Los sicarios económicos como Hausmann, los planes de ajuste y la burbuja del dólar paralelo

Los sicarios económicos son los francotiradores del cartel financiero global; acosadores de oficio que hostigan a gobiernos del orbe para que aprueben préstamos de organismos multilaterales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde luego, en vastas ocasiones su labor no es tan difícil ya que los burócratas de turno en ciertas latitudes no se resisten a suculentas lonchas en "Benjamines", derivadas de los empréstitos: no les importa entregar sus países a la pesadilla del adeudo eterno con tal de satisfacer sus apetencias personales. John Perkins describe a detalle en su libro autobiográfico "Confesiones de un Sicario Económico" (2004), el modus operandi de esta fauna parasitaria y criminal.

Ricardo Hausmann cumple con el perfil de un matón de cuello blanco al servicio del Gran Capital: fue ministro de Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato y ha sido cofrade del inefable IESA (Instituto de Estudios Superiores de Administración), recoveco neoclásico donde los denominados "Chicago Boys" apoyaron las directrices económicas que originaron El Caracazo, en 1989, y una orgía de privatizaciones y devaluaciones que arruinó a Venezuela en el decenio ulterior. El sionista de marras ha sido ficha del FMI desde hace décadas y fue "topo" de éste en las más altas esferas del poder en nuestra nación. Tipejos como Hausmann cobraban y se daban el vuelto: laboraban para el Estado y, simultáneamente, hacían "lobby" a favor del FMI; c’est-á-dire, sacaban rédito de ambos flancos sin olvidar el porcentaje de comisión que se anotaban por cada transferencia de liquidez del FMI a las arcas nacionales. ¡El negocio redondo!

Con el arribo de la Revolución Bolivariana, en 1998, aves de mal agüero como Ricardo Hausmann tuvieron que volar a su nido: Estados Unidos (*). Desde allí, este ejecutante gansteril de la banca foránea lanza sus dardos contra Venezuela y utiliza sus conexiones académicas, financieras y una alta exposición mediática, con el fin de provocar un descalabro económico en el país. Hausmann ha estado pronosticando –sin éxito- un inevitable "default" de Caracas y echado por la borda la ínfima credibilidad que aún ostentaba en reducidos cenáculos de Wall Street. ¡Pobre diablo! La reciente plática telefónica de éste con Lorenzo Mendoza, devela para quién brega y la naturaleza insaciable de sus ambiciones crematísticas. El "corazoncito" de Hausmann es color esmeralda y palpita al ritmo de la NYSE (Bolsa de Valores de Nueva York); su víscera está al norte, pero no de la América del Sur precisamente.

EL NEGOCIO DE LOS PLANES DE AJUSTE DEL FMI

Los planes de "shock" del Fondo Monetario Internacional (FMI) depauperaron a nuestras naciones durante más de 20 años. La política de ajustes era una especie de "cajita infeliz": liberalización de precios y tasas de interés, reducción de la carga tributaria al Gran Capital, desmantelamiento del sistema público de pensiones, implantación de impuestos regresivos como el IVA, privatización de compañías estatales, congelación de salarios, entre otras disposiciones draconianas.

Perkins, en su libro "Confesiones de un Sicario Económico", se explaya en el proceder de organizaciones como el Banco Mundial cuando éstas desean tomar el control de una zona; tales instituciones funcionan como vulgares mecanismos del imperialismo gringo y el Departamento de Estado. La operación, en resumen, se divide en tres etapas y con tres actores distintos; la primera la desarrollan los sicarios económicos enviados por el BM o el FMI. Ellos tienen el objetivo de convencer a través del soborno o la coacción, a los funcionarios del gobierno del territorio en cuestión y obtener que sus préstamos fluyan a ese lugar. El propósito es que las compañías estadounidenses se hagan de contratos multimillonarios en la construcción de obras de infraestructura, verbigracia, las cuales serán subvencionadas con dichos créditos. Si los sicarios económicos fracasan en su cometido, entra en juego la segunda fase: la de los "jackal" o chacales. En este marco, la CIA se encarga de la logística: los chacales son mercenarios que desplegarán actos terroristas en el país que se ha negado a recibir la "ayuda". Estos incluyen la eliminación física de funcionarios prominentes de la administración en ejercicio y hasta del Jefe de Estado. Si lo pretérito tampoco rinde frutos, el último naipe de Washington cae sobre el tablero: la intervención directa o invasión. Game over! Por ejemplo, Omar Torrijos (presidente de Panamá entre 1968 y 1981) y Jaime Roldós (presidente de Ecuador entre 1979 y 1981), fueron asesinados por los chacales. Ambos murieron en "accidentes" aéreos.

