Recientemente el gobierno ha llamado al pueblo a "arroparse hasta donde alcance la cobija". Ciertamente son tiempos difíciles en la economía nacional. El llamado es válido, sólo falta que todos lo cumplan por igual. Nuestra preocupación surge de que no todos los chavistas somos iguales.
Aunque todos conocemos el discurso de patria, socialismo, antiimperialismo, algunos no llevan ese discurso en su corazón ni en su práctica social. El Chavismo es infinitamente diverso a pesar de que buena parte de la oposición sea incapaz de verlo bajo la influencia rencorosa de la polarización.
Hay “chavistas burgueses”, los máximos de la categoría "largo cubrecama" porque su tela es tan larga que se arropan no sólo ellos, sino también sus familiares, amigos y amantes. No se recortan nada. Más bien sus sábanas y colchas se prolongan y extienden cada vez más con las telas más finas y costosas. Son dueños tradicionales de grandes empresas y le hacen el juego al gobierno de turno porque éste les concede beneficios millonarios pero evidentemente no creen en la igualdad social ni el socialismo, son capitalistas cuya única moral está basada en percibir ganancias.
También existen los “chavistas neo burgueses”, igualmente gozan de "largo cubrecama", sólo que su fortuna es menos antigua y nació de ciertas ventajas obtenidas a través de la revolución, es decir son los “enchufados”. Asalariados de ayer, hoy ya han alcanzado un estatus superior gracias al ejercicio de importantes cargos burocráticos o contratos de obras y servicios, a partir de los cuales se originan premios de dudosa legalidad o, por lo menos, de presumible inmoralidad.
Finalmente los “chavistas proletarios” o "cobija corta", somos el pueblo chavista sin poder económico ni político pero que con nuestros votos hemos sostenido al gobierno durante dieciséis años. Cuando algunos "cobija corta" ocupan puestos burocráticos importantes, pueden ser identificados como “pueblo en el poder”. Cuando no están dentro de la burocracia, son simplemente “chavistas proletarios”.
