por eso son inexplicables, desde los costos de producción,  los márgenes de aumento de precios que se experimentan cuando hay un incremento extraordinario de la demanda. La única explicación que tienen esos aumentos de precios, y es lo que realmente ocurre, es que cuando la demanda supera a la oferta, se produce una escasez de esos productos, y ante la escasez, los empresarios y comerciantes saben que los consumidores, movidos por la necesidad, están dispuestos a pagar más, y sencillamente se aprovechan de esa situación y elevan los precios; pero cuál es la parte del precio que se incrementa; como ya vimos, no es la que corresponde a los costos de producción; la que se incrementa es la que corresponde a la ganancia. El productor o comerciante se aprovecha de que tienen el producto que  la gente necesita, y ante esa ventaja, aumenta discrecionalmente su margen de ganancia. Este robo a mano desarmada lo beneficia en dos sentidos: primero gana más sin incrementar la producción, y segundo, al arrancarle rápidamente (incrementando el precio) el dinero extra que tienen los consumidores, evitan que otros productores o comerciantes se incorporen a producir esos bienes, y de esa manera se quitan competencia; creándose o manteniéndose un monopolio u oligopolio en esos productos. Entendido esto, podemos darnos cuenta que cuando hay mucha liquidez (cuando hay mucho dinero en la calle, cualquiera sea su causa) la gente gasta más, porque es obvio que en el Capitalismo son muy pocos los que satisfacen todas sus necesidades; pero lo que es falso es que eso deba convertirse, ineludiblemente, en un aumento general de precios (inflación).

La inflación en Venezuela

En Venezuela el problema de la inflación tiene varios factores que trataré de explicar; pero de plano aclaro que no tiene nada que ver con la supuesta emisión de dinero inorgánico del Banco Central, ni mucho menos por el consumo de nuestros pueblo, que por primera vez en la historia democrática, tiene dinero para satisfacer buena parte de sus necesidades; gracias a una más justa distribución de las riquezas que todos producimos.

Nuestra inflación nace de una distorsión en el mercado cambiario. No es un secreto para nadie que por tener una economía sustentada en la renta petrolera, dependemos mucho de las importaciones; y el precio final de esos productos importados, en el mercado venezolano, va a depender del precio de la divisa. Nuestros gobiernos revolucionarios han mantenido el tipo de cambio entre el dólar estadounidense y el bolívar anclado en varias ocasiones, con el propósito de que los importadores de materias primas e insumos totalmente elaborados, puedan ser adquiridos finalmente, en el mercado interno venezolano, a precios de fácil acceso para la mayoría de nuestro pueblo. Así funcionó muy bien hasta que hubo la necesidad de implantar un control de cambio en el año 2003, debido a que la oligarquía de este país (los Mendoza, Capriles; Machado Zuluaga, etc. y por supuesto, los banqueros) en su desespero por sacar a Chávez del poder, comenzaron a comprar dólares en enormes cantidades para liquidar las reservas en dólares del país, ya que prácticamente el único que oferta dólares en Venezuela es el Gobierno, puesto que tenemos unos empresarios que, aunque muchos exportan, utilizan siempre los dólares del gobierno y no los propios. No olvidemos que cuando el gobierno nos vende un dólar, eso significa un dólar menos de nuestras reservas. La intención era la de debilitar la capacidad de pago de Venezuela ente los acreedores internacionales, al dejarnos sin reservas; eso obligó al gobierno a implementar el control de cambio.  En ese momento los banqueros pasaron a jugar una posición clave en el ataque a la economía; y ante el surgimiento de un insipiente mercado negro de divisas (natural en un país donde hasta el perrocalientero siente que necesita dólares), comenzaron a fortalecerlo apropiándose fraudulentamente de inmensas cantidades de dólares, aprovechándose que los trámites se hacían a través de ellos, falsificaron solicitudes equivalentes a millones de dólares; así se redujo aún más la oferta de divisas en el mercado legal y crecía la demanda en el mercado negro que luego era alimentado con esas divisas “robadas” por la banca, y que colocaban cada vez a un precio mayor. Mientras más dólares se robaban a través de su intermediación, y como consecuencia de eso se reducía la oferta legal, podían elevar cada vez más el precio en el mercado negro y así se hizo muy apetecible captar dólares legales para incorporarlos al mercado negro; de allí surgen los raspa-cupos. Eso, por supuesto, le abrió las agallas a más de un corrupto dentro del gobierno que sirvió de canal para que los ricos y banqueros siguieran asaltando los dólares del estado, a cambio de su respectiva coima. Luego, para hacer más fuerte el ataque a nuestra economía, lanzaron una página web con la intención de  hacer masivo y de fácil acceso el precio de un dólar ilegal que ellos controlaban a plenitud. Finalmente, ante la escasez inducida de divisas, que fortaleció el mercado negro, la página web se convirtió en una referencia para todos los que querían comprar o vender divisas, y en consecuencia se convirtió en un marcador de precios en el mercado interno. Si entendemos esto que acabo de narrar, es fácil comprender, entonces, que los precios del mercado interno se vieron afectados por una referencia especulativa (el precio del dólar paralelo) que es manejada a voluntad por unos actores políticos y económicos que descubrieron una forma de atacar la economía del país sin importarles las consecuencias que eso acarrearía a todos los que habitamos esta patria.

