"…Ni un milímetro de segundo"

Un bebe o una beba sale del acogedor vientre acuoso de su madre, y se enfrenta al mundo sin saber nada de la vida. Ningún recién nacido sabe cuál será su destino. Unos van al mundo de la pobreza y el sufrimiento. Otros van al mundo del confort, gracias a sus padres. Cada niño o niña se desarrolla en dos mundos totalmente distintos. El resultado son hombres o mujeres con capacidades, aprendizajes y culturas opuestas. Unos llegan a ser doctores. Otros no. Unos utilizan la política como palanca para acceder al poder, otros utilizan otros medios, pero algunos tienen la suerte de llegar hasta la presidencia de sus países. Se puede decir que son unos privilegiados, que de pronto, por un acto mágico, alcanzan el poder. Usted, señor Presidente Maduro es uno de esos hombres, nacidos en la pobreza, sin haber tenido la oportunidad de realizar estudios superiores. Pero que gracias a un hombre que creyó en usted, lo colocó en ese camino que poco llegan a transitar.

Usted, se vanagloria de haber sido chofer de autobús. Eso no está malo. Un sindicalista polaco Lech Walesa, llegó a gobernar a su país. Lula Da Silva, otro sindicalista, gobernó al Brasil. Carlos Andrés Pérez, solo era bachiller. Para no nombrar otros casos. El Presidente Chávez, solo era un Teniente Coronel. Pero él comprendió, desde temprana edad, que si quería llegar a ser el Presidente de su país, tenía que prepararse. Y eso fue lo que hizo. Se dedicó a devorar libros tras libros, de todo tipo. Pero no sólo los leyó sino que asimilaba con facilidad todo lo que leía. Aún siendo presidente, seguía leyendo caca día, cada noche. Y fue asombroso como este hombre citaba a autores con tanta facilidad, y sin caer en contradicciones o errores conceptuales, que asombraba a amigos y a enemigos. Por esa razón Chávez podía hablar en televisión hasta 8 horas o más sin "meter la pata" y mantenía la audiencia en sintonía. Era un hombre de una magia singular.

Presidente Maduro, urge que usted lea mucho, pero sobre todo que interprete lo que lea y lo asimile. Como es urgente también que se rodee de un equipo asesor en materia de lenguaje en los discursos. Usted, señor presidente, con todo respeto, tiene que pensar primero lo que va a tirar por la boca. Si lo hiciera a usted no se le fuera salido ese desaliño "… no pensé ni un milímetro de segundo para creer en Hugo Chávez". Lo que se dice, mal o bien, ante una cámara de televisión, es como el agua derramada, no se puede recoger. Nadie nace aprendido, pero tenemos que tener la fuerza de voluntad, para aprender. Está bien que yo un simple ciudadano cometa errores en lo que escribo o en lo que digo, pero usted es el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Muchos dirán que le estoy faltando el respeto… Pues, no es así. Esa no es mi intención. Todo lo contrario. Soy un chavista que me gusta decir la verdad aunque duela. Si se siente ofendido, le pido perdón.

Tengo la disposición de volver.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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