Tenemos un Sur

Entre tu pueblo y mi pueblo hay un punto y una raya

Además de las líneas imaginarias que bordean en los mapas espacios de colores diferentes, las fronteras también podrían ser vistas como membranas semipermeables, igualmente imaginarias, con propiedades osmóticas a través de las cuales, por la presión del lucro más elevado, se empuja el paso de las mercancías hacia donde esa ganancia se realice. Aunque se intente impedir o limitar este flujo de productos con mecanismos institucionales de ambos lados de la frontera, la presión de la exorbitante diferencia de precios es de tal magnitud que llega a arrastrar las instituciones preventivas y contraloras en sus jerárquicas instancias. Y lo peor es que en los habitantes de la frontera se creó la costumbre de vivir en función de esta ósmosis, en nuestro caso, hasta el viernes negro, trayendo (café, ganado, azúcar, papa, ropa, mano de obra, prostitutas y minoritarios pero variados etcéteras); y después, llevando de todo, principalmente combustibles y alimentos subsidiados. Es muy probable que haya cuadros de la dirección político militar de la revolución que ante las mil mañas que se inventan los bachaqueros al detal y quienes tienen el poder y la disposición de hacerlo al por mayor, se digan que tenemos que crear el mil y un mecanismo para contrarrestarlas, pero el atractivo de la descomunal ganancia hará que se cree la maña mil dos. Ya lo dijo más o menos así, en algún lado, el padre del materialismo histórico, que cuando la ganancia está entre el diez y el treinta por ciento, el capital es tímido, modosito; cuando anda por el setenta, se pasa la ética y las leyes por el forro del chaleco; y cuando se aproxima al trescientos, se agitan banderas, se arman las naves, truenan cañones y salta sobre montones de cadáveres.

Así que la solución pasa por el acercamiento que más convenga a la salud económica de nuestro país, sobre la base de un verdadero cálculo de costos, de los precios de todas las mercancías a los precios del otro lado de la membrana, incluyendo el del accionar humano, incluyendo la fuerza de trabajo (todavía estamos en un país capitalista ¿no?, todavía nuestra fuerza de trabajo es una mercancía ¿no?), empezando por la gasolina, manteniendo la regulación en aquellos rubros que por el monopolio de su fabricación o importación los haga proclives a tener precios especulativos. La ocasión hace al ladrón, la impunidad al corrupto y la diferencia de precios al contrabandista. Ojalá bastaran los procedimientos coercitivos para resolver estos problemas, pero vemos como los chinos aplican hasta la pena de muerte para contener la corrupción y sin embargo ocurre; y los procedimientos punitivos tienden a ser efectistas, temporales, mientras que la presión osmótica de la diferencia de precios y por tanto de la tentación, es constante, permanente. Además de que el asunto se complica pues las fronteras económicas no son sólo los límites nacionales, sino que como conviven en el país varias economías, la capitalista tradicional que bien puede trabajar con el tope del treinta por ciento de ganancia y que, en condiciones normales, de paz económica, viene a ser la mayoritaria; la subsidiada por el Estado que comienza a mezclarse con la economía comunal incipiente y que ya estamos llamando socialista; y la del capitalismo salvaje, acaparadora, especulativa, ligada a los sectores políticos más reaccionarios y por lo tanto con un alto componente conspirativo y es la protagonista de la guerra económica; resultando que las membranas que marcan estas fronteras internas son sumamente frágiles y permeables y permiten que nuestra agua mueva el molino del adversario.

La rectificación de políticas, programas y procedimientos, en términos perentorios, tiene que darse en las instituciones encargadas de lo relativo a las necesidades básicas de la población, donde se han presentado evidentes deficiencias en nuestros intentos de transitar hacia el socialismo: agricultura, alimentación, producción y comercio, y activarlos en coyunda sinérgica con la organización popular, en la búsqueda de un perceptible incremento de la producción; y en el manejo de políticas de Estado que deben estar ahora de primeras en la mesa de negociación con  el gobierno colombiano, que hagan menos vulnerable nuestra moneda y que defiendan y fortalezcan el poder adquisitivo de los salarios en una relación de no menos de quince pesos por bolívar. No va a ser una tarea fácil, sobre todo si tenemos en cuenta que nuestro sistema político, democrático, por su misma amplitud, le deja mucho espacio a la conspiración y la impunidad que con premeditación y alevosía socavan los logros que con arduo esfuerzo y buena fe se han obtenido en estos años transformadores, pero también porque mostramos graves fallas en nuestra conformación burocrática e institucional, con una división política tribal, donde los cuadros con formación técnica o política pertenecen no al país o al partido, sino a determinados equipos y es muy difícil que alguien desarrolle una labor para la que puede ser idóneo si el equipo que lo ha fichado no tiene ese cargo o esa función bajo su área de influencia, prefiriéndose lealtades particulares a eficiencias colectivas.

Llegará el día en que la unión de nuestros pueblos, sacudido el de allá del estigma del Alca, haga que las fronteras se diluyan, que los puntos y las rayas se vayan difuminando y sean innecesarios tantos controles, participando de economías comunes, con intercambio de productos en macro trueques, libres de la influencia y del fraude del dólar, pero mientras se concreta esta utopía y la codicia generalizada continúe drenando los productos regulados por las trochas de la impunidad (las reincidentes colas en las estaciones de servicio en Santa Bárbara de Barinas, Colón y La Fría son un alerta de cómo se activa la permeabilidad de la frontera con el fraterno país), se deberá implementar los mayores esfuerzos y recursos para mantenerla herméticamente cerrada los meses que sean necesarios.

¡Adelante Nicolás, adelante camaradas, no hay recetas! ¡Inventemos y erremos y volvamos a inventar!

¡Mano firme para extirpar los tumores malignos de la corrupción, o el imperio más corrupto de la Historia extirpará nuestra Patria!



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Oscar Pérez Cristancho


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