¿Quién inventó el "Ahora tenemos Patria"?

"¡Ahora tenemos patria!" fue la frase mágica que emergió como manantial entre la gente enardecida aquella tarde soleada del 5 de Julio de 1811 en la Plaza Mayor de Caracas. Entre abrazos espontáneos, el júbilo de la población llana se convirtió en una fiesta callejera con el anuncio de la Independencia. Había una multitud variopinta, desde muchachos de la clase acomodada ataviados de calzones y zapatos finos, vendedores callejeros, gente humilde con sus mejores trapos, señores intelectuales, damas atrevidas, bebedores, pedigüeños, discretos miembros de la servidumbre, mandaderos, y transeuntes curiosos de ver aquella revuelta. Todos juntos éramos la inaguantable chusma que los mantuanos aun no reconocían como el pueblo de Venezuela y que aquel día nos encontrabamos desde temprano pidiendo que el Congreso se pronunciara por la independencia definitiva. Eramos aguas turbulentas, gritábamos desafiantes, ignorábamos las viejas autoridades, irreverentes aplaudíamos a los diputados favorables y pitábamos a los conservadores.

El "ahora tenemos patria" nació en los labios de aquellos pobladores ansiosos de participación hasta el paroxismo y de cuya vehemencia da fe el testigo extranjero Pondeaux, quien observándolos, anotó para su gobierno: se encuentran a las puertas, "cuando ven entrando a los moderados (los diputados), les amenazaban de muerte".

A las 3:00 de la tarde, Juan Antonio Rodríguez, presidente del parlamento, una vez realizada la votación correspondiente, leyó la grave resolución a la que se había llegado: "se declara solemnemente la independencia absoluta de Venezuela", sentencia que los señorones de aquel salón habrían querido ver recibida por el pueblo con la docilidad de una procesión y la actitud feligres de "ahora digannos que hacer", conforme acostumbraban imponer en sus decisiones de cabildo los "blancos ricos", ahora rebeldes contra la corona.

Esta vez fue diferente, el público se lanzó a la calle con vivas y aclamaciones gritando aquella posesiva frase popular que no habían inventado los sesudos patricios, sino la comprensión concreta del colectivo: "¡ya tenemos patria!", una afirmación sencilla para resumir que ahora había un sitio para nosotros, que no eramos más unos arrimados, ni los parientes pobres de un imperio, que un instante nos había convertido en los ciudadanos de una república soberana.

El prorealista José Domingo Diaz, pardo venezolano, fiel ejemplo de que no hay peor cuña que la del mismo palo, narró: "aquellos jóvenes en el delirio de su triunfo corrieron por las calles" y destruyeron los retratos de Fernando VII que se encontraron a su paso, la celebración llegó hasta más allá de las 11 de la noche.

La Gazeta de Caracas, del 06 de julio de 1811 hace referencia expresa a todos estos sucesos populares que debemos cuidarnos de tambien señalarlos cuando hablamos de la Declaración de Independencia, porque en nuestra iconografía esa fecha esta marcada por las poses y modos de los señores mantuanos en aquel salon oscuro lleno de levitas y uniformes. El 5 de Julio fue tambien pasión, atrevimiento, sueño y fuerza de un pueblo movilizado y politizado.

Chavez amó esa expresión sabia y sintetizadora del "tenemos patria" y nos la transmitió especialmente en su último mensaje, cabe reflexionar: ¿por qué significó tanto para unos venezolanos esa consigna de lucha, y por qué en una minoría se convirtió en material para una burla de los laboratorios de guerra psicológica?, vale una explicación:

La patria, en la Cuarta República, fue un término que formaba parte del vocabulario del venezolano hasta el tercer grado de la escuela elemental, y volvía a oirse en alguna parte de las narrraciones de los desfiles militares, de resto, estaba en aquella imaginería de bronce que se refería a unos gigantes con el apellido de "independencia", una suerte de monstruos con rostros hieráticos armados de fusiles, caballos, lanzas y espadas que nada significaban. Era la superficialidad de una religión con un dios mortal: Simón Bolívar, de paso muerto, enterrado, execrado en su tiempo por soñador, y en lo personal por libertino. En el fondo, sus estatuas no eran sino un homenaje perenne a un tipo chévere que liberó 5 naciones, el cómo, por qué, cuándo, era cosa de historiadores fastidiosos y de libros de primaria.

Hagamos una disección de la burla repetitiva de "...pero tenemos patria", la primera parte contiene un elemento frustrante "no tenemos tal cosa" y luego se esgrime el consuelo ridiculizador: "pero tenemos patria". Lo interesante es preguntarse por qué carecer de un bien o servicio hace ridículo tener una tierra madre. Imagina la ilustración de un curso de inglés, donde un ciudadano británico de la segunda guerra diga: we don't have any milk, but we have fatherland, ja, ja ja (¿¿¿mas o menos???)

En la burla agresora "tener patria" equivale a ser propietario de nada. El código ridiculizador es idéntico al mismo que enuncia: "es como tener la madre... pero tenerla muerta", es en suma aludir a una especie de patrimonio o bien vacío de cualquier utilidad e incluso inexistente, su sentido último es dejar en evidencia que se ha sido "estafado" al cambiar el tangible de los rollos de papel tualé por una cosa falsa, la vaca productiva por las habichuelas mágicas. Nada sorprendente tiene decir que aprendimos en 40 años a considerar la patria una entelequia invisible, una falacia, un cuento para tontos.

Lo interesante de este nuevo esquema agresor es que se construye sobre la base del escuálido apátrida como sujeto, no ya del "verdadero venezolano" que la Coordinadora Democrática empujaba al matadero, uniformado con banderas, marchando al son de consignas nacionalistas, haciendo la comparsa a "la triangulación", un esquema psicológico en que la pirueta política consistía en copiar las características del enemigo electoral, tal como lo enseña el gurú Dick Morris, consecuente asesor de Mr. Capriles Radonsky & company.

El "target" de propagación de esta plaga burlesca es ahora el individuo con complejo de "sin patria", un sinvergüenza a quien debería decirle el célebre sargento de "Reto Al Destino": "tu sabes mayonesio que no sirves, nunca lo lograrás, renuncia de una vez para que te vayas de parranda con tu padre...". El objetivo psicológico es un ser consciente de su "apatrides", de que aquello llamado Venezuela es menos en relación a lo de afuera y que ser patriota aquí sería algo no solo inutil sino humillante.

En el "tenemos patria" hay una verdadera polarización de sentimientos. Para muchos, aunque no conozcan el sólido origen libertario de esa magnífica frase nacida aquel 5 de Julio, sigue teniendo la misma carga realizadora y trascendente de hace doscientos años, en ellos el pretendido chiste resbala por su bajeza. En cambio, para otros, el amplio objetivo de la nueva arma psicológica "... pero tenemos patria" comprende desde el guarimbero mataperros, al terrorista urbano, pasando por el resentido clase media que estrelló sus sueños mayameros, y a quienes voltearon el "con los adecos se vive mejor" por el "sin los adecos es mejor que esto se acabe". En todos ellos la burla que pretenden inflingir no es sino el agravio a sus propias raices. Cada vez que repiten su infeliz chiste programado cabría recordar al gran Hemingway: "no preguntes por quien doblan las campanas, estan doblando por ti".

miguelvillegasfebres@gmail.com

Psicólogo Ph.D

 



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