Se busca bachaquero honesto, con moto propia

Quien no haya hecho una cola, que lance la primera piedra. Más allá del sarcasmo, que pudiéramos decir, esto se ha transformado últimamente en el común denominador de la mayoría de los venezolanos. El bachaqueo como ingenuamente lo llaman, se ha convertido en una plaga, del cual todos comentan, pero hasta ahora nadie soluciona.

Todos hablan de este tema: en la calle, bus, parque, cine, playa, hasta en los lugares mas insólitos como un retiro espiritual. Y no es para menos, porque entre la inflación, especulación y estos susodichos han carcomido la sonrisa del venezolano. Lo increíble que personas que habíamos considerado honesta, andan ejerciendo sin tapujo este oficio. Por lo cual, seguir estigmatizando a estos individuos llamándolos opositores, apátrida no soluciona nada. No nos importa si son ateos o brujos, mucho menos si son magallaneros o caraquistas. Lo que se pide a gritos es una solución, pero para ayer.

Claro, este virus contagioso del malandreo no lo portan sólo los bachaqueros. Pues pulula un apego exagerado al dinero fácil, rápido y furioso, donde pareciera que te vieran en la frente con letras grandes la palabra: pendejo. Este fenómeno, no sólo se le puede atribuir aquellos que hacen colas para luego revender los productos a precios exorbitantes. Esto va más allá, de lo que uno pudiera suponer. Pareciera que llevamos un bachaquero por dentro, aunque no exagero, se necesita más de un exorcismo para sacarlo.

El bachaquerismo, por ponerle un nombre, se encuentra en aquel funcionario, que valiéndose de su poder pone en práctica el matraqueo, en el empresario con su afán de disminuir sus costos pueda poner en riesgo la vida de las personas, sin mencionar el mal uso de las divisas que se les otorga. Este virus no es exclusivo de los que gozan poder económico o político, sino que ha expandido su arsenal en los ciudadanos de a pie. Mala suerte si se te daña algo en casa, porque te quieren cobrar IVA, mas impuesto al lujo, y dependiendo donde vives te calculan lo que te van a cobrar. Y, pudiéramos poner infinidades de ejemplos de cómo los valores se exiliaron de este país.

Es verdad, la queja no cura, pero existe un pueblo que está agotando su último suspiro por la revolución. En fin, el bachaquero honesto no existe y no se regenerara así tan fácil. Pero, muy a pesar del defensor del pueblo, muchos sentimos un fresquito de verlos de bragas y barriendo.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1285 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter