6D: entre el bueno conocido y el malo por conocer

Por lo que se ve, el 6D será una confrontación entre la revolución y la guerra económica que comenzó Chávez en 1998, cuando prometió –y demostró- que era posible cambiar el sistema de explotación capitalista por un Estado social.

Hoy ya nadie discute que en el capitalismo la vida, la muerte, la salud, el bienestar, la felicidad, la familia, los sueños, el amor, la Navidad, la patria, la soberanía –y hasta la esperanza- tienen un valor de mercado, siempre por debajo, nunca por encima de la inflación.

Desde entonces se sabe por qué en los países gobernados por Estados Unidos las constituciones prohíben cambiar el sistema político: el único modelo permitido es el que fue firmado en 1958 en Nueva York por Betancourt, Caldera, Villalba y Foster Dulles, con fotocopia para toda América Latina. El caso es que Chávez, para convencer al país, presentó un proyecto político distinto, y con ello sepultó a siete gobiernos consecutivos de la IV República, cuyos logros sociales –si es que hubo alguno- nadie ha querido utilizar como tema de campaña.

Lo que está ocurriendo ahora es que para justificar su supervivencia política la oposición no puede mostrar su pasado, -por vergonzoso- ni su propio proyecto -por inexistente- y, en su lugar, lleva 16 años pregonando la democracia, las libertades políticas, la libertad de expresión y los derechos humanos, que no son conquistas suyas, y mucho menos su proyecto político.

Tales premisas son logros de la humanidad que el capitalismo utiliza para reivindicar su única y más importante arma de lucha: el libre mercado, convertido ahora en guerra económica, en defensa del derecho de los empresarios a acumular ganancias sin que nadie les fije límites. Los venezolanos perderán la cuenta de los kilos –o toneladas- de harina pan que tendrían que acumular para comprar al sector privado un apartamento de la Misión Vivienda.

Y a los partidarios del "progresismo" o "capitalismo progresista" habría que preguntarles si se arriesgan en Venezuela o esperan a ver si Macri es capaz de resolver los problemas económicos de Argentina sin entregársela al Fondo Monetario Internacional. En fin, es bueno preguntarse por qué si el capitalismo en Estados Unidos y Europa reduce las pensiones o las privatiza a causa de los precios petroleros, en Venezuela permanecen intactas y hasta las aumentan.

Por último, habría que preguntarse si, en el supuesto negado de que haya mayoría opositora en la Asamblea Nacional, los empresarios bajarán los precios y abrirán sus escurridizos galpones rotativos. En verdad es una guerra frontal entre el bueno conocido y el malo por conocer. Afortunadamente, en los recintos de votación está prohibida la publicidad comercial. Un afiche de Harina Pan sería explosivo. Tal vez mortal.

@RalPineda

raulpineda47@gmail.com



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