Por generalidad la controversia es fuente de dos postines: uno que impulsa y otro que repulsa; valga aquello, del remo en los dos extremos de la balsa, y no hay proceder humano que logre zafarse del agitar de sus intranquilas aguas. Nuestra revolución no está exenta, diríamos que estamos dentro del remolino y caudal, en el pleno forcejeo por cruzar el turbulento río que casi nos arrastra, que tendremos dolorosas bajas, que unos cuanto remarán hacia el extremo de la derecha y de la izquierda, que perderán el rumbo; pero que otros, sí orientarán hacia el horizonte del amanecer, que sentirán calmar las inquietas aguas, que cruzarán el río, verán el alba y la balsa de la revolución llegará a la orilla. Y lavados los ideales del barro de la discordia, emprenderán neo senderos, pues, una vez sosegados por la experiencia de haber sobrevivido, la capacidad de reflexión será su Sur y podremos contar que la madurez se ha hecho de si para poder decirse vital revolucionario. Poesía del hombre, la mujer su flor, jardín de nuevas rosas renacen sobres las regadas tierras, se fertiliza la pasión y entre sus surcos germina el ideal. Un nuevo sol da energía, el apagón tan solo fue momentáneo e ilumina, y ya no hay fugases desventuras, el amor riega las riveras y éstas, se esparcen su delirio; capaces somos ante el infortunio de admitirnos, capaces somos de vencer los presagios, pero es que estamos en revolución y qué otra jazmín puede florecer, la rosaleda es roja, muy roja, su carmesí es humano, su misticismo no increpa, mas, deja que su flor desgaje pétalos, porque han de nacer en su vergel centenares de nuevos capullos de su idealismo. En su pradera abundará la placidez; la paz como ese halo de luz, ha entrado al ventanal a iluminar el camino de lo que revoluciona, la vida llegó, y en lo jamás de los jamases se ha de ir, vino para quedarse, vino para revivir al amor, para abrazarnos en su seno, para salvarnos, a unirnos para siempre.-
