¡Ladran, aúllan y chillan los despatriados!

Muchos venezolanos, a través de varios medios, denunciamos en reiteradas oportunidades lo que pasaba en gran escala por la frontera andina y sigue campante por las fronteras llanera y zuliana. Como ya es notorio y comunicacional, nos quedamos cortos con lo que se ha conseguido en esos "espacios de seguridad" del país: invasión, paramilitarismo, sicariato, extorsión, secuestro, trata de blancas, explotación sexual infantil, guerrilla, hampa, narcotráfico, robo, contrabando de extracción de productos y billetes, bachaqueo, lavado de capitales, guerra económica y guerra contra el bolívar…

Solamente un "despatriado", llámese a "aquel que no ha superado su complejo de no tener identidad nacional ni cultural, que lamentándolo demasiado, como dicen, nació y vive en su país, pero, rumia, perdón, añora otro, y que no le importa un cuerno el daño que se le infrinja a sus congéneres", es capaz de estar en contra de las medidas tomadas por el Gobierno en las fronteras andinas , aunque un poco tarde, pero, "más vale tarde que nunca". Incluso, con el cierre total por el bien de todos, hasta que se tome de verdad el control de las mismas y se establezcan nuevas fronteras, valga el término.

Por poderosas razones ladran y aúllan los susodichos "despatriados": Una, porque sueñan con volver a ponerle la mano al coroto, blancos, verdes y sus engendros variopintos de hoy, utilizando un problema de Estado como estrategia política para acusar al Gobierno de xenófobo y violador de derechos humanos, con miras a las elecciones del seis de diciembre y la Asamblea Nacional. Dos, porque muchos de ellos, al igual que los silentes que se camuflan de rojo y otros colores, están metidos en el negocio del contrabando de extracción de alimentos, productos, combustibles y billetes, con la anuencia de funcionarios de ambos lados y que ya deben tener sus barbas en remojo.

Los "despatriados" ladran argumentando que se está deportando a colombianos residentes cuando ya seis millones de expatriados por diferentes causas, invisibles para el gobierno colombiano, legalizados, conviven en santa paz con nosotros gozando de todos los beneficios como cualquier venezolano bajo la dictadura de Maduro en un país que se cae a pedazos, según ellos.

Lo que no se puede seguir alcahueteando es que se venga media Colombia para acá producto de la guerra civil y de la desatención gubernamental colombiana. Y peor aún, estos sujetillos son aliados convictos y confesos, con fotos, videos, declaraciones, centimetraje y selfies, del causante, desde que tiene poder, de todos los males de Colombia y sus vecinos, Álvaro Uribe Vélez, el más acérrimo, intestino y siniestro enemigo de Venezuela, ese que dijo que le faltó tiempo para una incursión militar en Venezuela, el mismo que el Presidente Chávez le espetara que lo que le faltó fue cojones.

Otros "despatriados", exgobierneros, los no pocos que amarraron muy bien sus negocios antes de cesar sus funciones, burócratas activos y enchufados, aúllan con perturbado rostro porque se les va a acabar el pan de piquito que disfrutan desde hace tiempo junto a los disfrazados de turno camuflados, compinches, amiguillos y demás, coparticipes, sin querer queriendo, de la escases, la especulación y la inflación galopantes, como aúllan los que un connotado médico denomina, "pueblo humilde indecente", que no estudia ni trabaja, sino que ha visto en esta anomalía una manera de vida fácil, que está muy pendiente en red de la ubicación de los productos para vaciar los anaqueles, dispuesto a calarse cualquier tipo de cola para luego inmisericorde atentar contra su prójimo híper inflando el valor de los productos.

Otro "despatriado" cara dura es el gobierno colombiano que a regañadientes, sí, pero, no, ha querido reconocer el gran daño que su ineficacia, ineptitud y desatención producto de su sumisión al tío Sam ha provocado a su pueblo y al pueblo venezolano. El embajador de Colombia ante la OEA, Andrés González Díaz, recalcó que el "contrabando en la frontera con Venezuela debe atacarse con políticas comunes", políticas que nunca han querido aplicar, "y no deportando gente y que Colombia está indignada y ultrajada por el trato recibido". Hasta el presidente Santos "ha exigido respeto para los ilegales, paramilitares, narcotraficantes, contrabandistas y demás, algo así como, "con mis delincuentes del lado allá de la frontera no te metas".

No podemos dejar por fuera a dos "despatriados" de siete suelas, el ya mencionado Uribe Vélez, quien cual cacatúa iracunda se trasladó a chillar hasta la frontera para exacerbar los odios contra Venezuela y en defensa de sus desmovilizados enquistados en la frontera, y, al alcalde de Cúcuta, Donamaris Ramírez, quién también chilló porque "él no sabía qué hacer con tanto colombiano en Cúcuta". Este, tuvo el tupe de "llamar a Maduro anti chavista y anti bolivariano porque Bolívar quería integración, no desintegración". Cierto alcalde, pero no la invasión que ustedes fomentan. Donamaris se lamenta porque se le acabó la tética del impuesto a la gasolina de contrabando que pagan los vendedores ilegales a su alcaldía con el consentimiento de civiles y uniformados.

Esperemos más ladridos, aullidos y chillidos de los "despatriados" cuando le toque a las fronteras llanera y zuliana.



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Elmer Montero

Licenciado en Comunicación Social,locutor,productor radial,escritor,compositor,músico,poeta.

 elmersanto@hotmail.com      @elmersanto

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