Al convertirse ese dólar especulativo en una referencia para fijar precios, afectó la estructura de costo de casi todos los medianos y pequeños productores, que tienen que comprar sus insumos en el país a precios especulativos, y muchos de ellos, aunque mantengan sus márgenes de ganancias, se ven obligados a elevar sus precios por el impacto de los precios especulativos en sus costos. Eso ha hecho poco eficiente a la ley más revolucionaria que se haya promulgado en este país, me refiero a la Ley de Precios Justos; ya que esta ley respeta la estructura de costos, pero establece un límite razonable (me atrevo a decir: muy razonable) a los márgenes de ganancia. Pero la especulación llegó a los costos, y ahí no puedes obligar al comerciante o al productor a rebajarlos.

Posible solución a la inflación en Venezuela

Siendo, que como ya explicaba, la inflación en Venezuela es básicamente especulativa (inducida); es lógico pensar que un control en los precios sería la solución, sin embargo, un control de precios por sí sólo no es suficiente, ya que le deja exclusivamente al gobierno esa labor, que en este momento le es imposible cumplir, en virtud de que la especulación ha alcanzado a todos los eslabones de la cadena de comercialización de todos los productos. El ataque a la inflación inducida requiere un trabajo conjunto entre el gobierno y el pueblo. La tan cacareada contraloría social es imposible con los niveles de oscurantismo en la información que debe salir de nuestro gobierno revolucionario. Para que la gente pueda entender que efectivamente lo están robando a través de la especulación y en consecuencia, combatirla, debe saber a quiénes se le entregan divisas del estado y a qué precio, y con cual finalidad. Esa información debe estar publicada en alguna página web o portal del estado. Pienso que es la única manera de recuperar la confianza perdida en las políticas económicas del gobierno y de contrarrestar la campaña de que la inflación es sólo culpa de políticas económicas erradas. El pueblo debe saber además, quienes son los distribuidores y a qué precio distribuyen, para luego reconocer al detallista especulador. Allí debe contar con la acción efectiva y rápida del Estado a través de organismos nacionales estadales y municipales que acompañen al pueblo en el combate de la especulación.

 El oscurantismo en el manejo de los recursos del Estado sólo beneficia a los ineficientes y a los bandidos, a más nadie. Cuando no hay mala intención en la gestión, podemos explicar cualquier error en la ejecución de las políticas y tomar los correctivos necesarios. Aquí no se trata de salvar a ineficientes y menos a corruptos; se trata de salvar a la Revolución. El oscurantismo no sólo oculta a los ineficientes y corruptos que pueden estar en el gobierno, sino que fortalece el ataque de la derecha apátrida.

Nos espera un 2016 con una posible baja del precio del petróleo, lo que agravaría más la situación. Hay que hablarle claro al pueblo sobre la actual coyuntura económica. Nuestro pueblo puede entender que nuestros ingresos dependen en más de un 90% de los ingresos petroleros y que ante una caída tan abismal de los precios (que no es culpa del Gobierno) debemos, TODOS,  hacer ajustes en el consumo. Debemos priorizar importaciones que debería hacerla directamente el estado y venderla a los distribuidores.

No se le puede seguir mandando el mensaje al pueblo que no importa el precio del petróleo, que seguiremos gastando igual, porque nadie entiende que hay crisis en esos términos, y como consecuencia, exigirán como que no hubiese problemas económicos.

Si le damos transparencia al manejo de las divisas que recibe y entrega el Estado, podremos recuperar la confianza de nuestro pueblo en la honestidad de nuestra Revolución. El oscurantismo es un atavismo del estado burgués.

Debemos estimular la compra de productos nacionales y hacer de la diversificación de la producción, una política de estado y no de gobierno, y si es cierto que todos los venezolanos creen que en la diversificación de la economía está la solución, no habrá inconveniente en que todos los medios de comunicación del país lancen una mega campaña estimulando al consumo nacional y a la creatividad para la producción de bienes y servicios que sustituyan importaciones.

Nuestras instituciones educativas, deben lanzar una ofensiva para crear tecnología nacional al servicio del desarrollo productivo y ayudar, también, a reducir la dependencia de la tecnología extranjera.

Finalmente, será la transparencia y el trabajo conjunto con el pueblo, lo que nos sacará de este atolladero y salvará a la Revolución, que es igual a decir que salvará a Patria que Chávez nos dejó.



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Juan Carlos Valdez


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