El fin de las corridas de toros en Maracaibo

Con la llegada del mes de Noviembre, llegan las tres grandes interrogantes a responder ¿Será verdad que el revolucionario año 2015, podrá ser testigo de la última masacre taurina en tierras zulianas? ¿Qué tan cerca o lejos estamos de prohibir la tauromaquia, en la monumental plaza de toros de Maracaibo? ¿Será que las malditas corridas y sus malditos toreros se quedarán con la sangre vencida?

Algunos ciudadanos piensan que es imposible erradicar la tauromafia en el estado Zulia, porque los mafiosos zulianos siempre agarran una buena tajada de dinero, gracias a los espíritus chocarreros de la millonaria Virgen de la Chinita.

Otros compatriotas afirman que es posible erradicar la tauromafia en el estado Zulia, porque los mafiosos zulianos no contaban con la astucia del ecosocialismo venezolano y su Defensoría del Pueblo, que desde febrero del 2015 viene trabajando en un ante-proyecto de ley, para lograr la anhelada prohibición de las corridas de toros en nuestra querida Venezuela.

No obstante, a veces los golpes de la vida te hacen escribir con lágrimas en los ojos, y aunque la confusión nunca te deja respirar en santa paz, es gratificante dar la cara por quienes no tienen voz ni voto. Una voz que llora a cántaros frente a los malditos bastardos, que votan a favor de las monumentales Corridas de Toros en Maracaibo, para disfrutar a carcajadas toda la humillación, el sufrimiento y la muerte que padece un ser vivo en agonía.

Toda la miseria espiritual de la gente, se glorifica con el irrespeto a los derechos de los animales. Llueve sobre mojado con cada aplauso, que se mofa con el aguardiente de los borrachos ignorantes. Al ritmo de vallenato, gaitas y reggaetón, los zulianos le rezan al Cristo Negro para que se embriague hasta el amanecer de Noviembre, mientras contempla la extrema contaminación ambiental del legendario Lago de Maracaibo, gracias a la basura doméstica y petrolera que no se cansa de manchar las rosas, los cuernos y las orejas de los inocentes toros.

Soñamos con tres toros que se robaron el show, en aquella inolvidable noche taurina. Ellos cruzaron la cima del burladero, y lograron materializar la justicia divina. Un sicario para cada brillante torero. Un sicario para cada empresario taurino. Un sicario para cada uno de los hambrientos espectadores. Esa es mi única ambición en la vida. Ojalá y un sicario melancólico escuche la melancolía del toro escritor, y pueda dispararle a quemarropa a todos sus malnacidos enemigos.

Ese toro escritor tenía 5 añitos de edad, cuando su papá lo llevó a presenciar las malditas Corridas de Toros, aprovechando el primer suspiro de la década de los noventa. La invitación bañada en oro decía "Bienvenidos a la Feria Internacional de la Chinita. Disfrutarán 4 Corridas y 1 espectáculo cómico taurino".

Recuerdo que todo el Mundo hablaba estupideces en la taquilla, en las gradas y en el ruedo. Todos portaban los abanicos de mano que mostraban el sagrado cartel festivo, patrocinado por los narco-billetes de VISA y Bancomara.

¡WOW! Qué horrible fue observar en primera fila, todos los cuchillazos que recibía una y otra vez el pobre toro. Incredulidad, náuseas, engaños. Tuve que calarme el espectáculo completico, sin derecho al pataleo y sin izquierda en el horizonte.

Mis ojos jamás habían observado tanta violencia, como en aquella fatídica noche maracaibera. La gente disfrutaba con religiosidad la tortura del animal. Los enanitos se reían de la saliva roja, contaban chistes y hacían la ola con alegría. Recuerdo que los tipos se emborrachaban con una bota llena de licor, y pegaban gritos de euforia cada vez que el torero descuartizaba al toro.

De pronto, el demencial sonido de un helicóptero rompía los tímpanos de mi cabeza, mientras lanzaba miles de billeticos de un bolívar en la monumental plaza de toros, para comprar el voto falsificado de la gentuza zuliana.

Emulando el comportamiento de los animales, toda la gente empezó a pelearse para atrapar los billeticos, que caían con demagogia del cielo nocturno. Lo más triste del desastre taurino, fue ver que las familias se robaban el dinero entre todos sus miembros. El hijo le robaba los billeticos al papá, mientras su hermana intentaba atrapar más billetes del cielo, y su primo empujaba al cuñado para que se le cayeran los cobres, y así poder quitarle los billeticos que tenía en el bolsillo.

