Una segunda y necesaria fuerte medida económica: Bajar los precios por Decreto

Con la presente especulación, todos los planes económicos y desarrollistas que viene emprendiendo el Estado están amenazados de muerte antes de nacer.

Es del conocimiento de todos que los actuales precios de todas las mercancías son especulativos, lo que significa que no se ajustan a las estructuras de costos reales. Los comerciantes han estado vendiendo a preciosa indebidos; en este sentido se justifica un rechazo total a estas ventas sobrevaloradas.

Efectivamente, son precios basados en una paridad ilegal e interesada por factores ajenos a la economía pero muy vinculadas a la Política oposicionista. Como esa falsa inflación ha sido política, política tiene que ser su correctivo. Un Decreto ley habilitante daría cuenta de este flagelo que ha estado desarrollándose, lejos de atenuarse o detenerse. Ya no hay manera de estimar los gastos semanales, menos los quincenales.

Tan pronto se les agoten los pocos y hasta medianos ahorros a parte de los trabajadores, estos entrarán en la misma miseria que están transitando los pensionados a salario mínimo y hasta los mismos jubilados de la Admón. Pública. Digamos que córrese el riesgo de que se pierda lo avanzado en materia de lucha contra el hambre.

La miseria hará más ricos a los ricos y también más tacaños y ahorrativos por temor a caer en la ruina. Con salarios deprimidos nominal y realmente no podría haber impulso a la producción, sino todo lo contrario, pero tampoco puede mejorarse unos salarios para que sigan tragándoselos los especuladores. He allí en punto sobresaliente del asunto.

Con la presente especulación, todos los planes económicos y desarrollistas que viene emprendiendo el Estado están amenazados de muerte antes de nacer. Por eso es que surge la necesidad casi inmediata de que el Estado decrete una amputación importante de todos los precios de los actuales inventarios, acompañada de una nueva estructura de costos ajustada a la paridad oficial de nuestro Banco Central de Venezuela[1]. Esta medida sería una deflación inducida en contrapartida de la actual inflación inducida por los enemigos de esta V República.

Es de esperarse una reacción negativa de los empresarios objetos de esta segunda medida, pero deben comprender que los males de esa especulación inducida por sus proveedores no puede cargársele sólo a los trabajadores. En cuanto a los pasivos que mantengan con sus proveedores, estos deberán sufrir los ajustes correspondientes.

28/08/2015 08:24:20 a.m.



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Manuel C. Martínez


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