Revolución adentro

Por Juan Manuel Parada

Cuando el presidente Correa afirmó que estamos viviendo un cambio de era, sabía que las revoluciones de Nuestra América estaban configurando y consolidando una Patria Grande a favor de los más humildes; pero sabía además que en su desarrollo, la contradicción histórica entre los pueblos que decidieron ser libres y las fuerzas del imperialismo se agudizaría hasta generar la crisis de la que surgiría el nuevo orden mundial.

Hemos llegado a esa encrucijada histórica con elementos a favor de la izquierda, como el nivel de organización del pueblo humilde y trabajador, la presencia de gobiernos progresistas en el continente, los diversos mecanismos de integración latinoamericana y caribeña, y la propuesta del socialismo posicionada de manera positiva en la conciencia popular, gracias a la extraordinaria capacidad pedagógica de líderes como Chávez, Fidel, Correa y Evo.

Pero es justo reconocer que a este punto de la contradicción también la derecha ha llegado con sendos elementos en su alforja, tal como el enorme poder financiero, el dominio de las trasnacionales de la comunicación, el control del sistema educativo, la iglesia, el manejo de los alimentos, la agricultura, las semillas, los medicamentos, un gran arsenal de armamento nuclear y gobiernos de derecha desplegados a escala planetaria, por mencionar solo algunos.

Vista desde una perspectiva alejada, el escenario parece favorecer al imperialismo y a la derecha internacional, debido a ese poderío apenas esbozado; sin embargo, nunca como ahora se había perfilado al Sur de América una posibilidad tan cierta de avanzar en la construcción de un mundo pluripolar, desatando las amarras del capital financiero y sus expresiones políticas, al punto de irradiar influencia hasta pueblos como Grecia donde ya se impulsa un proceso de cambio. La fuerza acumulada hasta este momento nos permite seguir avanzando en la liberación de los pueblos oprimidos.

La demostración de los movimientos populares en defensa de sus conquistas se evidencia cada día en contiendas electorales, en participación política, construyendo poder popular con sentido militante; aún en situaciones adversas como las que padece el pueblo venezolano, donde con el uso desmedido de las fuerzas económicas se pretende dominarnos por el estómago, como si de bestias se tratara.

Pues esta coyuntura amerita una profunda reflexión crítica.

Ciertamente hemos dado pasos agigantados en el objetivo de alcanzar la liberación nacional, desde una perspectiva nuestroamericana. También es cierto que el pueblo oprimido aspira acompañar esta causa y lo ha demostrado con valentía y muestra de ello es la hermosa y masiva participación en las elecciones primarias convocadas por el Partido Socialista Unido de Venezuela el pasado 28 de junio. Sin embargo, me permito plantear algunas consideraciones:

1-Debemos rectificar; no en el fundamento ideológico que nos sustenta (el socialismo), sino en las acciones que han entorpecido el avance de la revolución. Es necesario castigar y reemplazar a cada servidor público ineficiente. Es urgente sustituir a los líderes políticos que usan los partidos como escaleras para subir a los "tronos del poder". Hay que revisar cada alcaldía y cámara municipal del país, medir su eficiencia y tomar medidas radicales. Cero impunidad. Esos son los matavotos del 14-A, por ellos y ellas miles de compatriotas ejercieron el voto castigo a favor de Capriles, y lo más triste, en contra de ellos mismos. Esa historia se podría repetir el 6D si no actuamos de inmediato.

2-¡Unidad, unidad, unidad de los patriotas! ¿Pero en torno a qué esta unidad? ¿En torno a un partido? ¿En torno a un jefe? No. La unidad que nos legó Chávez debe ir en torno al proyecto de la patria libre y soberana, del socialismo y la suprema felicidad para el pueblo. En esta nueva era los líderes verdaderos, los que surgen como expresión del pueblo, deben garantizar la unidad para seguir impulsando la revolución bolivariana. Debemos erradicar los liderazgos impuestos, mejor dicho, las jefaturas o cacicazgos que tanto daño le han hecho al proceso, matando votos con sus acciones divorciadas del plan de la patria. La calidad de un partido no se mide por la cantidad de militantes, sino por la lucidez política, claridad histórica y accionar coherente de sus líderes y simpatizantes.

3-Revolución adentro; Ludovico Silva aseveró por la década del setenta que antes de llegar el siglo XXI se haría la revolución en Venezuela, pero que poco tiempo después se haría otra revolución dentro de la revolución. Estamos viviendo un momento estelar: la posibilidad de profundizar el proceso bolivariano hasta llegar al punto de no retorno, está en manos de quienes ocupamos puestos de mando desde diversas trincheras; la mayoría de los venezolanos confía en nosotros y aspira el socialismo como modelo de vida. El viento sopla a favor aun en este laberinto de incertidumbre económica; más allá de las adversidades y el sabotaje de la derecha, Chávez abrió las puertas para que pasemos como pueblo libre. Demos el paso y avancemos hacia el futuro. Vamos por cada barrio, cada calle y cada casa a llevar el mensaje de la esperanza, es decir del socialismo, de la paz y el Buen Vivir. Un mundo mejor nos espera.

paradacreativa@gmail.com



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