Fue una verdadera locura taurina, que demostraba la envidia pueblerina del ambicioso pueblo. Golpes, gritos, insultos. Fueron confusos minutos de una atroz histeria colectiva, que me hizo llorar de dolor en la solitaria butaca, y que me dejó emocionalmente estéril.

¡WOW! La sangre del toro, la chorrera de cervezas, el ruido del helicóptero, el dinero fácil caído del cielo, la agresividad de la gente y la muerte del toro. Nunca más comí un pedazo de carne y nunca más le pedí la bendición a mi papá, porque se me olvidó la gracia salvadora de comer carne y pedir la bendición.

Ya pasaron más de 20 años del recordado martirio existencial, y no cabe duda que la tauromaquia es una auténtica maldición para Venezuela, para el estado Zulia y para la ciudad de Maracaibo.

Pero la verdadera duda a dilucidar es la siguiente, ¿Realmente el supuesto ante-proyecto de ley anti-taurina, representa el primer paso para prohibir las corridas de toros en Venezuela? ¿Podemos confiar en que el ecosocialismo venezolano, no se venderá ante los maletines de dólares del Tío Sam? ¿Quién podrá defendernos de las promesas que terminan en sueños rotos?

Como animalistas, humanistas y pacifistas, quisiéramos mordernos la lengua vegetariana y sentir que todo va viento en popa, porque el comandante eterno no perdonaría la traición de los eternos corruptos, sobre todo, desde que el Quinto Objetivo Histórico del plan de la Patria, nos advierte que el Hombre Nuevo debe respetar la biodiversidad del planeta Tierra, para vivir en armonía con los recursos naturales y con los ecosistemas de la Pachamama.

Pero ya pasaron más de 6 meses, desde que la Defensoría del Pueblo dio a conocer la iniciativa, que prohibirá las corridas de toros en Venezuela. Sin embargo, la Defensoría no le ha informado a su pueblo, el rumbo y destino de la supuesta ley anti-taurina.

La desinformación genera más desinformación. No sabemos si el anteproyecto se congeló con una fatalidad de Sub-Zero, si enfrenta problemas con la ortografía de los textos legislativos, o si los tauromafiosos están reventando las fichas del mafioso combate mortal.

Quisiera que las ratas se coman rápido mis palabras, y que a la brevedad se presente, se discuta y se apruebe en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, una ley ecológica que erradique el vicio malsano de la tauromaquia, en la bolivariana geografía de Venezuela.

Sería hermoso afirmar que el 2015, fue el último año en que las corridas de toros envenenaron la salud mental de los zulianos, de los carabobeños, de los tachirenses, de los merideños, de los aragüeños, y del resto de los venezolanos. Es consabido que matar NUNCA será un arte, y que las fiestas patronales de un pueblo, no deben utilizar la miel de Dios para asesinar a sangre fría.

Pase lo que pase con la revolución y con los revolucionarios, parece que todo es parte del mismo infierno. Los medios de comunicación privados, la iglesia católica, las franquicias norteamericanas, las universidades peseteras, los circos con animales, los toros coleados y las balas perdidas. El monito siempre baila al son de los tauromafiosos, que pagan con narco-billetes el juego de la guerra, del belicismo y de la impunidad.

Lo único seguro hasta la fecha, es que los niños y adolescentes tienen prohibida la entrada a la plaza de toros de Maracaibo. Pero lamentablemente, hemos visto fotografías verídicas publicadas a través de las redes sociales, que demuestran el acceso de menores de edad al maldito recinto taurino, aprovechando la guachafita de los organismos públicos venezolanos, que jamás exigen el cumplimiento in-situ de las leyes vigentes.

Por eso, exigimos que la Defensoría del Pueblo se apodere de la monumental plaza de toros en Maracaibo, y evite vestir camisas o pantalones con bolsillos grandes, para así impedir la cuantiosa entrada de bolívares fuertes por debajo de la mesa.

Ya no queremos protestar en las patéticas calles, ya no deseamos recoger firmas anónimas, y ya NO podemos tolerar la tauromaquia a capa y espada.

Hace poco escuché una gran canción llamada "Sangre en las Corridas", y se me ocurrió realizar un video reflexivo, que incluye la letra y música del tema mencionado. Aquí les dejo el link para que lo reproduzcan y lo compartan:

http://hechoecologico.weebly.com/antitauromaquia.html

Desde nuestro cibermedio Ekologia.com.ve hacemos un llamado de conciencia a quienes viven presos en la inconsciencia, y pedimos una luz de esperanza que despierte el amor por la vida de los animales. Esperamos de corazón, que el 2016 sea el año perfecto para abolir las corridas de toros, en la ciudad de Maracaibo y en todos los rincones de Venezuela.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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