¡Cuidado con el pesimismo!

En muchas ocasiones, a propósito de las muchas elecciones realizadas en los últimos años, los Presidente Chávez y luego Maduro han advertido acerca del cuidado que debíamos tener con el triunfalismo en el seno de la militancia.

Para ser realistas, la debacle de AD y Copei, devino por sus conductas antipopulares y entreguista a los intereses de los grandes monopolios nacionales y extranjeros. Aquella dirigencia, soberbia y omnipotente, cayó en lo más bajo del entreguismo y burla al pueblo venezolano. De allí la contundente respuesta ante la acumulación de traiciones y promesas incumplidas que más allá de convertirse en frustración para nuestros ciudadanos estalló en fuerza para reaccionar de manera constructiva, dando paso a un nuevo liderazgo y oportunidad a un nuevo modelo de gobierno.

Hoy podemos decir que este pueblo no se ha equivocado. Haber entregado su confianza a Chávez y luego al Presidente Maduro ha sido factor de reivindicación de ancestrales sueños.

Podemos decir que al poner en la balanza la calidad humana de la dirigencia de la cuarta república y la actual, la conclusión es por demás alentadora. Sin afirmar que nuestros dirigentes sean moneditas de oro, que no se hayan equivocado o que algunos, muy contados, hayan incurrido en traición a los principios revolucionarios, pesa más la voluntad solidaria, entrega y la consecuencia con nuestro pueblo y su aspiración de construir una patria digna, soberana y decente.

Todos los indicadores sociales señalan de manera irrefutable cuanto hemos avanzado en los últimos 15 años. Que hemos derrotado y combatido terribles flagelos y plagas que arruinaban la vida de nuestra población. Y como se trata de un proceso de cambios es natural que aún persistan viejos y angustiantes problemas.

El más fuerte, voraz y dañino de ellos es, indudablemente, el rentismo petrolero que se incubó en el corazón de la economía nacional. Un cáncer que hizo metástasis en todos los tejidos de nuestro sociedad, trayendo como consecuencia todo un entramado económico parasitario, tanto en el sector público como en el privado.

De manera que si a principios de los 60 la sustitución de importaciones fue una farsa, terminamos el siglo veinte y comenzamos el veintiuno con evidentes signos de dependencia y una base industrial monopolizada y al placer de grupos que insisten en dirigir la vida política del país para volver a las corruptelas del pasado.

Este, el económico, es indudablemente el talón de Aquiles que hoy hace mella en nuestra población. Es el factor que utiliza la burguesía parasitaria y chantajista para producir angustia en nuestra población. Y como miles o millones sienten la sensación de que éstos sectores reaccionarios avanzan en la desestabilización, bien bueno que acudamos a la conciencia de quienes somos mayoría.

La actual situación del país obliga nuestro gobierno a tomar medidas contundentes, a sabiendas que estamos frente a un real problema económico que golpea de manera despiadada a nuestro pueblo, convertido hoy por su madurez política en fortaleza de la Revolución Bolivariana. Bien, si hemos advertido contra el triunfalismo. Hagamos lo mismo y tomemos medida contra el pesimismo.



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Juan Azócar


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