Jorge Mier Hoffman: un magnicidio

Regresó la muerte con su voracidad de buitre. Y no hablo del acto cíclico de la vida donde el sueño llega a los cuerpos y los duerme para siempre después de haber estado despiertos en este peregrinar biológico que dura tan poco como el aleteo de un colibrí.

Hablo de la muerte usurpadora de la vida, intrusa que cual serpiente, invade nuestro huerto del edén y nos echa de el a destiempo. Hablo de su guadaña tenebrosa y macabra que corta renuevos y capullos y siega con su óxido de tristeza y llanto cuando todavía no es tiempo de la cosecha. En esta circunstancia oprobiosa y trágica, la muerte, caracterizada en la delincuencia que nos está ganando la guerra, arrasó con una siembra que todavía y por mucho tiempo debía estar en medio nuestro. Y es que, no era tiempo para segar a Jorge todavía. Todavía sus ideas y su proyecto de restauración de la historia; su función de padre y esposo; su trabajo investigativo, denso y prolífico le quedaban capítulos que recorrer antes de que el ciclo de la siega lo convirtiera en semilla para la siembra. Claro que será una siembra que producirá al ciento por uno. Solo que todavía su aljaba de proyectos estaba repleta y nosotros necesitábamos que los pusiera en ejecución. No era tiempo para que se nos fuera, y menos de esa forma.

Hoy, más allá de la guerra económica sobre la que Jorge tanto analizó, la guerra de la la muerte se apoderó de las balas asesinas que acabaron con su peregrinar cuando todavía estaba construyendo caminos en ese andar; al que Machado sintetizó en su prosa y Serrat le dio el trino de canto universal. Hoy el mundo convulso que Jorge tanto escribió con su tenor crítico y lleno siempre de propuestas, nos abofetea y nos deja huérfanos de este incansable pendolista, que parafraseando al cantor del pueblo Ali Primera, era una suerte de "escritor necesario".

¿Quién está detrás de la pistola infame? No lo sabemos, pero la verdad es que huelgan enemigos convertidos en aves de rapiña: conciencias oprobiosas sin sangre en las venas y sin patria en sus huellas, y eso si lo sabemos, que hoy respiran de alivio con esta desgracia que consterna las verdaderas simientes bolivarianas de la patria.

Este crimen, que dibuja y desnuda una vez más la cruda realidad de la grave situación de la seguridad en nuestro país, pudiera ser una careta o mampara para todos aquellos interesados en la eliminación física de Jorge Mier Hoffman. Nadie puede asegurarlo ni negarlo a estas alturas, Sin embargo, el sádico y vil sustento del circunstancial pláceme detrás de este crimen, será hollado por el ejército de hombres y mujeres que leímos y caminamos junto a Jorge en su epopeya liberadora de la verdad y la moral histórica de la herencia bolivariana de Nuestra América.

Bolívar, el carácter nacionalista que Jorge se empeñó en resucitar, es demasiado grande para pretender matarlo con este "Magnicidio" que nos golpea y nos llena de tristeza, pero que nos gradúa de ejército redentor, con Jorge y su inseparable Tere a la cabeza, como punta de lanza, como espada de dos filos, cortando el convencionalismo de la oligarquía centenaria que se apropió ilegítimamente de la historia verdadera de nuestra Patria Grande.

Pudiera decirse, que Jorge es otra víctima más de la conspiración septembrina de 1825, cuando La medianoche del 25 de septiembre algunos civiles y soldados comandados por el traidor Pedro Carujo, forzaron la puerta del Palacio Presidencial y matando los guardias que le custodiaban, buscaron al Libertador para asesinarlo. No lo lograron, gracias a Manuelita que lo alertó. Hoy, como aquel entonces, la conspiración vuelve a intentarlo. Esta vez llevándose la vida de este "guardia de honor" del Libertador. Volvió a fracasar la conspiración, sin embargo, pues Jorge Mier Hoffman, hoy no hizo, sino salirse con la suya para sentarse junto al padre de la patria en algún lugar donde los grandes ya no pueden ser perturbados por la guadaña de la muerte.