En plena bonanza petrolera, en el decenio de 1970, recibimos la visita de sicarios económicos. La nacionalización de nuestra principal industria, en 1976, era un aliciente para estos pajarracos de rapiña; a partir de la crisis energética de 1973, los árabes habían realizado depósitos descomunales de los dividendos provenientes de la venta de hidrocarburos, en bancos estadounidenses y europeos. Ahora bien, ¿de dónde sacaban estas instituciones el dinero para amortizar los astronómicos intereses devengados por las abultadas cuentas de los enclaves del Golfo Pérsico? La única solución viable era ofrecer "guita fresca" en América Latina, a través del Banco Mundial o el FMI, y abonar a los árabes sus intereses con los intereses de nuestros noveles pasivos. Voilá! Las coimas a nuestros "servidores públicos" no se hicieron esperar y al cabo de unos años estábamos hipotecados hasta la coronilla: más de 30 mil millones de dólares. Por culpa de las cúpulas corruptas de AD y COPEI, los venezolanos contrajimos un "mono" que era innecesario en tiempos de vacas gordas. Gracias al Comandante Chávez, esa vergonzante cuantía fue honrada –hasta el centavo postrero- a principios del siglo XXI. ¡Eso hay que recordárselo a Ramos Allup y sus compinches ideológicos!

LA BURBUJA DEL DÓLAR PARALELO ESTÁ DIRIGIDA POR LOS CHACALES

La tendencia alcista artificial o burbuja de Dólar "Narco" Today, está auspiciada por los chacales que menciona John Perkins en su autobiografía: aquellos quienes están a cargo de las acciones desestabilizadoras y buscan derrocar –en este contexto- a la Revolución Bolivariana; los chacales o paramilitares, están detrás de actividades como el narcotráfico, el lavado de activos y el contrabando de extracción. Estos también manipulan la devaluación postiza del bolívar en Cúcuta y, así la frontera esté cerrada, disparan el marcador del dólar paralelo hasta límites insospechados. La estimación irreal del "greenback" persigue, entre otros elementos: a) destruir el poder adquisitivo de la masa trabajadora; b) abaratar los gastos operativos –menos dólares, más bolívares- de las trasnacionales ubicadas en Venezuela; c) multiplicar los bolívares por cada George Washington que EEUU otorgue a la MUD para la sedición y; d) allanar el campo para una futura dolarización y un esquema de choque del FMI. Sobre todo este último punto es digno de especial análisis, porque el mito de la derecha criolla es que una hipotética adopción del rectángulo glauco yanqui –como instrumento de curso legal- sería la panacea. Veamos. Si calculamos el nuevo salario mínimo de Bs. 9.649, al compás del engendro cibernético de los chacales, el resultado sería de 12,13 dólares. Un guarismo inverosímil a todas luces, ya que 12 billetes verdes, en Estados Unidos, jamás comprarían lo que Bs. 9.649 en Venezuela.

¿Cuál es la hoja de ruta de los chacales al respecto? Sencilla. Depreciar lo más que se pueda el bolívar y establecer una barrera psicológica de ingreso básico de ocho dólares, por ejemplo. En el supuesto negado de que la MUD se hiciera del poder, se dolarizaría la economía y los salarios yacerían anclados en esas ocho "lechugas" cada 30 jornadas, mas los importes de bienes y servicios serían homologados a los de EEUU. O sea, una plancha costaría $19, una lavadora Haier de un pie cúbico valdría $239 y un Big Mac con refresco y papas fritas serían $5,99. Lo pretérito sería el "sueño húmedo" de la banca local, debido a que la gente estaría obligada a usar el dinero plástico con el propósito de adquirir bienes y servicios puesto que el salario no le alcanzaría; ni corto ni perezoso, el sector de marras aplicaría tasas de 70 u 80% a los tarjetahabientes (**). Sería un "déjá-vu" de los indexados y las cuotas balón de los estertores del siglo XX. Es lo que cavila la MUD, pero no verbaliza.

Sicarios económicos como Ricardo Hausmann son marionetas del FMI y sólo consideran a Venezuela como un botín; el "corazoncito" de hampones como él merodea por la Gran Manzana, más cerca del Dow Jones que de Liberty Island. Los banqueros de Wall Street están desesperados y preocupados; ya no es por los árabes y el "boom" petrolero de hace 40 años, sino por la depresión económica que atracó en 2008 para perpetuarse. Les urge que Venezuela reincida en la trampa de los préstamos que implican la esclavitud sempiterna. Estirar la agonía del sistema de la plusvalía es el "leitmotiv" de los músicos de este Titanic de la estafa piramidal. ¡No volverán!

ADÁN GONZÁLEZ LIENDO

@rpkampuchea

P.D. Por supuesto, el "trofeo" del FMI en Venezuela sería asirse de nuestras 367 toneladas de oro monetario. El rey de los metales está "escaso" y hay que arrebatárselo a alguien.

(*) A pesar de que Hausmann formó parte de la directiva de CANTV, hasta 2007, éste -como otros "Chicago Boys"- ya se había instalado en EEUU a finales de la centuria pasada. Desde 1998, el Imperio y sus lacayos -como Hausmann- preparaban la defenestración del Comandante Chávez. Ésta sólo duraría 47 horas.

(**) Es muy improbable que la clase obrera venezolana se resigne –una vez más- a las humillantes condiciones de un plan de reestructuración macroeconómica liderado por el FMI, verbigracia. La MUD y sus líderes de pacotilla desatarían un "Caracazo 2.0" por estas coordenadas. ¡Están advertidos!



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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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