54 años después

Hasta la caída de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, en 1958, más o menos, nuestras fronteras tuvieron un control que pudiera decirse estricto. Después de la burla que hicieron los adecopeyanos, de todo el esfuerzo y el sueño del pueblo, que cifró esperanzas con la Junta Patriótica y luego, Junta de Gobierno de entonces, el adeco que se adjudicó la primera victoria electoral, post dictadura, (Rómulo Betancourt), dio comienzo a la traición del pueblo venezolano, por supuesto, por órdenes del pentágono en connubio con las transnacionales espoliadoras y hambreadoras de pueblos. Transcurría 1961, cuando empezó a morir el anhelo del preterido, pues, comienza la entrega incondicional al imperio económico y, además, el presunto demócrata, suspendió las garantías constitucionales y sobre todo las garantías económicas, prohibió la entrada de migrantes europeos y, abrió la que estaba algo restringida: La migración suramericana.

Desde ese momento, empezó el trabajo solapado y la invasión silenciosa, a tal punto, que preguntado un tachirense, en este mismo año de 2015, sobre la falta de más acción del gobierno nacional y de las autoridades regionales y locales, sobre todo en San Antonio del Táchira y Ureña, me respondió: "(…) bueno; eso es ya, territorio cedido (…)". Su respuesta, no piense usted, que fue compungida; que fue de preocupación. ¡NO! Demostraba en su posición y en su gesto, una situación normal, parecía disfrutarlo y en el fondo de su actitud y aptitud, una conformidad de aceptación de semejante circunstancia.

Es indudable, que el señor Rómulo Betancourt, jamás quiso al tachirense, pues, siempre lo consideró colombiano; no solo él; recuerdo, cuando se daba el mejor "basquetbol", que hubo en Venezuela, en la década de los años cincuenta y sesenta, algunos jugadores del equipo de Carabobo, se negaban a ir al Táchira a jugar con la selección de la región andina, por considerarlos colombianos. Por supuesto, pertenecían a la godarria valenciana, arrastrando por generaciones, la traición anti-bolivariana, llamada "la cosiata".

Sin entrar en esos análisis históricos, extiendo mi petición de disculpas, esperando vuestra comprensión, para concentrar el objeto de esta experiencia que viví, desde el 09-12-2013, hasta el 22-06-2015, mientras trabajaba en San Antonio del Táchira, cumpliendo funciones inherentes a mi campo de trabajo. En ese ínterin, tuve que aceptar, con gran frustración, impotencia y tratar de adaptarme, aceptando con vergonzosa sumisión, lo impuesto por el comercio colombiano, que son los que "tienen el toro agarrado por los cuernos". No existe autoridad a ningún nivel, que pueda exigir el normal discurrir de la vida diaria del venezolano en dicha zona; empezando por el horario; el venezolano tiene el suyo, pero debe acceder al impuesto por el comerciante itinerante; claro, ellos tienen sus negocios en Venezuela, pero viven y son de Colombia, que abren sus negocios en horario colombiano. Destaco que, los establecimientos de venezolanos que se rigen por el ordenamiento municipal, son muy pocos: dos farmacias, dos abastos, algunos hoteles y uno que otro negocio diferente, por supuesto, me refiero al legal. ¡Ah! Porque en San Antonio no hay ni una sola industria, aunque la complicidad de consecomercio, diga lo contrario; solo hay comercios y la mayoría, diría 90%, son de extranjeros, que abren en San Antonio, pero viven en Cúcuta, La Parada; Villa del Rosario, Bochalema, Gramalote y otros. Las industrias que son: Vidrios para vehículos, Telares, Carrocerías para vehículos, que es lo único que hay, están todas en el Municipio Pedro María Ureña, en la ciudad de Ureña. Pero, ocurre, tanto en San Antonio del Táchira y en Ureña que, no aceptan las normas venezolanas: léase: Constitución, leyes sustantivas y adjetivas que determinan, ciudadanía, soberanía, deberes, derechos, garantías; no utiliza el comercio de esos municipios, que entran en la emergencia, por lo que se dicta el Estado Excepción, el normal y lógico intermediario bancario, por lo que no tienen cuenta en ningún banco venezolano, no pagan impuestos, nacionales, municipales, no aceptan, que usted pague con tarjeta de débito, crédito, cheques, cesta-tickets; si usted lo exige y menciona el cumplimiento de normas venezolanas, con una petulancia inusitada, te manda largo, a tú sabes dónde y, sales vejado y humillado. Todo es de contado y la moneda puede ser: bolívares, con desgano, dólares, euros y, preferiblemente pesos colombianos, que es lo que les facilita engordar sus cuentas en bancos de su país de origen. Agregaremos, con creciente furia, la horrorosa especulación. No es exageración: uno piensa, estando en esa zona, que se vive en Hollywood, en Park Aveneu, San Germain de Prés, no por lo bonito del paisaje, sino por lo tremendo y exagerado de los precios de las cosas más comunes, llegando a los extremos más groseros e inaceptables. Si usted reclama, como lo haga, recibirá una andanada de improperios, vulgares, adobados de las enfermedades más repugnantes y rematan con ofensas al Presidente de la República, pero no, como presidente, sino con la degradación, lo sucio, que denigra, no de la persona que se quiere ofender, no se dan cuenta, que es de ellos mismos. Una cosa es decirlo, otra es oírlos y escucharlos. Esta manera de insultar, no es nuestra, no es venezolana, eso viene del otro lado del río Táchira. En verdad, queridos amigos, la vergüenza y la dignidad humana, la empujan al vacío infinito.