Queda mucho camino por andar. Jorge Mier Hoffman dejo un caudal denso de mapas y trazados para que, los que creemos en el legado verdadero de Bolívar, asumamos el testigo y continuemos añadiéndole valor a su obra: tres Cartas que continuarán cambiando la historia y cuyo epílogo, "El Magnicidio", con evidencias irrefutables, se convierte en la introducción de la nueva parábola histórica del país. Pues, aprendimos con él, que no fue la tuberculosis lo que mato a Bolívar, sino las balas asesinas de las castas políticas casadas con la oligarquía de turno en aquella República de los sueños del Libertador. Balas que hoy también manchan de sangre el suelo patrio con el asesinato alevoso de este venezolano de excepción, quien nos permitió conocer lo que no conocíamos antes de leer la su obra.

Obra acuciosa que nos enseñó Quien lo mató, Cuándo, Cómo y dónde está el cuerpo de nuestro Libertador Simón Bolívar, aspecto que, sin duda alguna, comenzó a cambiar la historia de este país y a levantar intrigas y odios enconados en medio de los paquidérmicos dinosaurios de las academias y la oligarquía política neogranadina y caraqueña. El mismo se preguntaba, ¿Es eso suficiente? Y el mismo respondía, "No. Pues con la historia convencional manipulada y solapando la verdadera realidad de la vida que le tocó vivir al más grande americano de todos los tiempos, es imposible quedarse quieto". Y en eso Jorge era un experto, pues arriesgando su vida con la intención de recabar evidencias a fin de develar la historia de nuestro Libertador, tuvo la osadía de emprender viaje al corazón de la selva colombiana e intercambiar valiosísima e inédita información, nada menos que con ¡la cúpula de la mismísima FARC!

Los que conocemos tales evidencias presentadas por Jorge Mier Hoffman en su obra bolivarianóloga que culmina con este cierre magistral de El Magnicidio, tampoco podemos quedarnos tranquilos ante las exigencias de la nueva historia, ante las nuevas perspectivas de conocer lo que no sabíamos. Y mucho menos ahora, que nos arrebatan a Jorge en la plenitud de su obra y de su vida. Esa será nuestra venganza: continuar portando la antorcha de la verdad por la que este inquieto quijote arriesgó y finalmente, entregó su vida.

Gracias a esa obra, entendemos porqué la integración latinoamericana deja de ser una utopía para convertirse en una necesidad; Pues Jorge nos enseñó que nuestra historia republicana dejó de ser letra muerta del pasado y se convirtió en arma dinámica para entender que nuestro destino demanda reivindicar todo aquello por lo que luchó Simón Bolívar.

Gracias a Jorge hoy entendemos porqué fracasó la Gran Colombia, por quién fracasó la integración, cuándo se desvió del maravilloso sueño visionario de Simón Bolívar, cómo se conjugaron los intereses imperiales para avasallar y dispersar la lucha y dónde quedó el testigo a ser levantado para continuar con la obra que se detuvo, pero que no ha terminado de ser construida.

Por todo lo anterior y así como la energía de Bolívar no ha muerto, y por lo tanto su conciencia sigue viva en los nuevos baluartes portadores de su espada en la nueva América, así tampoco la obra inspiradora de Jorge Mier Hoffman morirá sino que renacerá en el despertar colectivo de una nueva generación de hombres y mujeres verdaderamente patriotas y revolucionarios con conciencia de ello.

La tarea es titánica, pues todos los enemigos son los mismos y son los que pretenden seguir contando la historia oficial. Sin embargo, los pueblos son otros, y ya han comenzado a construir y a escribir la nueva historia. Ese será el homenaje a tu memoria amigo y hermano Jorge...

lgratreolh@gmail.com



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