Lo irónico: Al menos en esos dos municipios, no existe el robo o atraco, el hurto, porque las bandas organizadas de criminales que dominan la región, controlan cómo y cuándo; por eso amenazan con ser "paramilitares", para amedrentar; estos llamados paramilitares, solo actúan en política y narco-tráfico, pues están comandados para el control de la divisa venezolana y para que el tonto venezolano, les lleve los dólares, a través de mecanismos, como un buen negocio, raspa cupos, etc., que ellos necesitan para lavar la porquería de sus truculentos desmanes, apoyados por el gobierno colombiano, que se hace de la vista gorda y los gringos que buscan apoderarse de las riquezas nuestras con el derrocamiento de la Revolución o, también, si les conviene, se disfrazan como guerrilleros de las FARC o ELN. Todo depende de la fechoría que se realizará. El motivo de que no haya esos delitos en esos puntos, es porque, a esas bandas armadas delincuenciales, les conviene el paso fronterizo, sin sobresaltos, para que el circulante de dinero transcurra, sin peligro y llegue a sus manos con el menor riesgo posible. Ellos, los criminales, se encargan de cuidar que no suceda nada, para aparentar confianza y circule el flujo de dinero a sus anchas.

Esto, claro está, grosso modo. Hay más que cortar y contar. Pero no voy a cansarlos. Insisto, que por fin, después de 54 años, Venezuela se viste de legalidad y actúa en base a los intereses de la República, de la Nación y, sin dejar de ser generosos y comprensivos, con la doctrina bolivariana y chavista de la hermandad con el vecino país y, también, ¡carajo! en demostración de que a la Administración del Estado venezolano, tiene el derecho, el deber, el carácter para actuar en favor del ciudadano de a pie, el que se enfrenta y resiste con impotencia, a lo que se torna ignoto en la región. Sé, con convicción, que el ciudadano agradece la acción nacionalista y, sobre todo, reivindica y pone en primer plano, al hombre y la mujer honestos, trabajador, -ojo- de ambos lados, que es víctima, consuetudinaria de esta degeneración capitalista.

La patria sensible agradece al Presidente Nicolás Maduro y a su equipo de gobierno, a la Comisión Delegada de la Asamblea Nacional, haber acentuado la acción patriótica y puntualizado la soberanía nacional.

¡Chávez vive; Maduro sigue!

gtariba@cantv.net

docekilos@hotmail.com



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